Estigma de Amor

(11) A donde vas

"Mirando entre las calles, hallé tu silueta...y voy desesperadamente a entregarte un abrazo. No llego a la esquina del tren, a enfrentar mi fracaso; por miedo a saber quien es ella quién coge tu mano..."

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Fernando y yo quedamos de pié al instante; parecíamos niños pequeños atrapados en plena travesura. Ambos nos vestimos en tiempo récord, mientras yo le contestaba a Ariana desde la habitación.

"Salgo enseguida, mi vida. Dame un segundo y te explico..." decía mientras peleaba con el pantalón que había utilizado un millón de veces, pero que esta vez parecía tener grilletes de seguridad. Era imposible subirlos!

"Qué vamos a hacer?" preguntaba Fernando en un susurro.

"No estoy preparada para que Ariana vea que pasamos la noche juntos..." le dije sin atreverme a mirarlo.

"No te sientas culpable, yo tampoco estoy preparado para darle explicaciones a esa niña tan brillante" respondió Fernando levantando mi rostro.

"Solo se me ocurre algo, quédate aquí. Yo iré con los niños a desayunar fuera. Eso te dará tiempo de salir..."

"Y el auto?"

"Le explicaré a Ariana que no lo pudiste encender anoche y que Georgina te llevó a tu casa. Cuando regresemos y no lo vea, le diré que lo recogiste."

"Suena buena idea. Nos vemos en la actividad luego" añadió este, mientras me daba un beso y me empujaba hacia la puerta.

No me pregunten cómo, pero salí vestida de mi habitación. Los dientes y mi y pelo, lo haría disimuladamente en el baño de visitas.

"Buenos días, mi vida. Qué piensas de ir a desayunar fuera?" le pregunté a mi hija, apenas pudiéndola mirar a los ojos.

"Sí!" contestó ella, olvidando por completo el auto de su padre.

"Pues ve a prepararte, y dile a Kiel que se prepare también. Yo vestiré a Jeziel, de acuerdo?"

No escuché contestación de parte de Ariana, porque en menos de treinta segundos, había desaparecido de mi lado. Esto me tranquilizó aun más, y aproveché a entrar al baño de visitas sin ella notarlo.

La pasamos muy bien durante el desayuno. Ni lo piensen, no me libré de la pregunta de Ariana. Por lo menos, la mentira que había inventado, hasta yo me la estaba creyendo.

Mi teléfono sonó luego de que nos sirvieran el desayuno.

"Hola" dije contestando mientras le pasaba el plato de desayuno a Ariana.

"A qué hora es la actividad hoy?" la voz fría de Damián, me destrozó por un instante el alma.

"A las cuatro..." respondí de la misma manera en que él me estaba hablando. Valía la pena continuar de buenas mientras él no cambiaba?

"La cena sigue en pié?"

"Sí. Tan pronto se acabe la actividad."

"De acuerdo. Nos vemos luego..." y sin decir más, colgó la llamada.

"Adiós..." dije mirando el teléfono, sin que nadie me pudiese escuchar más.

No, no iba a seguir cuestionándome que hice mal en nuestra relación. Yo no hice nada malo. Fui simplemente una madre, esposa, amante, ama de casa, empleada, abnegada y dispuesta a todo por el bienestar de los que amaba. Le fui fiel a Damián hasta el día que vivimos juntos; él fue quien cambió de la noche a la mañana, sin explicaciones, sin razones.