(13) Quizás, quizás

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"Yo tengo temor a perderte y terror a que vuelvas; no puedo vivir junto a ti y sin ti es imposible.  Me muero por verte otra vez y me matas si vuelves; que bueno sería despertar y que tú no existieras..."

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Allí, tirada en el suelo, no sé por cuánto tiempo lloré; mucho menos cuantas lágrimas había derramado por culpa de Damián.  De veras que era una estúpida si continuaba sufriendo por él, mucho más si continuaba amándolo.  Sencillamente, no lo merecía.

Cuando decidí levantarme del suelo, el que ya se estaba sintiendo frío, el teléfono sonó en mis manos.  Al mirar la pantalla, me fijé que era Fernando; debía contestarle?

Ignoré su llamada y comencé a caminar a mi habitación. Al llegar a esta, el teléfono sonó por segunda vez.  Debía contestarle para que no se preocupara; él sabía que estaba sola en la casa.

 “Hola?” contesté, intentando esconder de mi voz, la evidencia de que estaba llorando.

“Estás bien?” preguntó Fernando inmediatamente.

“Sí, estoy bien” le respondí, aunque en mi interior me sentía destrozada.

“No me mientas.  Sé que no estás bien, lo puedo notar en tu voz.”

 “Estoy bien, Fernando…”

“No, no lo estás.  Salgo para tu casa.”

“No Fernando.  Tú estás con Itzel, tienes que cuidarla.”

“Lisa ya se la llevó; así que espérame” me dijo mientras colgaba el teléfono.

Bajé hasta la sala, esperando que Fernando llegara en cualquier momento; que tocara la puerta.  Pensaba en como mi vida cambió desde el día que Damián se marchó de esta casa; lo vacía que se sentían estas cuatro paredes sin mis hijos. Lo que sentía en el fondo de mi corazón, a pesar de todo el coraje que sentía por esa persona que una vez juró amarme para siempre; en las buenas y en las malas.

Inmediatamente Fernando llegó, abrí la puerta.  Honestamente necesitaba a alguien a mi lado, a alguien que me consolara; este dolor era demasiado, y sé que Fernando no era la persona correcta, pero era quien único sabía por lo que estaba atravesando.

“No llores, bonita.  Damián no merece ninguna de estás lágrimas…” me dijo Fernando una vez entró a la casa.

“Cómo sabes que tiene que ver con Damián?” le pregunté algo estúpida.

“Alexandra, admítelo, Damián está golpeándote muy duro.  Aun no puedo creer que, encima de que no te dice porqué se alejó, se apareciera con esa mujer.  Es una falta de respeto.”

“Se te olvida que hemos estado juntos?” le pregunté sintiendo mi consciencia despertar.

“No es lo mismo.  Sé que en el fondo te duele porque aun lo amas, pero él no sabe nada y mucho menos andamos por ahí juntos.  Cómo se atrevió?”

“Entra Fernando, porque aun te falta saber la otra parte de la historia…” comenté mientras cerraba la puerta y nos sentábamos en el sofá.

“Te llamó el idiota?” cuestionó Fernando una vez estuvo sentado.

“Peor…” por donde comenzaba?

“Dime lo que sucedió, Alexandra…”

“Llegó aquí a reclamarme…le molesta que estemos cerca, que me mires…” comencé a decir mientras miraba mis manos; no encontraba como mirarlo al rostro.

Estigma de AmorWhere stories live. Discover now