(6) Esta vida tuya y mía

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Les debo confesar que pensé mil cosas para decirle, pero ninguna de ellas salió de mi boca. Me limité a sentir ira en mi interior, y a sentirme débil cuando sentí que salían lágrimas de mis ojos.  Por qué la actitud?

“Donde estaba, Damián?  Debería yo ser quien te preguntara qué haces aquí, no lo crees?” pregunté con mis brazos cruzados.

“Primero, la casa es de ambos; aunque accedí a un acuerdo y he de marcharme.  Segundo, a donde iba a ir anoche?  Era muy tarde para darles explicaciones a mis padres.  Además, no estaba de humor.   Tercero, sé que no debo estar pidiéndote cuentas, pero…qué iba a pensar cuando saliste ayer de aquí y no regresas hasta hoy?” su mirada estaba fija en mí y su rostro mostraba coraje.

“Eres tan…” comencé a decir pero me detuve mientras respiraba profundamente.  Qué estaba insinuando? 

“Qué voy a pensar, Alexandra?” me preguntó levantándose de la cama.

“Primero, Damián, estoy bien clara que la casa es de ambos.  De todas formas, yo tengo los niños.  No crees que es más conveniente que sea yo la que me quede aquí?  Seg…” intenté continuar pero Damián me detuvo.

“Eso lo tengo claro, Alexandra.  No tengo ningún inconveniente con eso.  Solo quería que vieras el punto del porqué me quedé aquí anoche…”

“De acuerdo.  Segundo, entiendo lo de que era muy tarde para dar explicaciones.  Mis padres aun no lo saben.  Y sabes por qué no llegué aquí anoche?  Porque Ariana estaba enferma y pasé toda la noche en el hospital con ella” le dije mientras me atrevía a dar un paso más hacia él.

“Por qué no me llamaste?” preguntó lleno de coraje.

“No había la necesidad.  Sé que amas a Ariana y te estaré agradecida eternamente por eso.  Pero recuerda que ella tiene un padre; quien no la abandonó durante toda la noche.”

“Por eso no llamaste…” fueron sus palabras, notando algo de frustración en ellas.

“No llamé porque no había necesidad, Damián.  Pensé que ya no estarías aquí, mucho menos quería estar allí, contigo a mi lado y sintiéndote distante.”

“Pero no hubo ningún problema con que Fernando te acompañara…”

“Damián! Escúchate, por favor.  Fernando es SU PADRE, quien tiene una gran responsabilidad hacia ella.  El reclamo que haces, suena más a celos que a otra cosa.  Qué te sucede?  NUNCA habías tenido ningún problema con Fernando…”

“Qué voy a pensar cuando mi esposa toma las riendas para romper conmigo, y pasa toda la noche con el padre de su hija?”

“Eres un ridículo! Pasé la noche en el hospital, Damián.  Preocupada por mi hija.  Su padre también lo estaba… Me duele escuchar lo que dices…” contesté mientras le daba la espalda, ya no pudiendo controlar el llanto. 

“Perdón, Alexandra.  Lo mejor es que me vaya…” dijo mientras sentí que se acercó por un instante.  Llegué a pensar que me abrazaría, pero no fue así.  Luego de sentir su calor cerca de mi cuerpo, se marchó. 

Unos minutos luego, Ariana llegó a la habitación.  Al verme llorando, corrió a darme uno de esos abrazos que inmediatamente te hacen sentir bien. 

“Por qué lloras, mamá?” preguntó ella mirándome a los ojos.  No había manera de mentirle, ya la niña tenía once años y era muy inteligente.

“Ariana, tú eres una niña muy inteligente, y desde que naciste has vivido con papá y mamá separados, cierto?” comencé a decirle mientras me sentaba con ella en la cama.  Esta con sus ojos fijos en mí.

Estigma de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora