CAPÍTULO FINAL

5.7K 483 134
                                    

SEMANAS DESPUÉS...

Leanne

El penthouse está completamente brillante; a fondo. Este no es un día cualquiera. Es uno especial. Es el día en el que los demás conocerán a William.

Me tomé el tiempo de comprarle un poco más de ropa para la ocasión. Aún me sorprende cuan perfecto es. Jamás había visto unos ojos tan brillantes en un bebé. Su cabello es oscuro; básicamente, una copia de su padre. No sé muy bien qué heredó de mi, pero físicamente, no hallo mucha similitud.

—Es exactamente igual a ti —me quejo—. No es justo...

Me mira, con expresión

—¿Qué esperabas?

Ruedo los ojos y alzo en brazos a nuestro hijo.

—Es perfecto, ¿no crees?

—Por algo es idéntico a mí, ¿no?

Le doy un codazo.

—Deja de ser tan arrogante y dile cosas bonitas, es un bebé.

Se me acerca lo suficiente como para que nuestro hijo quede en medio de ambos.

—Ya le basta con mi presencia.

—Imbécil.

Observo de reojo como William tira de su camisa. Parece querer ir con su padre, así que se lo paso a Edward para sentarme frente al tocador y terminar mi maquillaje.

Opté por algo un poco sencillo, tampoco quiero verme como si me fuera a ir a una gala. Es aquí en casa, con personas cercanas, y solo vienen a conocer a William. Por lo tanto, opté por un vestido blanco y corto. Tiene un escote bastante pronunciado que muestra el valle de mis pechos y una falda que me llega hasta los muslos. La tela es suave, de satén, y el color blanco se logra intercalarse muy bien con mi tono de piel que ya es un poco oscuro de por sí.

Decidí dejar mi cabello suelto y lacio, opté por calzarme unas sandalias simples y llevo alrededor de mi cuello el collar de oro que Edward me obsequió hace un año por mi cumpleaños.

Me pongo de pie, mi marido deja a William en su cuna y se acerca a mí. Ni siquiera se detiene y se apodera de mi boca antes de pegarme a su cuerpo para manosearme a su antojo. Joder, es increíble lo caliente que me pone que ni siquiera logro disimularlo. Estas últimas semanas sin sexo fueron caóticas.

—Leanne —jadea—, déjame enterrarme ahora en ese coño y nos quitaremos esto de encima  ahora...

Verlo tan desesperado por tenerme me satisface.

Niego, sonriente, ante lo que me dice. Aunque, no miento, me encantaría que follemos ahora, pero me estoy divirtiendo mucho como para soltar este juego de seguir haciéndole perder la cabeza y tampoco es como si ahora mismo tuviéramos mucho más tiempo.

—En la noche —susurro contra su oído.

—Lo quiero ahora —gruñe, y vuelvo a negar.

—En la noche —repito antes de plantarle un corto beso en los labios.

Al separarnos, miro la hora que marca el reloj de la habitación. Ya queda poco. Llevo a William a la sala junto con su cuna. Hoy está un poco más inquieto de lo normal, no deja de tocarme el cabello y tironear de él cada vez que puede. También, parece gustarle estirar la tela de las camisas de su padre.

Vuelvo a postrarlo en la cuna, el tiempo pasa y la primera persona en llegar es mi hermano, Alexander. Lo recibo en el corredor por medio de un eufórico abrazo y varios besos en las mejillas.

Caricias PeligrosasWhere stories live. Discover now