CAPÍTULO 6

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DARK RED
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Leanne

—Este lugar es fascinante! —Lidia observa el entorno como si todavía no pudiera creerse que está aquí, con nosotras—. Y no solo eso, además, está ubicado en un buen lugar. Fue una buena elección.

—Lo escogió Edward —sonrío.

Emma se acomoda sobre su lugar mientras que Hailey observa el entorno en silencio. Mellea llega con un poco de té para todas, nos sirve y le agradecemos. Decidí llamarlas después de recibir a Rebecca, Edward está en su trabajo y no sé con exactitud a qué hora regresará.

—¿No vas a contarnos de tu luna de miel? —inquiere Emma, las demás le dan la razón y me miran, ansiosas—. ¿Cómo la pasaste?

—Fue increíble...

—Con ese hombre, ¿quién no se lo pasa increíble?

Me río.

—Como digas.

—Queríamos llamarte pero no teníamos ganas de molestar —explica Emma—. Me imagino que se lo pasaron bien, Maldivas es un buen sitio.

—Sí, es muy bonito —me llevo la taza de té a los labios—. ¿Hubo alguna novedad en mi ausencia?

—Bueno... —Hailey se aclara la garganta—. ¿Has hablado con Brandon?

Alzo una ceja.

—¿Por qué debería hablar con él?

—El tipo está loco —exclama Lidia.

—¿Acaso pasó algo?

—Me ha llamado la noche después de tu boda —dice Hailey—. Estaba como loco, no lo sé, creo que estaba ebrio. Empezó a decirme que no debí dejar que te casaras con Edward y otras cosas más que no tenían sentido.

—Imbécil —susurro solo para mí—. Hablaré con él cuando tenga la oportunidad.

—¿Todavía no te ha superado? —interroga Emma.

—No.

—Se rumorea que está saliendo con Chelsea Newton —suelta Lidia.

¿Chelsea y Brandon? Suena imposible.

—Eso es imposible.

—De hecho, lo es —afirma Hailey—. Están saliendo.

Mi mente me recuerda todas las veces en las que Brandon me habló mal de Chelsea y dijo que era una envidiosa que deseaba todo lo que yo tenía.

—Sorprendente —murmuro, dándole un sorbo a la taza de té—. No esperaba eso.

—Da igual —Emma deja el asunto atrás—. ¿Hablaste con Rebbeca? Nos comentaste que se reunieron.

—Sí, esta misma mañana. Fue para reorganizar mi agenda, ya estamos casi a fin de año y nos pareció prudente poder organizar un poco mis compromisos para el año siguiente.

—¿No quieres arreglar las cosas con ella? —indaga Lidia.

—No sé si pueda olvidar lo que sucedió tan fácilmente.

Pasamos lo que queda del mediodía juntas, más tarde, mis amigas se marchan y decido pasearme por la sala hasta llegar a la cocina. Mellea se marchó tan solo hace unos minutos. Se veía apurada y no quise interceptarla.

Vuelvo a recorrer con la mirada el entorno y caigo en cuenta de que no he llegado a ver todo el penthouse, no me he tomado el tiempo de recorrerlo y apenas es mi segundo día viviendo aquí. Me meto hacia uno de los pasillos que da a la derecha, es estrecho y hay decoraciones minimalistas. Abro una de las puertas y visualizo un enorme gimnasio poseedor vista una gran vista a la ciudad que se vislumbra a través de un ventanal. Doy unos cortos pasos y examino las distintas máquinas y elementos. Salgo de la habitación y me adentro en la siguiente que es un despacho bastante moderno. Hay un escritorio, un enorme estante lleno de libros, un ordenador y una alfombra roja que yace en el suelo apenas pones un pie dentro. Recorro las demás puertas, hallando una sala que solo posee un piano negro que brilla ante la luz del sol que se cuela del ventanal. Hay una hoguera de interior, un sofá, las paredes están pintadas de tonos oscuros y hay un pequeño candelabro que cuelga del techo. Paso a la siguiente puerta y al abrirla, me quedo quieta al ver de qué se trata.

Caricias PeligrosasWhere stories live. Discover now