CAPITULO 15

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EL COLLAR DE ORO
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Leanne

El ambiente es avasallador y un poco insoportable por el vocerío que hay en el vestíbulo, pero ahora es lo de menos. El día del desfile llegó, me siento ansiosa, pero también puedo mantener mis emociones a raya, sé que tengo que hacer un buen trabajo.

Apenas me acerco a mi lugar y dejo mis cosas, Lidia me recibe.

—¿Cómo está mi supermodelo favorita?

Me da un beso en la mejilla y río.

—Bien. Estoy emocionada.

—Yo también lo estaría si Mónica Angelini dice que muere por conocerme, eres una perra con suerte.

—Tal vez.

Me quito el collar de oro que adornaba mi cuello y lo dejó sobre el tocador. Olvidé quitármelo antes de venir. No podré utilizarlo en la pasarela, aunque me encantaría. Me lo obsequió mi padre el día que tuve mi primer desfile de modas.

—Toma asiento.

Lidia mueve la silla para que me tome asiento y así mismo lo hago. Empieza a trabajar con mi maquillaje y cabello mientras hablamos de un poco de todo.

—¿Cómo van las cosas? —interroga—. Este fin de semana se me pasó volando, quizá fueron los nervios por el desfile, tuviste un fitting, ¿no?

—Sí —afirmo.

El fitting es la táctica que utilizan la mayoría de diseñadores; consiste en hacer que las modelos se prueben las colecciones unos días o incluso horas antes del desfile para verificar que todo esté en orden con el vestuario.

—¿Cómo fue? No me contaste nada, ¿te gustó lo que utilizarás?

De solo pensar en esos dos conjuntos de lencería me dan ganas de llevármelos conmigo a casa.

—Son perfectos —admito.

—Ya quiero verte desfilando. Estarás increíble.

Hablamos un poco más y le cuento de la actitud de Edward que me desconcertó un poco.

—Está distraído —digo—. Quizá sea el estrés, él trabaja mucho, también tiene migraña, pero a veces pienso que me está ocultando algo.

—¿Eso crees?

Suspiro.

—No sé, yo confío en él.

—¿Le preguntaste?

—Sí, pero me dijo que solo estaba cansado.

—Deberían hablarlo más —sugiere—. Se trata de eso, ¿no? Conversar, tener buenos momentos, buen sexo, llevarse bien y tratarse bien. Si no te sientes cómoda, hablenlo.

Tiene razón.

—Sí, lo haré. No quería abrumarlo, sé que trabaja y está cansado. Confío en él.

Tal vez.

Pienso en el matrimonio y en sus vueltas mientras que percibo a las constantes miradas que Chelsea me dedica e ignoro porque no tengo tiempo para sus rabietas.

A veces, creemos que es mejor estar solos, yo hace un año estaba soltera y me sentía perfectamente bien con ello, hasta que conocí a Edward... Pero tampoco está mal pasar tiempo a solas, tenemos más tiempo de conocernos a nosotros mismos y de pensar.

—Tal vez solo es el trabajo —me da la razón—. Por cierto, ese collar me encanta —señala a la reliquia que yace sobre el tocador—, nunca te vi utilizarla antes, ¿quién te lo obsequió?

Caricias PeligrosasWhere stories live. Discover now