CAPÍTULO 12

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¡FELIZ CUMPLEAÑOS, EDWARD!
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Edward

Le vuelvo a echar un vistazo; su exuberante cuerpo se ajusta a la bata de seda satinada y la perversión en sus ojos es clara.

—¿Quieres que me lo quite? —interroga.

Sus manos se pasean por el nudo y doy tres pasos hasta acercarme a ella.

—Quítalo.

Con lentitud, deshace el nudo, la tela se desliza por sus hombros hasta caer al suelo. Me inclino hacia ella hasta atrapar su carnosa boca que me recibe con desenfreno, sus manos se encargan de desabotonar mi camisa conforme caemos sobre la cama. Devoro su boca y desciendo mis caricias hasta sus senos que se aprietan bajo la tela del sujetador que lleva. Toma mi corbata entre sus manos y en un rápido movimiento, me empuja contra la cama. Desata un camino de besos sobre mi abdomen, toma mis muñecas que asciende y...

—Leanne.

—Sh.

Ata mis muñecas contra el respaldo de la cama y se arrima hasta mi hasta rozar su boca con la mía.

—¿Qué crees que estás haciendo? —me quejo.

Su mirada se pierde en la mía.

—Relájate ¿quieres?

Prefiero tener el puto control.

Me esfuerzo por quedarme quieto cuando se mueve sobre mi regazo, toma algo de la mesita de noche y descubro lo que es en el momento que mi mirada lo identifica.

—¿Recuerdas...?

Me dedica una mirada perversa antes de verter el contenido que cae sobre mi abdomen. Baja la cabeza y su lengua se encarga de chupar el sirope de chocolate. Maldita loca. Mientras tanto, su mano desciende hacia la pretina de mi pantalón. Suelta la dura erección que acaricia de arriba a abajo con ayuda de su mano y dejo escapar un jadeo por la presión que enciende. La observo chupar el chocolate derretido por mi abdomen, su lengua lametea y noto que desciende hasta llegar a mi falo erecto. Su mirada no se despega de la mía mientras su lengua hace contacto con el glande al que le da un lametón. Lo escupe y utiliza su mano para masturbarme antes de llevárselo a la boca. Chupa y succiona la extensión de forma placentera. Jodida sensación. Me encantaría tomarla del pelo para controlar sus movimientos y no poder hacerlo hace que alce la cadera con tal de follarle la boca como me gusta hasta el fondo. Suelta un gemido y entierra sus uñas en la tela de mi pantalón. Su boca emite sonidos mojados, su mano toca mis testículos y retengo el derrame que quiero soltar. Su boca abandona mi erección hinchada y me masturba, provocando los jugos que brotan de mi zona hipersensible y que su boca se arrima a recoger, regalándome una escena de lo más morbosa. Se pasa las manos por sus tetas arrinconadas en el pedazo de tela del sujetador y se hace a un lado las bragas.

—Desatame —jadeo.

Desliza uno de sus dedos en su interior, su gemido resuena en la habitación y puedo darme una idea de lo empapada que está. Quiero enterrarme en ella ahora y ensartarla hasta que no pare de gemir mi nombre. Sus piernas hacen presión alrededor de mis muslos, acaricia mi falo con una mano y se deja caer sobre la erección que recibe, gustosa. Nuestros jadeos se mezclan entre sí y desencadenan una serie de tortuosos y lentos movimientos. Se deshace del moño improvisado que recoge su pelo y se quita el sostén que antes cubría sus tetas que ahora se mueven por los movimientos que la sacuden. El calor de su sexo invade mi polla; está tan mojada que se desliza con completa facilidad. Detallo sus pezones rosados a los que masajea con sus manos mientras sus labios se entreabren, soltando gemidos por doquier y acelerando los movimientos. Nuestros cuerpos chocan entre sí, sus gemidos me ponen más duro de lo que estoy. No hay mejor escena que verla así; montándome, gimiendo con los labios enrojecidos y sus tetas moviéndose frenéticamente. Sin mermar el movimiento, se acerca a mí, la proximidad de su boca me hace forcejear contra el nudo de la corbata que sostiene mis muñecas y me impide tocarla como quiero.

Caricias PeligrosasWhere stories live. Discover now