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Los días habían pasado lento, las horas corrían como debajo del agua. Día tras día, Jungkook tachaba la fecha en su almanaque, ansioso por que llegara el fin de semana.
Clarice lo observaba ir del estudio al dormitorio y del dormitorio al estudio, esa era su rutina. Cada vez más desaliñado, cada vez más metido en su mundo.

Llegó el sábado y Jungkook despertó por fin con una sonrisa en el rostro.
El joven diseñador se levantó de la cama y se metió al baño para ducharse. Se enjabonó el cuerpo dejando una fragancia a cítrico en el baño y lavó sus cabellos con su shampoo favorito. Salió de la ducha renovado. Se secó el cuerpo. Se vistió con una elegante camisa con volados en las mangas y en el cuello, unos pantalones de vestir marrones y un saco del mismo color, se puso un par de zapatos lustrados y peinó sus cabellos hacia atrás.
Se miró al espejo, largó un suspiro: había llegado el día.

Caminó hasta su estudio y tomó su portafolios. Miró la hora antes de bajar por las escaleras, iba a tiempo.
Bajó las escaleras, encontrándose con Clarice en el camino.

—Vuelvo para el almuerzo —le dijo sin detener su paso.

—Suerte —le deseó ella.

Jungkook salió de la tienda haciendo que sonara la campanilla.
El Sol de la mañana brillaba y la brisa secaba sus cabellos de a poco. Caminaba a paso seguro entre la gente que iba y venía, en su cabeza tenía un objetivo claro: llegar a su encuentro con el bailarín que le había robado su atención.

Cuando llegó al lugar en cuestión, no había nadie. Miró hacia el reloj en la cima de un edificio, había llegado temprano. Se sentó entonces en el borde de una fuente que estaba fuera de servicio a esperar con su portafolios sobre su falda. Tamborileaba sobre el cuero al ritmo de una canción que se le había pegado días atrás mientras miraba alrededor.
Era una mañana tranquila. Los niños corrían por la peatonal y las damas elegantes paseaban a sus perros.
De pronto, un gato se acercó a él. Le maulló sacándole una sonrisa a Jungkook.

—No tengo comida —le dijo con suavidad en su voz al tiempo en que le hacía mimos en la nuca al gato. El felino ronroneó y frotó su rostro contra la mano del joven, quien rió enternecido.

—Ahora no te lo vas a poder quitar de encima —escuchó decir a una melodiosa voz masculina.

Jungkook desplazó su vista hacia el frente, se encontró con un par de zapatos de charol. Levantó la vista con lentitud, encontrándose por fin con el rostro del bailarín al que tanto esperaba.
Se puso de pié de golpe y limpió el polvo de su pantalón. El gato frotó el costado de su cuerpo con la pantorrilla de Jungkook y envolvió su cola alrededor de su pierna.

—Hola... Jimin —dijo Jungkook con un poco de torpeza.

—Saludos —respondió el chico acomodando su boina con la mano que tenía libre, pues en la otra cargaba una caja musical—. Veo que ya conociste a Pipi.

—¿Es tuyo?

El gato se subió a la fuente y se echó a mirar a la gente pasar.

—Yo no puedo tener mascotas, Pipi es del pueblo —sonrió, le rascó el cuello al gato haciendo que cerrara los ojos—. ¿Qué te trae por aquí?

Jungkook debatió en su interior si decir la verdad o inventar alguna excusa, optó por ser directo.

—Vengo a verte bailar, si no es mucha molestia —confesó. volviendo a sentarse en el muro de la fuente, al lado del gato.

—Para eso vivo, dibujante —sonrió.

—Diseñador de modas, de hecho —lo corrigió con cuidado.

El chico elevó sus cejas en sorpresa.

—Interesante, ¿tienes una tienda?

—Queda a unos cuantos metros de aquí, sí, pero está cerrada.

—¿Cerrada? ¿Y qué haces fuera de tu tienda? —se extrañó.

Jungkook suspiró, soltó una sonrisa.

—Busco inspiración.

El chico se señaló a sí mismo con el dedo pulgar, Jungkook asintió.

—A crear esa inspiración, entonces —dijo sacándose la boina. La dejó en el suelo y empezó a darle vueltas a la manivela de la caja musical. Cuando le dió cuerda al máximo la dejó sobre la fuente y la música clásica empezó a sonar.

Él caminó hasta el centro de la peatonal, empezó a ejecutar pasos lentos. La gente se empezó a acercar. Bailaba delicadamente al ritmo de la pista. Hacía elegantes movimientos con sus muñecas y dedos, todos al compás.
Jungkook era uno más del público, lo miraba absorto. Lo miraba moverse y a su mente llegaban los colores y las texturas, danzaba como seda y terciopelo.
El diseñador abrió su portafolios, sacó una hoja y un lápiz y empezó a garabatear. El lápiz parecía bailar sobre el papel, también, trazando las líneas de un nuevo diseño.
La música subía, Jimin saltaba. La música bajaba, Jimin giraba. Y la gente aplaudía y musitaba con asombro.
La música se detuvo, Jimin se congeló en su lugar, las monedas empezaron a llover hacia la boina tintineando. Jungkook paró de dibujar para aplaudir junto con el público.

La música volvió a sonar, el chico volvió a moverse. Sus pasos siempre eran diferentes a los anteriores, eran todos improvisados. Cerraba sus ojos y se dejaba llevar por la melodía, era uno con el sonido, y Jungkook absorbía todo como una esponja.
Así pasaron las horas: Jimin bailaba, Jungkook diseñaba. Cada vez que se terminaba la cuerda de la caja musical, Jungkook volvía a girar la manivela al máximo y Jimin retomaba su danza.

Al final de la jornada, Jungkook terminó con cuatros diseños completamente diferentes, todos inspirados en la seda y el terciopelo.

El chico volteó a ver el gran reloj en la cima de un edificio.

—Ya me tengo que ir... —murmuró. Se agachó para alcanzar su boina y pasarla por el público para que la gente le deje limosna. Guardó todas las monedas y billetes en los bolsillos de su pantalón y se puso la boina.

Jungkook guardó sus cosas dentro del portafolios.

—¿Vuelves mañana? —preguntó Jungkook poniéndose de pie.

El chico volteó a verlo. Asintió con la cabeza. Tomó su caja musical y empezó a caminar.

—A la misma hora —dijo, y fue como si hubiesen implantado un acuerdo.

El gato estiró su espalda, se bajó de la fuente y se dispuso a seguir a Jimin.

—¡Nos vemos! —exclamó Jungkook.

—Nos vemos, Jungkook —dijo dando vuelta en sus talones y dando unos pasos en reversa, para luego retomar su camino y alejarse trotando por la peatonal.

Jungkook suspiró al verlo hacerse pequeño a lo lejos, emocionado por verlo al día siguiente. 

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Saludosss.
Escribir esto se siente re lindo, es como un mimo a mi cerebro. Espero que a ustedes también les guste leerlo <3

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Where stories live. Discover now