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Se abrió la puerta de la tienda, haciendo sonar a la campanilla. Jungkook abrió los ojos, los entrecerró al sentirse encandilado con la luz del Sol que entraba por la ventana. Se estiró en su cama improvisada, sintiendo el duro suelo. Le dolían un poco las caderas por haber dormido de costado sin darse cuenta. Se sentó, miró hacia la cama. Jimin dormía boca abajo, con una rodilla flexionada y otra estirada y las manos debajo de la almohada. Así, podía apreciar toda su silueta, cubierta por las mantas.
Se sintieron pasos en la escalera. Jungkook no podía despegar la vista de aquella imagen etérea en la que luz pasaba a través de los cabellos del chico, su espalda subía y bajaba por la respiración que transitaba por sus redondos labios entreabiertos, su delicada mejilla se aplastaba contra la almohada y sus largas pestañas decoraban aquellos párpados relajados. Se sentía como dentro de un cuento, en el que tendría que darle un beso para despertarlo.
La puerta de su cuarto se abrió de golpe.

Jungk... —Lo iba a saludar Clarice, pero él se apresuró a poner el dedo índice sobre sus labios en una señal de que guardara silencio. 

Clarice lo miró extrañada, miró hacia la cama. Sus ojos se abrieron en sorpresa. Jungkook decidió que era momento de levantarse. Se puso de pie y guio a Clarice fuera de la habitación. Cerró la puerta.

—¿Ese era Jimin? —preguntó en un susurro, una expresión curiosa se dibujó en su rostro— ¿Qué hace aquí?

Jungkook miró hacia la puerta cerrada con las manos en los hombros de la chica. La soltó, se le escapó un suspiro entristecido.

—Él... —empezó a decir— Robaron en el orfanato y mataron a la directora, era como su madre —explicó en voz baja.

Clarice se tapó la boca con las manos, preocupada. Miró hacia la puerta.

—¿Qué va a hacer ahora?

—Es incierto... —dijo Jungkook para después apretar sus labios con pena— El Velorio es en un rato, quedé en acompañarlo. Iba a llamarte para avisarte pero ya era muy tarde en la noche, tienes el día libre.

—¿Estaría bien que yo vaya también?

—Te lo agradecería —dijo Jungkook caminando hasta la cocina. Puso agua a hervir.

Clarice lo siguió. Recargó su peso en el marco de la puerta y se cruzó de brazos.

—¿Y tú cómo te sientes con todo esto? —habló ella con seriedad.

Jungkook preparaba café.

—¿Con qué? —preguntó concentrado en la medida de azúcar que vertía en la taza.

—Lo que hablamos el otro día, tus sentimientos por él... —habló moviendo la mano como si le diera señal a Jungkook de que siguiera.

Jungkook suspiró, dejando lo que estaba haciendo. Volteó a mirar a su amiga.

—No puedo pensar en eso ahora, no cuando él está mal.

—¿Vas a dejar de buscar excusas para evadir el tema?

Jungkook se volvió a dar vuelta y, sin decir nada, puso dos rodajas de pan en la tostadora.

—Yo sé lo que hago, me ocuparé de eso cuando sea el momento correcto.

Clarice puso los ojos en blanco y, negando con la cabeza, lo dejó solo.

—Voy a casa a cambiarme, vuelvo en un rato —dijo ella saliendo del estudio.

Jungkook volvió a suspirar. Se llevó sus dedos índice y pulgar al puente de su nariz. Se calmó. Lo que había hecho su amiga no era nada más que darles púa a pensamientos que ya había tenido. Sabía que ella tenía razón, sabía que él estaba evitando la situación. Pero confiaba en que las cosas saldrían bien si se tomaba su tiempo, si daba con el instante justo. No quería arruinarlo, no iba a arruinarlo. 

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Where stories live. Discover now