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La puerta hizo movimiento de vaivén hasta que se cerró, ahogando el sonido de las voces de los niños y niñas que conversaban y reían entre sí. Jimin soltó la mano de Jungkook, se cruzó de brazos y recargó su peso sobre la pierna izquierda.

—¿Me seguiste? —cuestionó un poco ofendido.

—No era mi plan inicial —dijo Jungkook levantando las manos como mostrándose inocente, generando que varios objetos dentro de su portafolios hicieran ruido.

Jimin lo analizó con la mirada, chasqueó la lengua y relajó su postura. Jungkook bajó las manos.

—Ahora ya está hecho... —dijo Jimin en un suspiro.

—No lo entiendo —habló Jungkook negando con la cabeza—, ¿trabajas aquí?

Jimin lo miró por unos segundos pensando en qué decir a continuación.

—Vivo aquí —Señaló con su barbilla hacia una puerta que había a su derecha, esta tenía un cartel con su nombre en una manuscrita temblorosa.

Jungkook pestañeó lento, confundido mientras leía el cartel.

—Nunca me adoptaron, así que cuando cumplí la mayoría de edad me quedé para ayudar en los quehaceres del orfanato —volvió a hablar.

—¿Alguna vez pensaste en irte?

Jimin humedeció sus labios y lo miró fijo, pensando en su respuesta.

—Ven —dijo haciendo una seña con su mano para que lo siguiera.

Abrió la puerta que estaba justo a su lado e invitó a Jungkook a entrar. El diseñador entró primero, Jimin lo siguió y entrecerró la puerta.

Del techo de la habitación, alto y de la misma madera oscura que el suelo, colgaba un candelabro de tres lamparillas pequeñas. Las paredes estaban pintadas de celeste en la mitad superior, dividida en dos por una guarda con dibujos de osos de peluche, y pintadas de gris en la mitad inferior.
Había una cama de barrotes de metal con mantas blancas, una almohada delgada y un cubrecama de lanas de colores tejido a crochet. Al lado había una cómoda de madera de tres cajones que contenía todas las pertenencias del chico. Encima de esta estaba la caja musical que llevaba a la calle para bailar.

—Puedes sentarte —lo invitó.

Jungkook asintió con la cabeza y se sentó en la cama haciendo que los resortes rechinaran. Puso su portafolios en su regazo.
Jimin se arrodilló en el suelo, levantó un par de tablas que estaban flojas y las dejó a un lado. Metió su mano en el agujero hasta la altura del hombro, frunció el ceño e hizo fuerza. Entonces sacó una funda de almohada llena de cosas. Se levantó del suelo y puso la funda de almohada arriba de la cama, la abrió para que Jungkook pudiera ver su contenido: eran monedas y billetes, un montón de dinero.

—¿Qué es esto? —preguntó Jungkook, asombrado.

—Ahorros —dijo llevando sus manos a su cintura—. Planeo tomar clases y vivir de bailar en la calle —Jungkook lo miró con escepticismo—. Es posible. Esto lo gano bailando solo los fines de semana, imagina si bailara todos los días —se sentó al lado de Jungkook—. Y, ¿quién sabe? Tal vez pueda empezar mi propia escuela de baile algún día.

Jungkook lo miró por unos segundos, se sonrió, le recordaba a su propia mente soñadora de aquellos tiempos cuando ser diseñador y tener su propia tienda parecía inalcanzable.

—¿Qué te detiene?

Jimin torció sus labios hacia un costado y miró hacia el agujero del suelo.

—La señora Park, la directora... es como mi madre, si me voy le partiría el corazón —dijo con dolor en su voz— Y los niños... algunos llegan, otros se van... pero todos son como mis hermanitos, no podría abandonarlos, me necesitan.

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Where stories live. Discover now