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Jungkook no recordaba la última vez que se había sentido tan nervioso. El corazón le latía a mil. 
Se había pasado toda la mañana limpiando su estudio. Recogió las bolitas de papel, sacó las telarañas de las esquinas del techo, les quitó el polvo a las hojas de las plantas, barrió, lavó el piso, limpió los vidrios, prendió un incienso que dejó en el escritorio y vistió a los maniquíes con los diseños que ya tenía terminados.
Cuando todo estuvo en orden, Jungkook largó un suspiro entre satisfecho y cansado. Clarice entró a la habitación.

—Este lugar está como nuevo, casi no lo reconozco —expresó fascinada.

—¿Dices que está bien? —habló Jungkook antes de morder sus uñas— ¿Qué hora es? —miró al reloj de la pared.

—Cálmate —dijo Clarice, risueña, posando una mano en el hombro de Jungkook—, todo está perfecto.

Entonces se escuchó la campanilla de la puerta de entrada. Jungkook reprimió un grito. Fue hasta el baño y acomodó sus cabellos para después ponerse perfume, todo bajo la divertida mirada de Clarice. Se mentalizó para salir afuera. Salió del baño acomodándose el saco. Clarice soltó una risa burlona, Jungkook negó con la cabeza y bajó las escaleras.

Cada escalón que bajaba, se sentía como en una de esas películas donde el personaje principal baja de su habitación para ir al baile de graduación. Rechinaba su emoción. Pisó la planta baja y, entre los maniquíes cubiertos de sábanas, allí estaba: la gracia de su porte lo hacía ver como una escultura clásica, luciendo los mismos harapos de siempre que no hacían más que resaltar su belleza. Sus ojos expresivos miraban alrededor con curiosidad y, cuando se encontraron con las maravilladas pupilas de Jungkook, sonrió. 

—Que lindo lugar —dijo Jimin con cortesía.

Jungkook se contagió de su sonrisa, ya un poco más calmado. 

—Ven, sígueme —Hizo una seña con su mano antes de empezar a subir las escaleras.

—Permiso —dijo el rubio antes de pisar el primer escalón.

Jungkook abrió la puerta de su estudio, entró y se hizo a un lado para que Jimin pasara. Clarice le hizo una seña con sus dedos pulgares, dándole ánimos. Los ojos del más bajo brillaban y su boca se había abierto en un asombrado "guau". Caminó a paso lento entre los maniquíes vestidos, apreciando cada detalle. Volteó a mirar a Jungkook.

—¿Puedo tocar? —dijo refiriéndose a un vestido con falda de tul.

—Por supuesto —le dio permiso con su mano.

Jimin tomó la tela de la falda con la punta de sus dedos índice y pulgar, sintiendo la textura porosa. Luego pasó su mano a una de las mangas abultadas del vestido.

—Ese fue mi primer diseño al verte bailar —confesó Jungkook, sonriendo mientras recordaba aquel momento.

—¿Todo lo cosiste tú? —preguntó asombrado.

—Casi, Clarice me ayuda.

—Cuando me lo permite —agregó ella.

Jimin siguió caminando por el estudio, bajo la atenta mirada de Jungkook. El siguiente diseño que llamó su atención fue un traje de tela negra estampada en plateado, con el saco corte torera y el pantalón de tiro alto. Estaba acompañado de una camisa negra que en el cuello tenía unos pequeños y delicados volados negros en transparencia. Tocó el saco sintiendo el relieve del género. 

—Ese es tuyo —dijo Jungkook acercándose a él con las manos detrás de la espalda.

—¿Mío? —exclamó sorprendido.

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Where stories live. Discover now