❀20❀

1.5K 225 74
                                    

Como Clarice había dicho, Jungkook lucía deslumbrante. Su cabello estaba peinado hacia un lado, creando un hermoso volumen. El saco le ajustaba el cuerpo, como tallado en mármol.
Jimin lo observaba y le parecía ideal para una boda. Podía imaginar a Jungkook esperando a la novia en el altar, con los ojos brillantes de emoción y la sonrisa más radiante del mundo. Y ella, igual de espectacular, avanzando del brazo de su padre, dejando un rastro en los pétalos de la alfombra con la delicada cola del vestido. Y entonces, cuando se encontraran cara a cara, Jungkook alzaría el velo para revelar el rostro de la afortunada chica. Le temblarían las manos y la felicidad se reflejaría en su expresión. Y cuando se dieran el beso que sellaría el pacto, con esos labios que ya lo habían besado, confirmarían también su amor... tan perfecto y digno de una revista como seguramente sería, y como debía ser.
Jimin suspiró pesado ante esa idea, sin siquiera darse cuenta.

Clarice lo sacó de su trance de fantasías lejanas al ponerle en frente un montoncito de folletos. Jimin llevó su atención a ellos, un poco perdido, para después tomarlos entre sus manos. Faltaban dieciocho días, se volvía más real a cada hora que pasaba: bailaría frente a personas que podrían darle oportunidades. Oportunidades que, si las aprovechaba, podrían resolverle la vida.
De nuevo, esperanzado esta vez, suspiró. 

Clarice golpeó sus palmas, elevando las vibras del lugar.

—Bien, ¡marchando! —dijo dando media vuelta para después salir del estudio.

El rubio le dedicó una mirada a Jungkook, como pidiéndole permiso. Él miró hacia otro lado e hizo una seña con su mano para que avanzara. Jimin tragó saliva y se levantó de su asiento. Al pasar por al lado de Jungkook, una fragancia como amaderada y cítrica se apoderó de su olfato haciéndolo voltear hacia él de manera inconsciente. Debajo de su ropa, estaba erizado. Decidió ignorar todo eso y seguir su camino.
Se preguntaba dónde había quedado su parte carismática, esa parte simpática que siempre encontraba la manera de hacer reír a las demás personas y hacer que un momento incómodo se volviera ameno. Al parecer, esa parte de él había desaparecido y no sabía por qué. Prefería adjudicárselo a todas las cosas que había tenido que pasar recientemente: el funeral y su emancipación del orfanato. No quería pensar que fuera por otras razones. 

Bajó las escaleras con todos esos pensamientos acosándolo. Jungkook bajaba detrás de él sin decir una palabra. 
Los tres salieron de la tienda, Jungkook trancó la puerta con su juego de llaves. 

—¿A dónde vamos? —preguntó Jimin.

—¡A todas partes! —exclamó Clarice con una energía envidiable.

Jungkook aclaró su garganta.

—Será mejor si nos separamos —dijo por lo bajo. Jimin notó la forma en que Jungkook tocaba el brazo de Clarice, sutil, como llamando su atención. 

—¡Oh! —reaccionó ella, le lanzó un rollo de cinta adhesiva y Jimin lo atrapó. Clarice enredó su brazo con el de Jungkook— Jungkook y yo vamos hacia el sur, tú ve hacia el norte —empezó a caminar, casi que arrastrando a Jungkook, levantó su otro brazo para despedirse de espaldas—. ¡Suerte!

Jimin bajó los brazos, viendo cómo se alejaban. Vio la forma en que Clarice le hablaba a Jungkook de cerca y él le respondía de la misma manera. Estaban concentrados en su conversación. Jimin se preguntaba si Jungkook le estaría contando lo que había pasado en la noche.

—Por supuesto que sí... —pensó Jimin en voz alta, llevando sus dedos índice y pulgar al puente de su nariz. No tenía que ser necesariamente malo— Por supuesto que lo es.

Dio media vuelta, mirando en dirección contraria al diseñador y su ayudante. Miró los volantes, torció la boca, no tenía idea de dónde dejarlos. 

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Onde histórias criam vida. Descubra agora