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Al abrir los ojos, ante él, había una lisa pared de madera llena de nudos. No sabía en qué momento de la noche se había dado vuelta ni sabía en qué momento de la mañana Jungkook se había levantado. Jimin tocó las sábanas arrugadas a su lado, estaban más frías que tibias. Se sentó en la cama, miró alrededor.
Aún no se acostumbraba a despertarse allí. Sentía que después del sueño estaría en su habitación del orfanato, aquella con las paredes decoradas con una guarda de osos de peluche, que miraría al techo y allí estaría ese viejo candelabro que en cualquier momento se caería. Esperaba escuchar la voz de Jackson, llamándolo para desayunar, para que se metiera en la cocina y le diera un emparedado extra a escondidas de los demás niños.
En aquel entonces, no era consciente de lo mucho que atesoraba todo eso.

Un aroma a tostadas despertó su olfato, seguido del "ding" de la tostadora anunciando que estaban prontas. Sintió a su estómago rugir, se llevó la mano al abdomen ante el sonido.

Jimin se destapó y puso los pies en el suelo. Estiró sus brazos y salió de la habitación. El estudio estaba vacío. Los maniquíes estaban a solas ventilando, con la brisa que entraba por la puerta del balcón, las telas que los cubrían.

Escuchó a una dulce voz tararear desde la cocina. Era un timbre entre rasposo y delicado. Se quedó estático a un lado del escritorio, atento. La voz que escuchaba era como el agua: por momentos fluía con suavidad como un río, por momentos caía con fuerza como un chaparrón... de pronto sonaba pura, de pronto sonaba con sabor... era dulce y salada, fría y caliente.
Caminó hasta el marco de la puerta de la cocina, sigiloso. Jungkook untaba manteca en los panes que acababa de tostar. Su camisa estaba desprendida, los dobladillos de su pantalón tocaban el suelo al estar descalzo. Estaba distraído, con el rostro calmo, mientras entonaba con destreza lo que fuera que estuviera cantando. A Jimin se le secó la boca. Sintió sed. Se le escapó un quejido como de tos.

Jungkook volteó a mirarlo con una sonrisa natural que, al conectar miradas, se borró. Volvió a lo que estaba haciendo. Jimin tragó saliva al sentir la tensión.

—No sabía que cantabas —quiso sacar tema de conversación. Sabía que, en parte, él había generado esa tensión. 

Jungkook empujó su mejilla con su lengua. Asintió. Su rostro estaba serio.

—No lo hago —dijo sin mirarlo. Tomó dos sobres de té y puso uno en su respectiva taza.

Jimin tomó aire por la nariz, dejando caer su cuerpo hacia el costado para volver a impulsarse en dirección contraria con su mano. Dio unos golpecitos en el marco con la base de su mano, sin saber qué decir. Soltó una risita.

—Cantas muy bien como para no hacerlo...

Jungkook se rascó la nariz, miró a Jimin. Suspiró, dio media vuelta y recostó su peso en la mesada. La mirada de Jimin fue fugaz hacia su pecho descubierto, para después perderse en algún rincón entre la pared y el techo.

—Formé parte del coro de mi escuela, de niño —contó con la mirada clavada en el suelo. Presionó sus labios hasta formar una línea, soltó aire por su nariz en un gesto cansino—, eso es todo.

Jimin asintió lentamente, en silencio. Era un ambiente incómodo, como forzado, lo sentía en su pecho.
Quería remediarlo, no le gustaban las cosas como estaban. Quería volver a conocerlo y empezar de cero. Quería ser claro desde el principio, así tal vez Jungkook no hubiera confundido las cosas. Quería ser su amigo, quería poder hablar, quería poder estar cerca, quería... 

—Jungkook... —lo llamó con intenciones de hablar al respecto. Jungkook lo miró a los ojos y le robó el habla. Intentó expresarse pero lo único que salieron de su boca fueron balbuceos sin sentido. Se sentía sin derecho a hablarle. No entendía la razón, pero le costaba transmitir sus sentimientos. Que eran simples, obviamente superficiales. Solo eso.

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Where stories live. Discover now