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La máquina de coser de Jungkook funcionaba sin parar. Unía con costuras invisibles las piezas de tela que recortaba Clarice con precisión y sumo cuidado. El trabajo en equipo era su fuerte, tenían una buena dinámica. Jungkook terminaba de coser y le mostraba a Clarice para que le diera su opinión. Aceptaba las críticas y hacía las correcciones, que eran mínimas. Seguían las planificaciones de Jungkook al pie de la letra con la meta de que el resultado final fuera lo más parecido posible a los dibujos del diseñador.
Habían perdido la noción del tiempo cuando escucharon las campanadas de la iglesia marcando las siete de la tarde. Extrañado, Jungkook soltó el pedal de la máquina y miró el reloj para comprobar la hora. Miró afuera, estaba oscureciendo.

—Jimin no ha regresado —observó él.

—Qué extraño —dijo Clarice dejando la tijera en el suelo—, ¿crees que le haya pasado algo?

—De seguro no. Él dijo que quería despejar la mente.

—Pobre, debe estar saturado —habló volviendo a cortar.

Jungkook pisó el pedal para seguir cosiendo, intentando volver a enfocarse. Chasqueó la lengua, se detuvo.

—¿Y si hice algo mal?

—¿Otra vez con eso?

Jungkook soltó un suspiro al sentirse incomprendido.

—No lo entiendes, anoche... Anoche dormimos en mi cama.

—¿Y eso es malo? —preguntó confundida, consciente de los sentimientos de Jungkook hacia él.

—Yo... acaricié su rostro —confesó avergonzado

—¿Y eso es malo? —volvió a preguntar.

—Yo pensaba que estaba dormido, no era así, se dio cuenta —frunció los labios con preocupación, pasó la punta de su dedo por el caminito de hilo que había hecho la aguja en la tela—. No quiero quedar como un depravado que espera a que se duerma para tocarlo.

—Dudo que piense eso -—dijo risueña, en un intento de calmar a Jungkook. Hizo otro corte.

—¿Cómo puedes estar tan segura? —habló apoyando el codo en el escritorio y reposando su mentón en su mano.

—¿En algún momento lo viste actuar como si le molestara?

Jungkook abrió la boca para responder, pero no pudo emitir ninguna palabra. La verdad era que no había prestado atención a eso: estaba tan preocupado de sus propios sentimientos y tan temeroso de lo que pudieran ocasionar en Jimin, que nunca se había detenido a observar realmente las respuestas de Jimin. Solo suponía e imaginaba lo peor, no estaba prestando real atención.

Se escuchó la campanilla de la puerta. Jungkook espabiló, miró a Clarice con los ojos abiertos de par en par. Ella se levantó del suelo y se quitó el polvo de la ropa.

—Me retiro —dijo para después esbozar una sonrisa plana—. Tengo que ayudar con la cena en casa, vienen mis tíos del campo.

Jungkook también se puso de pie, caminó hasta Clarice y le dio un abrazo profundo. Se escucharon pasos en la escalera.

—Gracias por ayudarme hoy —dijo antes de separarse, pasando a tomar los hombros de la chica con sus manos—, en todo.

Ella sonrió de lado, conmovida.

Jimin abrió la puerta del estudio. Los miró a ambos, curioso. Jungkook soltó a Clarice y se rascó la nariz.

—Bueno, me retiro —habló ella. Volteó a mirar a Jimin—. Hasta mañana.

—Hasta mañana —se despidió Jimin con la mano que tenía libre, en el otro brazo tenía colgadas unas mudas de ropa.

Clarice posó una mano en el hombro del rubio y bajó por las escaleras.

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Where stories live. Discover now