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Cuando la carta estuvo escrita, la dejó sobre la mesa de luz y apagó la lamparilla.

—Gracias —le dijo Jimin en cuanto volvió a la cama.

Sus ojos se habían acostumbrado a la luz, otra vez no veía nada, pero por su voz podía deducir que el chico estaba más alegre. Se sintió realizado.

—No me agradezcas, es lo mínimo que puedo hacer.

—Es más de lo que puedo pedir...

Jungkook negó al instante.

—Tú puedes pedir el mundo, Jimin.

—El mundo... —murmuró el rubio, volteando hasta quedar boca arriba en la cama. Posó sus manos sobre su abdomen y su pecho y suspiró— Oh, cuánto quiero conocer el mundo...

Jungkook sonrió de lado. Se acomodó de costado con la vista fija en el rostro del contrario, con la esperanza de que su visión se volviera a acostumbrar a la oscuridad, para mirarlo y así deleitar su vista todo lo que quisiera. Era casi una necesidad. 

—¿Qué quieres conocer?

—Primero, quiero recorrer hasta el último rincón de Inglaterra —empezó a decir con emoción en su voz—. Después, viajar por toda Europa. Quiero comer caracoles en Francia y aprender a bailar flamenco en España, quiero comprobar si todo es como se ve en las postales o como lo relatan en los libros —Giró su rostro hacia Jungkook—. Luego voy a visitar el continente asiático —Se detuvo por unos segundos, aclaró su garganta—. La señora Park me dijo que mis padres biológicos son de Corea, pero no tengo recuerdos de eso, era un bebé cuando me trajeron al orfanato —Guardó silencio, pasó a hablar con inseguridad—. ¿Tú recuerdas cómo es?

Jungkook llenó sus pulmones de aire.

—No quiero desilusionarte... pero la guerra hizo estragos con el país. Murieron más de un millón de personas, militares y civiles. Ahora Corea está dividida en dos: Corea del Norte y Corea del Sur.

—Había escuchado algo de eso... —habló Jimin con la voz apagada, se acomodó de costado, frente a Jungkook. 

—Yo decidí irme en busca de una vida mejor... pero no niego que en un futuro sea un lindo lugar para visitar. Tiene una cultura interesante. Es la casa del taekwondo y el pansori, puedes probar kimchi y soju. Una de mis inspiraciones para ser diseñador de modas fue Andre Kim, aunque después me influenció más la moda europea.

—¿No extrañas a tu familia? —preguntó Jimin, tapándose con las mantas hasta el cuello.

Jungkook lo pensó por unos segundos.

—Un poco, a veces mucho, pero nos mandamos cartas cada tanto y nos mantenemos en contacto.

—¿Puedes hablar coreano? —habló Jimin, curioso.

Ne, majayo —dijo con dulzura.

—¿Eso qué significa?

—Significa "sí, claro".

—Tu voz se escucha muy diferente en coreano —dijo adormilado.

—¿Te gusta? —rió. 

Jimin se quedó en silencio. Jungkook se dio cuenta de lo que había preguntado.

—Perdón —se apresuró a disculparse—, no quise incomodarte.

—Está bien —habló Jimin con calma—, no dijiste nada malo —bostezó—. Me gusta tu voz, en cualquier idioma.

Jungkook sintió esas palabras haciendo eco en su mente. Jimin le había dicho algo lindo y, por más mínimo que haya sido, Jungkook lo percibió con letras mayúsculas. Sintió la sangre subiendo a su rostro, siendo bombeada a cien kilómetros por hora por su sensible corazón que parecía alterarse por cualquier pequeño detalle. Se sentía como un adolescente, inexperto y emocional. Se preguntaba si Jimin era consciente del efecto que tenía en él, si sabía que con unas simples palabras podía llegar a fantasear con mariposas y caramelos de miel, si sabía que con su sola presencia hacía que todo su universo diera un vuelco y se desmoronara cualquier barrera que intentara imponer. 

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora