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Jungkook sintió como si estuviese cayendo de cien metros de altura sin paracaídas, como si el suelo debajo de él desapareciera y fuera a impactar contra el último aro del infierno. Se enfrentó a sus pensamientos más indecentes y sintió vergüenza, temió ser transparente y exponer sus deseos.
Miró para cualquier punto que no fuera la figura de Jimin, en un intento de ahuyentar a cuál fuera el demonio que lo estaba poseyendo en ese momento. Aclaró su garganta. 

—Yo... quiero que duermas cómodo —terminó por decir Jungkook, apelando a esa fracción de sus intenciones que sí eran puras. 

Jimin negó con la cabeza.

—Hay espacio suficiente para ambos.

Jungkook miró a Jimin a los ojos, buscando en ellos cualquier tipo de señal que lo hiciera negarse e insistir en dormir en camas separadas. No la encontró. Se sentó en las mantas, sus rostros quedaron más cerca, a oscuras, apreciando el reflejo de la luz de afuera en las pupilas del contrario.

—¿Estás seguro? —preguntó el diseñador con los latidos en la boca.

Hubo unos segundos de silencio. Jimin asintió.

—No puedo soportar que sigas durmiendo en el suelo —habló el rubio—, me siento culpable —dijo lo último entre risas.

Jungkook tomó una respiración profunda por la nariz. Humedeció sus labios, nervioso, y por fin se puso de pie. Jimin sonrió y se acostó para después taparse con las mantas.

—Lo que sí te voy a pedir es que me dejes el lado del borde —dijo Jimin, animado.

—¿No te gusta dormir contra la pared? —se extrañó, risueño, mientras se adentraba en la cama con cuidado de no pisar a Jimin.

Ambos quedaron acostados en posición fetal, frente a frente. Jimin negó con la cabeza.

—Toda la vida dormí del lado del borde.

Jungkook se aferró a las mantas para taparse hasta el cuello. 

—A mí, de chico, me daba miedo la oscuridad. Entonces dormía contra la pared porque me hacía sentir más seguro.

—Adorable.

Jungkook sintió que esa palabra, cual aspiradora, se robó todo su oxígeno. Se hizo el silencio. Jungkook miró hacia el frente, en dirección al rostro de Jimin. Estaba oscuro. Apenas si podía distinguir las facciones del chico. Podía adivinar el contorno de su nariz y sus pómulos. De a poco, su visión comenzaba a acostumbrarse a la penumbra. Ante él, de un oscuro gris, se dibujaron los labios más hermosos que había visto. Debajo de las mantas, sentía el calor del cuerpo ajeno. En su rostro, percibía su respiración. En sus narinas, navegaba entre el aroma que emanaba del cabello de Jimin. Miró hacia donde intuyó que estarían sus ojos, le costaba distinguir si estaban abiertos o cerrados. Por momentos le parecía ver que sus pestañas se batían, dudaba que fuera su imaginación.
Porque si no era su imaginación, si se estaban mirando el uno al otro en la oscuridad, y estaban solos, y juntos...

—¿Tienes los ojos abiertos? —preguntó Jimin, como quitándole las palabras de la boca.

Jungkook cerró los ojos al instante, nervioso.

—No —mintió.

—Te vi cerrarlos.

Jungkook volvió a abrir los ojos. Jimin lucía una hermosa sonrisa y sus ojos rasgados lo miraban a él. En aquella mirada cansada, percibía tranquilidad. En aquella sonrisa sutil, percibía cuidado. Era como si quisiera acaramelarlo, endulzarlo para después devorar la manzana. Y Jungkook simplemente se dejaría hacer hasta que cada parte de su cuerpo nutriera a la felicidad del contrario, y pasara a formar parte de él y viajara por sus venas a través de todo su ser.
Pero todo era más claro. En aquella mirada cansada, percibía dolor. En aquella sonrisa sutil, percibía nostalgia. Era como si intentara, con todas sus fuerzas, aparentar estar bien. Cuando en realidad su mundo se derrumbaba, y sus esperanzas se perdían y sus sueños se esfumaban. Jungkook no ignoraba nada de eso, no podía evitar buscar soluciones. Quería ayudarlo, quería acompañarlo; sacarlo adelante. 
La sonrisa se borró y sus orbes marrones se cerraron. Su cuerpo se contrajo y de entre sus labios se escapó un suspiro entrecortado. Las cejas de Jungkook se enarcaron en preocupación cuando sintió a Jimin temblar. Jungkook extendió su mano con intenciones de acariciar su rostro, se detuvo a medio camino: probablemente Jimin no quería ser tocado. Mordió su labio inferior, regresando la mano hacia abajo de las mantas. 
No sabía qué hacer.

—Jimin... —lo llamó por lo bajo, intentando transmitir consuelo con su voz.

—Perdón —se disculpó al instante. Secó sus lágrimas con el dorso de sus manos—, perdón.

—No hay nada que tenga que perdonar —probó decir a ver si lograba recuperarse.

—Es que... —Sorbió su nariz— Parece que, cuando creía que estaba en una buena etapa de mi vida, todas las cosas están saliendo mal juntas y no sé si pueda soportarlo —soltó una palabra tras otra, exponiendo sus pensamientos más profundos—. Y no sé cómo voy a salir de esta. No puedo irme porque no tengo nada de dinero y, al quedarme, voy a ver cómo el orfanato se hunde en la quiebra. Si me voy, pierdo a Suan para siempre. Si me quedo, jamás podré dedicarme a la danza. Estoy atrapado, Jungkook.

El pelinegro tenía el corazón en la mano. Quería absorber todo su dolor y sufrirlo él. Tenía que haber una manera. Tenía que haber una forma de arreglar todo. Un punto medio, una tercera opción...
Entonces lo vio como con luces y coros celestiales.

—Jimin —lo volvió a llamar, animado esta vez. Posó una mano en el hombro del chico.

Jimin lo miró a los ojos con el semblante confundido.

—Creo que tengo una idea —habló Jungkook, sonriente. En los ojos de Jimin se vio un brillo especial, por primera vez en horas—, podemos hacer una subasta.

—Una... ¿subasta? —dudó Jimin, con un ápice de alegría.

—Sí —Jungkook giró en la cama, quedando boca arriba—. Yo pensaba renovar los diseños viejos para empezar a alquilarlos en la tienda y abrir, pero eso puede cambiar. 

—No sé si...

—Sí —interrumpió, se sentó en la cama. Jimin lo siguió—. Podemos subastar mis antiguos diseños en beneficio al orfanato. Podemos hacer que la entrada sea algún alimento no perecedero y que todo sea donado al orfanato.

—¿Crees que sea posible? —preguntó Jimin, ya más esperanzado.

—¡Por supuesto! A la gente rica le encanta la caridad.

—Pero... ¿qué hay de tu tienda?

—Eso puede esperar, esto es más importante.

Jungkook se levantó de la cama bajo la atenta mirada de Jimin.

—¿A dónde vas? —preguntó cuando lo vio salir de la habitación.

Jungkook regresó unos segundos después con una hoja y un lápiz. Encendió la lamparilla y se arrodilló frente a la mesa de luz.

—No sé a qué hora puedo encontrar a Hana Lee, así que le escribiré una carta —dijo antes de empezar a escribir.

—¿La señora del desfile de modas?

Jungkook asintió. Detuvo su mano para pensar unos segundos en qué escribir a continuación. Volvió a trazar las palabras que le darían una oportunidad. 

—¿Qué dirá la carta?

Jungkook sonrió de lado, mirando el papel.

—Que tengo una idea para que aparezca en la portada de los diarios.

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mi bestie está aprendiendo italiano en dualingo mientras escribo esto, después de tomar grappamiel. no lo entenderían, uruguay. 

un amigo comparó la escena de la cama con un clip de los simpson jajaja

ese beso se hace desear, slow burn, beibis.

espero que les haya gustado jsjs deben tener paciencia 

¡Nos leemos! 

Inspírame 🧵 [JiKookMin]Where stories live. Discover now