Part. 12

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Lágrimas caían por mis mejillas, mientras miraba a la nada sentada en el medio de la cama, asimilando lo que acababa de pasar hasta que mi cerebro me gritó fuertemente que parara, que no valía la pena seguir llorando, solo me hacía sentir más débil.

Me levanté de la cama y saqué del closet un abrigo, tomé las llaves de mi auto junto con mi teléfono y salí sin rumbo.

Iba manejando por la ciudad, había llegado a la playa y contemplaba lo que quedaba del lindo atardecer, hasta que vi a lo lejos el logo de una de mis cafeterías favoritas.

Con entusiasmo manejé hasta él, tenía muchas ganas de comer una tartaleta de fresa y no hay mejor lugar que este.

Estacioné el carro y baje para entrar al establecimiento, cuando llegue al mostrador una joven me atendió muy amablemente y pedí un frappuccino de café con crema batida con chispas de chocolate y obviamente la tartaleta de fresa.

Cuando llegó el momento de pagar, revisé mis bolsillos y entre en pánico cuando no sentí mi billetera, le pedí 1 segundo a la joven y fui corriendo al carro a buscar algo de dinero, pero nada, no había traído ni la billetera, ni la cartera.

Rápidamente revisé si tenía dinero en mis billeteras móviles, pero recordé que no había ido al banco a depositar y que mis últimos 50 dólares los había gastado en gasolina, me llevé la mano a la frente y con mucha pena tuve que regresar con la señorita y decirle que no había traído dinero, disculpándome por hacerle perder el tiempo.

Me retiré del establecimiento y antes entrar al carro, camine hasta un pequeño banco que estaba mirando al mar, fue donde me senté y me quede ahí, sola, viendo fijamente mientras sentía el viento en mi cara y seguía pensando en mi vida.

No sé cuánto tiempo paso, pero estoy segura que fueron más de 30 minutos en los que me encontraba en la misma posición, algunas lágrimas caían por mis mejillas, pero no evitaba que continuaran su travesía hasta llegar al suelo.

Sinceramente ver como el sol estaba en sus últimos minutos me había brindado una paz indescriptible y ya me sentía medio lista para regresar a casa y continuar, pero cuando estaba a punto de pararme el sonido de mi estomago me volvió a la realidad, haciendo que me ponga aún más triste porque realmente quería esa tartaleta.

Resignada me paré, me limpié las lágrimas y al voltear mi impresión fue tanta que me quedé inmóvil de solo verlo, fue él quien con una sonrisa extendió sus manos y comenzó a hablar.

- creo que esto es tuyo -dijo mientras me entregaba un frappe y sobre todo una tartaleta

- que... ¿qué hace aquí?... - pregunté confundida

- tan feo soy para que me mires de esa forma - respondió en un tono burlón, pero mi impresión no se iba y comencé a sentir miedo cuando llegó a mí me mente una posibilidad

- ¿qué hace aquí? ¿me está siguiendo? -dicho eso su sonrisa se borró y respondió muy calmadamente

- no, justo estaba en el establecimiento cuando te vi entrar e hiciste esa pequeña escena, por lo que vi asumí que no traías dinero y cuando acabé mi café me acerqué al mostrador para preguntar qué era lo que habías pedido y bueno aquí estoy, con un frappe y una tartaleta - al escucharlo, mi tranquilidad volvió y se me hizo chistoso esta coincidencia

- muchas gracias, solo... debo preguntar... ¿es de fresa?

- sí, es exactamente lo que pediste - no pude evitar sonreír y tomar de una vez las cosas

- en serio gracias, no tenía por qué hacerlo, prometo pagárselo

- no tenía, pero quería y no, es un regalo de mi parte, entonces... ¿quieres comer aquí o entramos a la cafetería?

Eres Mía - Imagina con JiminWhere stories live. Discover now