Capitulo 1

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Estoy terminando de cenar con mi familia y mi prometida cuando mi marido llama.

Es el sexagésimo cuarto cumpleaños de mi padre. Lleva su suéter favorito; uno de cachemir verde botella que mi hermana mayor, Valentina, y yo le compramos hace dos años. Creo que por eso le gusta tanto. Bueno, y también porque es de cachemir. Para qué nos vamos a engañar.

Mi madre está sentada a su lado, con una blusa vaporosa blanca y unos pantalones caqui, intentando contener una sonrisa. Sabe que dentro de poco llegará una pequeña tarta con una vela y cantarán el cumpleaños feliz a mi padre. Siempre disfruta de las sorpresas como si fuera una niña pequeña.
Mis padres llevan casados treinta y cinco años. Han criado juntos a dos hijas y son propietarios de una librería a la que le va bastante bien. Tienen dos nietas adorables y una de sus hijas se está haciendo cargo del negocio familiar. Tienen motivos de sobra para estar orgullosos.

Es un aniversario feliz para mi padre. Vale está sentada al otro lado de mi madre. En momentos como este, cuando las veo a las dos juntas, mirando en la misma dirección, es cuando me doy cuenta de lo mucho que se parecen.

Tienen el pelo color chocolate, ojos verdes y son de complexión menuda. Yo soy la hija que se quedó con el trasero grande.
Menos mal que al final he llegado a apreciar ese detalle de mi anatomía. Hay un sinfín de  canciones dedicadas a los traseros generosos, y si hubo algo que aprendí al llegar a los treinta, es que debía intentar ser quien soy sin sentir vergüenza alguna por ello.

Me llamo María José Garzón y tengo un culo considerable. Tengo treinta y un años, mido metro cincuenta y cinco y llevo el pelo castaño con un corte  baby bang. Mis ojos color verde aceituna se ven eclipsados por una constelación de pecas en la parte superior de mi pómulo derecho. Mi padre suele bromear diciendo que se puede distinguir la Osa Menor.

La semana pasada, mi prometida, Daniela Calle, me dio el anillo que ha tardado dos meses en comprar. Es un solitario de diamante sobre un anillo de oro rosa. Aunque no es mi primer anillo de compromiso, sí es la primera vez que llevo un diamante. Cuando me miro, es lo único que puedo ver.

—¡Oh, no! —exclama mi padre cuando ve a un trío de camareros que se acerca a nosotros con un trozo de tarta con una vela—. No se os habrá ocurrido…

No se trata de falsa modestia. Mi padre se pone rojo cuando la gente le canta.
Mi madre mira hacia atrás para ver qué es lo que ha llamado la atención de mi padre.

—¡Oh, Juan Carlos! Relájate. Es tu cumpleaños…

Entonces, los camareros giran abruptamente a la izquierda y se dirigen a otra mesa. Por lo visto, mi padre no es el único que cumple años hoy. Mi madre se da cuenta de lo que ha pasado e intenta disimular.

—Por eso no he pedido que hagan nada especial —dice.

—Déjalo ya —señala mi padre—. Acabas de descubrirte.

Los camareros terminan su numerito en la otra mesa y otro responsable sale de la cocina con otra porción de tarta. Ahora todos se dirigen a nosotros.

—Si quieres esconderte debajo de la mesa —le comenta Calle—, les diré que no estás aquí.

Calle es guapa, pero no de una forma arrolladora (lo que, según mi opinión, es la mejor forma de ser guapa). Tiene unos cálidos ojos avellana que parecen mirarlo todo con ternura. Y es divertida. Muy divertida. Al poco tiempo de empezar a salir con ella, me di cuenta de que tenía más marcado el surco nasogeniano; seguramente porque me estoy haciendo mayor, pero como ese surco también se conoce como «las arrugas de la risa», no puedo evitar pensar que es porque me estoy riendo más que nunca. ¿Qué más le puedes pedir a una pareja, aparte de que sea amable y tenga sentido del humor? Creo que no hay nada que me importe más que eso.

The Two Loves Of My Life (Adaptación Caché)Where stories live. Discover now