Capitulo 21

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Amor y Maine
O cómo retroceder en el tiempo.

Hará unos tres cuartos de hora que he cerrado la tienda. Hemos cuadrado la caja. Limpiado la zona de ventas. Tina se ha ido a casa y yo he terminado. Puedo meterme en el coche y marcharme. Pero estoy aquí parada, en plena oscuridad, pensando en Calle.

Me suena el teléfono. Cuando lo saco, veo que es Lucca. Y, de ese modo, Calle sale volando de mi cabeza, reemplazada por el hombre al que ella misma remplazó.

—Hola —dice Lucca cuando respondo—. He pensado que podría recogerte en la tienda.

—¡Oh! —digo, sorprendida. Supuse que me reuniría con él en casa de mis padres, después de recoger mis cosas.

—¿Te parece bien?

—Claro. —Me encojo de hombros—. Sí. Está bien. Todavía sigo aquí.

—¡Ah, perfecto! Porque estoy justo en la entrada.

Empiezo a reírme mientras voy hacia la puerta principal.

—¿Lo dices en serio? —Pero no hace falta que me responda, porque en cuanto voy a la zona de ventas, le veo a través de los cristales de la puerta.

Distingo su silueta por las luces del aparcamiento. Su cuerpo, con una cazadora gruesa y unos pantalones holgados, llena mi campo de visión.
Quito los cerrojos y lo dejo entrar.
Me agarra, no solo con sus brazos, sino con todo su cuerpo, como si me necesitara por completo, como si no pudiera soportar estar otro minuto más separado de mí.
Y entonces me besa.
Si estar enamorada de ambos me hace una mala persona, entonces creo que lo soy.

—¿Así que… Maine? —inquiero con una sonrisa.

—Maine —confirma Lucca, asintiendo.

—Está bien. Deja que vaya a por mi bolso. De hecho, podemos salir ambos por allí. Tengo el coche en la parte de atrás.

—De acuerdo, pero vamos en el mío.

Le lanzo una mirada cargada de escepticismo. Lucca me hace un gesto con la mano.

—Venga. Recoge tus cosas. Te veo en el coche.

Voy a por el bolso al despacho, cierro la tienda y me meto en su coche… a pesar de que sé que no debería conducir.
A veces me preocupa que Lucca pueda llevarme al infierno y yo le siga alegremente, preguntándole tonterías como: «Hace un poco de calor, ¿no crees?» y creyéndole cuando me diga que no pasa nada.

—Tenemos que parar donde mis padres —le informo en cuanto estamos en la carretera—. Tengo que pillar algo de ropa.

—Por supuesto. Próxima parada: residencia de los Garzòn.

Cuando aparcamos en el camino de entrada, veo que las luces están apagadas, lo que significa que están en casa de Valentina y Mike.
Lucca y yo nos dirigimos a casa de mis padres para recoger mis cosas y le advierto de que tendremos que ir a despedirnos de todo el mundo a casa de mi hermana.

—Muy bien —dice él mientras abro la puerta—. ¿Está muy lejos de aquí?

—No, la casa de Valentina es esa—digo, señalando la vivienda.

Lucca se ríe.

—¡Vaya! —comenta. Veo cómo mira la distancia que hay entre la casa de mi hermana y la de mis padres—. La hija de los libreros ataca de nuevo.

Hace mucho tiempo que nadie la llama así. Ya no tiene sentido, por muchas razones.

Lucca se vuelve y me mira.

—Aunque supongo que tú eres más hija de los libreros de lo que imaginábamos, ¿no?

Sonrío, sin estar segura de si lo ha dicho como un cumplido o no.

The Two Loves Of My Life (Adaptación Caché)Where stories live. Discover now