CapÍtulo 4

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Dos años y medio después, Calle se graduó.

En segundo, me pasé buena parte del curso intentando que Calle volviera a pedirme una cita. Bromeé sobre no tener nada que hacer los sábados por la noche, e incluso llegué a insinuarle de forma vaga que no habría estado mal que nos viéramos fuera de la librería, pero no captó la indirecta y yo fui demasiado cobarde para preguntárselo directamente. Así que dejé que las cosas se quedaran como estaban.

Y, con el tiempo, Calle y yo nos hicimos muy buenas amigas.

Por eso asistí con mis padres a su graduación, para acompañarla mientras estaba sentada con su toga y birrete bajo un calor sofocante.

Vale todavía no había vuelto a casa para las vacaciones de verano. Estaba estudiando Filología Inglesa en la Universidad de New Hampshire, y dedicaba todo su tiempo libre a escribir y enviar sus historias a revistas literarias. Aún no le habían publicado ninguna, pero todo el mundo estaba seguro de que pronto lograría su sueño. Graham también había ido a la misma universidad. Sin embargo, Vale había roto con él dos meses después de empezar las clases. En ese momento estaba saliendo con un chico llamado Mike, que era hijo de los propietarios de una cadena de tiendas de artículos de deporte. Mi hermana solía bromear diciendo que, si algún día se casaban, fusionarían ambos negocios. «¿Lo entendéis? Así venderemos libros y artículos de deporte en la misma tienda», explicaba.

Como le había dicho a Gonzi, Vale era un pozo sin fondo a la hora de soltar tonterías que me provocaban náuseas. Pero como a nadie más parecía entrarle ganas de vomitar cuando estaba a su lado, mis padres la ascendieron a encargada adjunta de la tienda ese verano.

Margaret acababa de jubilarse y Vale había presionado mucho para que le dieran el puesto. Me sorprendió que a mi madre no le gustara mucho la idea. «Debería estar disfrutando de sus días como universitaria», dijo. «Y no volver aquí y asumir toda esa responsabilidad».

Pero a mi padre le hacía tanta ilusión, que incluso suavizó mis reticencias. Hasta le hizo una insignia de encargada para que la llevara puesta, cuando ninguno llevábamos etiquetas de ningún tipo. Y también le dijo a mi madre que no podía estar más feliz de poder pasar el verano con sus dos hijas en la librería.

La sonrisa en su rostro y el brillo de sus ojos hicieron que me prometiera a mí misma intentar ser más amable con Vale. Pero empecé a dudar sobre si podría lograrlo antes incluso de que mi hermana volviera a casa.

No me hacía mucha gracia la idea de tener que pasarme el verano trabajando en la tienda. Calle ya había avisado el mes anterior de que dejaría de trabajar para nosotros, aunque continuó en la librería hasta el último día.

En vez de quedarse en el pueblo, iba a irse unas semanas a hacer unas prácticas en un centro de musicoterapia en Boston. Y luego, en otoño, entraría en la Escuela de Música de Berklee.

Había sido su primera elección, y cuando la admitieron, le felicité con un abrazo.

Aunque enseguida le tomé el pelo por querer quedarse a estudiar tan cerca de casa. No obstante, algo había de verdad en mi pulla. En realidad, era incapaz de entender por qué su primera opción había sido estudiar en una región del país en la que había vivido toda su vida. Yo tenía la intención de estudiar en Los Ángeles. Había recibido un folleto de su universidad y me atrajo la idea de ir a una facultad en la que hiciera buen tiempo todos los días.

Esa tarde, cuando estaban a punto de pronunciar en voz alta el nombre de Calle en el campo de fútbol que habían transformado en auditorio para el evento, mis padres estaban discutiendo sobre la posibilidad de arreglar o no nuestro patio trasero. Tuve que propinar un codazo a mi padre en las costillas para llamarle la atención.

The Two Loves Of My Life (Adaptación Caché)Where stories live. Discover now