Capitulo 20

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–¿Qué más has echado de menos? —pregunto a Lucca mientras la camarera nos trae el desayuno. Me ha estado enumerando una lista de todas las cosas que ha echado en falta. Yo era la número uno.

El pollo agridulce del restaurante chino hortera del centro de la ciudad lo segundo.

—Eché de menos a mucha gente y muchos lugares, pero si te soy sincero, ahora mismo en lo único que puedo pensar es en la comida.

Me río.

—Bueno, pues háblame de toda esa comida.

—Está bien —dice, mirando su plato. Apenas lo ha tocado, pero lo entiendo. En este momento yo tampoco puedo comer mucho. Tengo un nudo en el estómago, inundado con miles de mariposas, retorciéndose y revoloteando para seguir el ritmo del corazón.

—¡Oh, Dios! Hay tantas cosas que podría nombrarte. Soy incapaz de elegir. Está esa pizza de Sorrentos, los helados de Snickers de Friendly's, los sándwiches de Savory Lane...

—Savory Lane ha cerrado —le informo—. Y Friendly's también.

Me mira directamente a los ojos, intentando discernir si le estoy tomando el pelo. Cuando se da cuenta de que hablo en serio, un destello de tristeza atraviesa su rostro. Aunque lo remplaza rápidamente por una sonrisa, no puedo evitar preguntarme si esa es la prueba definitiva que necesita para ver que el mundo ha seguido adelante sin él, que ya ni siquiera podremos volver juntos al Savory Lane por simple cortesía.

—Friendly's es ahora un Johnny Rockets —comento—. Lo que en realidad no está tan mal. Además, sabes que en cuanto Kimball's abra en primavera, te vas a olvidar del helado de Snickers y estarás deseando tomar un cucurucho de dos bolas de helado de frambuesa negra.

Lucca me sonríe y aparta la mirada. Se vuelve hacia la barra, alejándose de nuestra mesa y cambiando de posición las piernas.

—¿Y qué hay de Erickson's? ¿Sigue abierto? ¿O también me han abandonado?

La forma en que lo dice, usando la palabra «abandonado», y el hecho de que no me esté mirando, me hace pensar que Lucca está más enfadado de lo que ha dejado entrever. Que está resentido conmigo por haber seguido adelante. Dice que lo entiende, pero quizá no lo hace en absoluto.

—Sigue abierto, sí —digo, asintiendo, en un intento por complacerle—. La mayoría de las cosas siguen abiertas. Casi todo sigue igual.

—La mayoría. —Entonces cambia de tono—. ¿Y Garzón Books? ¿Sigue igual la librería? Está claro que está bajo una nueva dirección.

—Sí —respondo con una sonrisa, orgullosa de mí misma—. Aunque tampoco he hecho grandes cambios. Y mis padres siguen un poco pendientes. No me he vuelto una rebelde. Sigo haciendo las cosas más o menos como ellos.

—¿Sigues regalando esos marcapáginas de «Viaja por el mundo a través de un libro»?

—¡Sí! ¡Por supuesto!

—¿Qué? ¿Lo dices en serio?

—Sí, claro, completamente.

He estado removiendo la comida en el plato. Lucca también ha hecho lo mismo. Ninguno de los dos ha probado apenas bocado. Cuando la camarera se acerca, frunce el ceño.

—No parece que tengáis mucha hambre —comenta mientras echa un poco de agua en mi vaso.

—Está delicioso —digo—. Es solo que...

—Tenemos un montón de cosas que contarnos —repone Lucca—. ¿Puedes ponérnoslo para llevar?

—Por supuesto que sí, cariño —dice la mujer, llevándose los dos platos con ella.

The Two Loves Of My Life (Adaptación Caché)Onde histórias criam vida. Descubra agora