Veintiuno

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—Oh sí, que gusto —gimo apretando la sábana entre mis dedos—. Más fuerte Ethan.

Soy pura papilla y creo que me voy a babear encima. Sus manos hacen pura magia en mi cuerpo.

—Más abajo.

Sus ojos Increíblemente brillantes se iluminan con su preciosa sonrisa.

Presiona los dedos un poco más fuerte en un punto exacto y madre mía veo las estrellas.

—Ahora vamos a pasar a otra zona —dice travieso.

Coge el bote de crema hidratante con el que me estaba masajeando los pies y se acerca a la zona de arriba subiendo un poco mi camiseta. Se tumba boca abajo y sonríe pegando los labios a mi vientre.

—Feliz aniversario.

Me incorporé de golpe asustada. No puedo ser que me haya olvidado. Miro asustada la fecha en mi móvil sin creerme que me haya olvidado y frunzo el ceño.

—Hoy no es nuestro aniversario.

—Es el aniversario de cuando nos conocimos.

—¿Te acuerdas de cuando fue eso?

Se levanta dejándome confundida. Entra en el armario y tras unos segundos vuelve con una caja.

—Me acuerdo de todos y cada uno de los días que paso contigo, nena —me besa la cabeza con cariño sentándose en el borde el colchón—. De lo bueno y de lo malo.

Levanta la tapa y me sorprende sacando la camisa blanca con la gran mancha de café. Huele un montón a café y a él cuando me la acerco a la nariz.

Sabía que dentro del armario olía a café. Él me dijo que estaba loca.

—Cuando por tu culpa tuve que retrasar una conferencia para venir a cambiarme me juré que haría que la limpiaras.

—Pues sigue esperando, nene —le tiro la camisa a la cara.

—Ahora mismo agradezco que me tiraras ese café.

Tira la camisa al suelo y se sube a la cama tumbándose a mi lado.

—¿Por qué?

—Por como me hablaste —se muerde el labio—. Me pareciste tan caliente e irresistible, y me dieron ganas de castigarte bien duro en mi cama por impertinente.

—Fuiste tú el impertinente que dijo: seguro que te pusiste cachonda solo con mirarme —imito su voz con burla.

Me miró molesto. Se subió sobre mi en la cama obligándome a recostarme.

—Y míranos ahora, sigo poniéndote muy cachonda.

—Estúpido arrogante —dije entre dientes.

—¿Quieres que te de unos azotes de los que tanto te ponen? —amenazó agarrándome las manos sobre la cabeza.

Me removí sintiendo la excitación al imaginarlo. Se puso de pie junto a la cama de un salto y se quitó el pantalón corto que usaba para dormir y flexionando los bíceps se quitó la camiseta de un tirón.

¡Oh sí! Dios bendiga a Armani por diseñar unos calzoncillos tan sexys que hacen que mi marido parezca una divinidad.

—Guapo, vena darme amor.

Le hago un gesto con los dedos para que se acerque.

[...]

Me anudo la bata y salgo de la habitación a la cocina porque tengo hambre y eso que desayunamos hace poco. Por el pasillo oigo los murmullos de una conversación y justo cuando entro en la cocina dejan de hablar.

Llama del amor ✔️ [Llamas #3]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang