Capítulo 16- Tristeza

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Wei Wuxian juraba que nunca en su vida había comido algo tan rico después de la sopa de raíces de loto de su hermana: la sopa de cordero era sabrosa y fragante, con un toque de pimienta que llenaba la boca de cosquillas, estaba repleta de carne y cubierta con una buena cantidad de cilantro fresco y picado. El olor que salía del cuenco y el sabor del gran trago de vino que se tomó para aplacar el picor de la sopa, hizo que su corazón apesadumbrado se alegrara un poco. Ya estaba muy cerca de la residencia de la secta WeiLan y había empezado a perder el valor.

Recordó los errores de su vida pasada: por su causa Lan Zhan había sido castigado y había terminado con su vida de cultivador recto para emprender el incierto rumbo de años de nomadismo y privaciones. Wei Wuxian sentía miedo de no ser bienvenido si aparecía ante él y le explicaba que, por un extraño milagro, había vuelto a la vida.

«¿Y si no me cree? Yo ya no tengo la cara que conocía, y encima Mo XuanYu es un famoso manga cortada y acosador…», pensó, abatido.

Después de sus tristes cavilaciones, Wei Wuxian tomó la decisión de no seguir viaje y quedarse por unos días en la posada, hasta que sus nervios se calmaran y pudiera juntar coraje para reencontrarse con Lan Zhan.

—Necesito una habitación para dos o tres días. ¿Tienes alguna disponible? —le preguntó al muchacho que lo estaba sirviendo.

—¡Sí, señor cliente! Tenemos muy buenas habitaciones, limpias y confortables.

Wen Ning no podía entrar a la posada sin asustar a todo el mundo, por lo que Wei Wuxian pensó en buscarlo más tarde para pedirle que se escondiera en las afueras de la ciudad y esperara su llamado.

Lan SiZhui entró al comedor de la posada, pálido y un poco inclinado hacia adelante, con sus manos sujetando su estómago.

—Huaisang… odio el vino…

Wei Wuxian observó la escena a unas mesas de distancia y sonrió un poco a pesar de su abatimiento, hasta que se fijó en el posadero, que se acercó al joven y a su misterioso acompañante y le recriminó su actitud:

—¡Lan SiZhui! ¡Si tu padre te viera en ese estado te castigaría por el resto de tu vida!

«¿Lan SiZhui…?», pensó Wei Wuxian. «¿Escuché mal?» 

—Dime, ¿quién es ese muchacho? —le preguntó al dependiente, que le llevaba su segunda jarra de vino.

—¿Lan SiZhui? Es el segundo al mando de la secta WeiLan, y el hijo de su líder, Lan WangJi.

«Un hijo…», pensó Wuxian. «Entonces Lan Zhan tiene esposa…». Dejó un par de piezas de plata sobre la mesa, tomó su jarra de vino y se encaminó a su habitación. Nie Huaisang, aún escondido tras su capa, pudo notar su aire abatido.

Solo y recostado en la cama, el cultivador demoníaco se dio cuenta de que habían pasado demasiados años desde su muerte, y ahora las cosas eran diferentes: ya no tenía un lugar al que pudiera llamar hogar, y la única persona que creía que se iba a alegrar de verlo, ahora tenía su propia familia y su secta, y tal vez se había olvidado de él.

No podía pensar con claridad: atrapado en el cuerpo de Mo XuanYu, un ser débil y con una reputación pésima en el mundo de la cultivación, con esa herida en el brazo que seguía creciendo, y con el que había sido su hermano, transformado en su peor enemigo, se sintió perdido. Solo le quedaba la compañía y la amistad de Wen Ning, y pensó que pronto se iba a convertir en un paria como él.

Después de tomarse toda la jarra de vino, se quedó dormido, completamente borracho.

                           ***                               

—SiZhui, debemos irnos. Tu padre va a preocuparse por nuestra tardanza… —Nie Huaisang quería marcharse de la ciudad antes de que Mo XuanYu lo descubriera. Pero su amigo no estaba dispuesto a irse sin ver el desfile:

—No puedo volver en éste estado. ¡Mi padre va a darse cuenta de que bebí y me castigará por el resto de mi vida…! —Al final, el menor logró convencer a Huaisang de quedarse a presenciar el festejo por la buena cosecha.

El desfile era muy bonito y colorido: los campesinos desfilaban con carros de mano en donde exhibían sus mejores productos. Algunas verduras gigantes atraparon la atención de SiZhui, que se rió mientras sacudía la manga de su amigo para que también las viera, sin darse cuenta de que muy cerca de ellos, Wen Ning, escondido, lo observaba.

Intrigado por el parecido familiar, el General Fantasma quería saber quién era ese muchacho, pero no podía preguntarle a nadie: cubierto casi hasta los ojos para no llamar la atención sobre su aspecto, no se fijó en la persona que el chico tenía al lado y que estaba de espaldas a él. Cuando el otro giró un poco la cabeza, Wen Ning lo reconoció:

—¡Nie Huaisang…!

Sorprendido, olvidó las precauciones y detuvo a una persona que pasó a su lado para preguntarle si conocía al más joven.

—¡Seguro! Es Lan SiZhui, segundo al mando de la secta WeiLan e hijo de su líder, Lan WangJi.

Wen Ning se asombró al enterarse de la noticia, pero no pudo comprender por qué ese chico, si era un Lan, tenía tantos rasgos de los Wen. Decidió acercarse y hablarle, sin darse cuenta de que iba a exponerse. 

—¡Quieto! ¿A dónde va? —Un par de cultivadores de WeiLan se pusieron entre él y SiZhui, con sus espadas en alto. Nie Huaisang se dio media vuelta y se encontró con ese hombre al que creía muerto muchos años atrás. Su cara empalideció del susto.

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora