Capítulo 20- Conejos y un burro

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—Lo sé, pero en este momento lo que más me interesa es la seguridad de SiZhui. —WangJi no le dijo a Wen Ning que tampoco confiaba en la discreción de Wei Ying, y que temía que al saber la verdad le iba a ser imposible ocultarla ante su hijo—. No, eso nunca puede pasar. Él no puede enterarse de nada... —Su hijo era feliz con lo que sabía, y él iba a protegerlo aunque tuviera que mentirle a Wei Ying. En todos esos años y debido a la soledad del desarraigo, Lan WangJi había aprendido a desplazar sus sentimientos, esos que casi no mostraba pero que ciertamente tenía, hacia su hijo, a quien consideraba su única familia.

Wen Ning lo observó, pensativo: ¿Dónde entraba Wei Wuxian en esa fórmula? ¿Acaso ese hombre, que él había defendido a muerte en el pasado, ya no era importante en la vida del líder de WeiLan?

El General Fantasma solo podía hacer suposiciones sobre lo que pensaba WangJi, porque sus tranquilos ojos y su impasible rostro nunca le demostraron el mar de sentimientos, dudas y miedos que lo abrumaban.

                          ***

                                 
Wei Wuxian caminaba, recorriendo un extenso campo al fondo de la residencia de la secta: allí no había montañas, sino una suave pradera cruzada por un arroyo no muy ancho pero bastante caudaloso. En un recodo del curso de agua, unas rocas detenían la corriente y formaban un pequeño remanso. El chico se subió a una de las piedras y miró el agua.

—¡Peces! —Pensando en darse un banquete, se quitó las botas y, con cuidado, se metió al arroyo.

—¡¿Qué haces?! —La alarmada voz lo detuvo en el aire, justo cuando estaba por atrapar a un pez bastante gordo, disfrutando de antemano su sabor cuando estuviera bien asado.

—Segundo líder de secta —saludó, con una extraña reverencia: las mangas de su hanfu chorreaban agua—, estaba pescando…

—Mi padre no permite que se maten animales aquí, Wei Wuxian. No puedes atrapar a los peces. —La voz de Lan SiZhui, suave pero algo autoritaria, no se parecía en nada a la del chico borracho y a punto de vomitar de la posada.

—¿Y se puede saber de qué se alimentan ustedes? —Wei Wuxian casi se rió en su cara—.  ¿Acaso no sabes con qué se hace la famosa sopa de cordero que tanto te gusta?

—Bueno, eso es diferente. Los corderos son animales de granja. —El muchacho, haciendo gala de su excelente educación, le hizo una pequeña reverencia—. Tal vez no me expresé bien, Wei Wuxian. Mi padre cuida mucho la vida salvaje de este lugar, y como en la secta hay demasiadas personas, impuso esa ley para evitar que maten a todos los animales para alimentarse. Aunque… —El chico sonrió, antes de seguir hablando—, yo creo que lo hizo para proteger a sus conejos.

—¿Conejos? ¡¿Lan Zhan tiene conejos también aquí?! 

—Sí… —El chico lo observó con atención—. ¿Ustedes se conocen desde hace mucho?

—¡Claro, muchacho! Casi desde niños…

—Pero mi padre es algo mayor que tú. ¿Cómo es posible que se conozcan desde niños?

Wei Wuxian salió con lentitud del agua, escurrió su ropa con cuidado y después se puso las botas, haciendo tiempo para buscar en su cabeza una respuesta que conformara al chico después de su espectacular error: Mo XuanYu era por lo menos diez años menor que Lan Zhan.

—En realidad no represento la edad que tengo, muchacho. Soy bastante más grande que tú.

—Pero… —intentó protestar  SiZhui, pero Wei Wuxian lo interrumpió con un fingido gesto de fastidio:

—¡Ya basta, chico! ¡Déjate de hacerme tantas preguntas y llévame a ver los conejos de Lan Zhan!

                       ***                          

—¡Pero mira qué buena vida que llevas en la secta WeiLan! —exclamó Wuxian, riendo: en medio de un gran monte de viejos árboles había un claro, apartado de miradas indiscretas, en donde un montón de conejos blancos saltaban alrededor del pequeño burro de Mo XuanYu que, echado en el suelo y sin hacer más caso a la algarabía que lo rodeaba que algún ocasional movimiento de sus orejas, masticaba una manzana. En un rincón se veían algunas de esas frutas, dejadas posiblemente por algún encargado de cuidar a los conejos de Lan WangJi.

—Mi padre ordenó que dejaran a tu burro con sus conejos, y que Yin Pei se encargara personalmente de sus cuidados —explicó SiZhui, a lo que Wei Wuxian protestó: 

—¿Y ese tonto asistente es confiable? No creo que me quiera demasiado, y menos debe querer a mi burro…

El segundo al mando de WeiLan sonrió: ese recién llegado era un poco brusco en sus palabras, pero era gracioso:

—No creas. A Yin Pei le gustan mucho los animales, y los conejos no comen manzanas. Se las trae sólo para… ¿Tu burrito tiene un hombre?

Probablemente tuviera uno, pero Wei Wuxian no lo sabía. Decidió inventar un nombre en el momento:

—Manzanita... Se llama Manzanita.

SiZhui se rió de su ocurrencia:

—¡Pobrecito! ¿Así que jamás le habías puesto nombre? Pero bueno, Manzanita está bien… —El tono afable del chico cambió por uno un poco más serio—. Y ahora me gustaría que me dijeras la verdad. ¿Quién eres?

                           ***

—¿La secta Wen? ¿Y dices que tu amigo es el único que queda de ellos? —preguntó Sizhui, asombrado por la historia que le contaba Wei Wuxian.

—Sí, por desgracia. Wen RuoHan y sus hijos merecían morir por todo el daño que hicieron, pero la familia de Wen Ning era de otra rama de la secta, que se dedicaba a la medicina. No tenían nada que ver con la masacre, pero  igual fueron asesinados.

—Mi padre nunca me habla de esas cosas. Supongo que para él debe ser muy doloroso recordar el pasado —dijo SiZhui, pensativo—. Todo lo que sé me lo ha dicho mi amigo Nie Huaisang, pero tú pareces saber más cosas que él.

—Tal vez… —Wei Wuxian no alcanzaba a entender por qué Lan SiZhui había crecido aislado de las historias del mundo de la cultivación: ni siquiera Nie Huaisang se había atrevido a decirle todo lo que sabía—. Dime, muchacho, ¿sabes el motivo por el que tu padre renunció a su secta?

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Where stories live. Discover now