Capítulo 37- Enojo

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Lan WangJi frunció el ceño: la habitación de Lanling Jin en donde Wei Ying se escondía cuando, según él, deseaba estar solo, olía a excremento y orina de roedores. Parecía ser una especie de depósito de cosas rotas: no había ni siquiera una mesa, y menos un lugar para sentarse. Todo estaba cubierto de polvo y suciedad.

—¿Pasabas mucho tiempo aquí, Wei Ying? —preguntó. A pesar de que su alma gemela jamás había querido hablarle del tema, WangJi sospechaba que sus días en la secta Jin no habían sido para nada sencillos.

—No más del necesario —le respondió Wuxian, con frialdad.

A pesar de que WangJi intentaba hablarle con normalidad, no se había atrevido a acercarse e intentar recomponer las cosas con Wei Ying en los cuatro días que llevaban distanciados. Su cambio de vida lo había obligado a hacerse más sociable, pero el líder de WeiLan distaba mucho de tener la facilidad de palabra de su alma gemela, y por miedo a empeorar las cosas, prefirió esperar.

Para colmo de males, antes de salir de WeiLan, llegó un emisario de GusuLan para darles la noticia de que Nie Huaisang había convencido a Lan SiZhui de llevárselo con él, y que Wen Ning también se había marchado con ellos.

Wei Wuxian no podía hacer nada con eso. Sentía una desconfianza profunda hacia el líder de la secta Nie, pero no tenía pruebas en su contra. Ahora sabía que había hecho una jugada importante al llevarse a los dos únicos sobrevivientes de la familia Wen con él, pero tampoco tenía idea de sus intenciones. Enojado como estaba con Lan WangJi, también lo culpó de eso: 

«¡Fue un tonto orgulloso…! ¡Podría haber aceptado la ayuda de su hermano, que en el fondo no tenía culpa de su castigo y solo quería lo mejor para él, y no quedar endeudado con Nie Huaisang, ese intrigante que probablemente lo quería para usarlo cuando necesitara protección o el apoyo de un cultivador fuerte pero tonto como él!»

En silencio, WangJi buscaba un lugar limpio donde sentarse, sin saber por qué, cada tanto, Wei Wuxian parecía más enojado con él, y le lanzaba furiosas miradas mientras revisaba los hechizos escritos en un pequeño muñeco de papel.

—Wei Ying… —trató de iniciar una conversación.

—¡¿Qué?!

—No me grites… —le respondió, con tono suave—. Sólo quiero saber si necesitas ayuda…

—¡No! ¡¿Y qué hay si te grito?!

—Que te pueden escuchar desde afuera… —replicó WangJi, con la misma voz suave.

—¡Maldición, Lan Zhan! —En ese momento Wuxian deseó gritarle más fuerte. Pero WangJi tenía razón: no podía alzar la voz. 

Con otra furibunda mirada que hizo bajar los ojos del líder de WeiLan, Wuxian se concentró en sus hechizos, silencioso. Pero la perturbación que tenía alertó a su alma gemela: en ese estado, no podía darle su cognición espiritual al muñeco de papel sin lastimarse.

—Wei Ying…

—¡¿Y ahora qué?!

Lan WangJi no podía hablarle sin hacerlo enojar, pero también tenía sus métodos: lo sorprendió cuando lo abrazó por la espalda y lo apretó contra su pecho. Después sujetó sus brazos para que no pudiera moverse. 

—Wei Ying… —volvió a decirle al oído. Su aliento cálido y el persistente aroma a sándalo que salía de su cuerpo y cubría el pestilente ambiente, volvió a sacudir el alma de Wuxian, que igual intentó resistirse:

—¡¿Qué haces?! ¡Suéltame, Lan Zhan!

—No lo haré. 

—Pero… ¡¿Qué es lo que…?! —No pudo terminar su frase: Lan WangJi lo dio vuelta con un movimiento rápido, y volvió a apretarlo contra su cuerpo. Después lo miró a los ojos —. No quiero… Suéltame… —Los ojos de WangJi, serenos y algo tristes, pero increíblemente hermosos, fijos en los suyos, hicieron que Wuxian recordara las  cuatro noches que había pasado solo, durmiendo en el cuarto de invitados de WeiLan, lejos de él.

—Perdóname, Wei Ying…

—No quiero —Wuxian se puso triste, y su boca se torció como si fuera a llorar. Apenado, WangJi intentó otra disculpa:

—Sé que hice mal en no contártelo antes…  

—¿Pero entiendes que lo complicaste todo con tu silencio? ¡Ahora Nie Huaisang se llevó a A Yuan con él! ¡Si hubiera sabido antes quién era, podría haberlo protegido mejor!¿Y si lo descubren?

—Wen Ning lo va a cuidar. 

—¡Ese tonto de Wen Ning no sabe cuidarse ni a sí mismo!

—Sizhui también sabe cuidarse. Es un gran cultivador.

—¡Pero es un niño, Lan Zhan!

WangJi se enterneció ante el sentido de protección que tenía Wuxian hacia su hijo, y cayó en la cuenta de que SiZhui, o A Yuan, era de los dos por igual: él lo había rescatado de los Túmulos Funerarios y lo había criado como su hijo, pero Wei Ying le había salvado la vida primero, ensuciando el poco prestigio que le quedaba cuando llevó a los últimos Wen a Yiling, para intentar protegerlos:

—Cuando salgamos de aquí iré a QinGhe Nie y traeré a SiZhui de vuelta a WeiLan. Tú y yo cuidaremos de él. ¿Quieres eso, Wei Ying?

—Está bien —El ánimo de Wuxian, a pesar de que había aceptado la propuesta de WangJi, aún no era bueno. Mirando hacia abajo aunque aún estaba sujeto entre sus brazos, ya no se resistió, pero estaba tenso.

—¿Puedo besarte…? —La voz de WangJi, ronca y baja pero con una entonación dulce cuando se dirigía a él, sumado a su aroma, que se acentuaba por el calor de su cuerpo, y su bello rostro que lo observaba con atención, bastaban para que Wei Wuxian se rindiera. Pero Lan Zhan esbozó una sonrisa, y sus ojos se llenaron de brillo. El menor se aflojó en los brazos que aún lo sostenían.

—Sí…

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora