Capítulo 35- Paper man

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WangJi salió casi corriendo del salón de la secta WeiLan, con Wei Wuxian detrás que, a pesar del dolor en sus piernas, intentaba darle alcance.

—¡Lan Zhan! Pero, ¡espérame, Lan Zhan!

—¡No! ¡De ninguna manera! —exclamó el mayor—. ¡¿Te has vuelto loco?!

—¡Es la única forma! No va a pasar nada —le aseguró Wuxian.

—¡Poner tu cognición espiritual en un muñeco de papel, y dejar que entre a la habitación secreta de la secta Jin, en tu estado, es una locura, Wei Ying! 

—Por eso te necesito. Tú serás el encargado de llevarme al interior de Lanling Jin, a un lugar secreto que solía usar como refugio cuando…

—¿Cuando qué?

—Cuando quería estar solo —Wuxian no le habló de las veces que había tenido que huir y esconderse de los acosadores, porque estaba seguro de que Lan Zhan iba a entrar solo a Lanling Jin y causar una destrucción peor que la de Wen Ning en Jummeng Jiang. 

—¡Es una locura, Wei Ying…!

—Está bien… ¡Ya no pienses en esas cosas! Vamos a la cama, ¿sí? Ya es de noche… —Riendo y haciendo algunos ademanes nada sutiles, Wuxian tomó a Lan WangJi de la mano y lo llevó a la habitación.

                         ***

—No pierdas tu tiempo.

—¿Qué? ¿Acaso ya no me quieres…? —Hacía un rato que se habían acostado, pero por más que Wuxian lo besó, lo abrazó y lo tocó, buscando su reacción, no logró nada de WangJi: gracias a su técnica de concentración, el líder de WeiLan estaba quieto, con los ojos cerrados, indiferente a las caricias y las quejas de su pareja.

—Estás herido, Wei Ying. Debes descansar.

—¡Qué aburrido eres! —se quejó Wuxian, pero después sonrió con picardía cuando se le ocurrió una idea: acercó su boca al oído del mayor—. ¿Acaso no extrañas…? —Después le ennumeró, entre susurros, todas las cosas que habían hecho teniendo sexo, pero con las palabras más obscenas que sabía. Las orejas de WangJi se tiñeron de suaves tonos rosados:

—¡Desvergonzado! —exclamó. Debajo de la manga de sus prendas interiores, aún llevaba la cinta con las nubes de GusuLan, atada en su muñeca. Sin dejar de mirar a Wuxian con una expresión extraña, comenzó a desenrollarla con lentitud. El menor se alarmó:

—Qué… ¿qué vas a hacer, Lan Zhan…?

—Lo que debí hacer cuando empezaste… —Sin darle tiempo a nada, WangJi sujetó las dos manos de Wuxian con fuerza, y las ató con la cinta, por detrás de su espalda.

—¡Ay! ¡Eso duele, Lan Zhan...! ¡Me ataste muy…! —Los labios del menor quedaron sellados por el hechizo del silencio.

—Ahora duérmete, o voy a inmovilizarte con un golpe en tus meridianos —lo amenazó WangJi, antes de acomodarse para seguir durmiendo. Pero aunque ya no podía abrir su boca, Wuxian siguió quejándose, y al final WangJi tuvo que cumplir su amenaza, para dormir en paz.

                         ***

El sol, bastante alto en el cielo, se colaba insistente por la ventana, bañando el rostro de Wei Wuxian que se despertó, molesto. Cuando estiró sus brazos y sus piernas, se dio cuenta de que ya no estaba atado con la cinta con el bordado de nubes.

—¿Eh? ¿Lan Zhan me desató mientras dormía? —exclamó. Miró a su lado y vio que estaba solo.

Se enderezó con lentitud, comprobando si aún tenía dolores por los golpes de Zidian. Sus piernas, la parte más golpeada de su cuerpo, aún estaban marcadas, pero las heridas se habían cerrado, y algunos golpes que tenía en su torso estaban mejor. Se sintió en condiciones de continuar con su plan de entrar a la habitación secreta de Jin GuangYao. Después del baño que Yin Pei le tenía preparado, salió a buscar a WangJi.

Afuera todo estaba tranquilo, y los cultivadores entrenaban, como siempre, en el patio principal de la residencia. Se apresuró a ir al salón principal:

—¡Lan Zhan! ¡Ya estoy aquí! —exclamó con voz alegre, cuando lo vio.

WangJi estaba serio y taciturno, revolviendo los documentos. Una pequeña sonrisa asomó a su rostro cuando le respondió el saludo, pero de sus ojos no se fue un aire de melancolía que preocupó a Wuxian:

—¿Qué te pasa, Lan Zhan?

—Necesito hablar contigo…

—¿De qué necesitas hablarme? 

—Yo… —El líder de WeiLan titubeó, sin encontrar las palabras para comenzar a decir la verdad. Wei Wuxian lo observó, preocupado: jamás lo había visto así, tan inseguro:

—Vamos, Lan Zhan. Lo que tengas que decir, dilo de una vez.

—Wei Ying… No te enojes…

                        ***

—¡¿Cómo fuiste capaz…?! —Con los ojos llenos de lágrimas, Wuxian observó a Lan WangJi, que sin atreverse a mirarlo a la cara le había confesado que su hijo Lan SiZhui era en realidad su querido A Yuan, al que creía muerto en los Túmulos Funerarios—. ¡Sabes cuánto lo extrañaba, y lo que sufrí al pensar en su muerte! ¡¿Cómo pudiste ocultarme ésto por tanto tiempo?!

—Yo… quería proteger a SiZhui…

—¡¿Protegerlo de qué?! ¡¿De mí?! ¡¿Acaso pensabas que yo podría hacerle algún daño?!

—¡No, no! Eso no… ¡Pero comprende que él aún no recuerda nada! Yo no quiero que se entere de su pasado, a menos que lo recuerde por sí mismo. Wen Ning…

—¡¿Wen Ning?! —exclamó Wei Wuxian, asombrado—. ¿Acaso él también lo sabía…?

La cara de WangJi estaba cada vez más pálida: seguir el consejo del General Fantasma y hacerle esa confesión a su alma gemela, a pesar de ser lo más justo, había sido una mala decisión:

—Él se dio cuenta solo, porque SiZhui es igual a su verdadero padre, un primo suyo.

—Y él tampoco me lo dijo. Seguramente seguía tus órdenes, ¿no? —La expresión de dolor de Wuxian atravesó como una puñalada el corazón de WangJi, que intentó acercarse a él para abrazarlo. Pero fue rechazado—. ¡No me toques! —Wei Wuxian secó algunas lágrimas que caían por sus mejillas, con unos manotazos bruscos, y se levantó para salir del salón—. Si no fuiste capaz de decirme que A Yuan estaba vivo, ¿entonces qué diablos soy para ti, si ni siquiera me tienes confianza?

—¡Wei Ying…!

—Voy a prepararme. En dos días pienso utilizar el hechizo del hombre de papel para entrar a la habitación secreta de Jin GuangYao. Si quieres ayudarme, puedes hacerlo, y si no, lo haré solo —Cuando ya estaba por salir del salón, seguido por la atónita mirada del líder de secta, murmuró—: Me mudaré a la habitación de invitados. Ya no quiero dormir contigo…

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora