Capítulo 31- Encuentro furtivo

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—¡Lan Zhan! ¡No podemos! ¡Otra vez no…! —suplicó Wei Wuxian. 

—Sí, otra vez.

—¡Tengo que irme…! Los líderes de secta… —La boca de su alma gemela sobre la suya, que la reclamó con un beso furioso, no lo dejo continuar. WangJi dejó de besarlo un momento, solo para murmurar:

—Que esperen… 

—No… —susurró Wei Wuxian—. Basta, Lan Zhan… ¡No sigas!

—Sí. —No había forma de convencerlo.

En su mente, aturdida por  el cansancio, Wei Wuxian trató de pensar en la excusa que tendría que darle a Jin GuangYao por su ausencia. Pero Lan WangJi se apretó contra él y volvió a invadirlo con furia, hundiendo los dedos en su cintura y mordiendo su cuello despacio al principio, pero ejerciendo más presión con sus dientes a medida que perdía el control.

—¡No me marques, Lan Zhan! 

—Sí…

—¡No! La secta… el líder… ¡Ay! —Lan WangJi le dio un fuerte mordisco en un hombro. A Wuxian le iba a quedar su recuerdo por unos cuantos días, y pensar en eso lo llenó de deseo—. Lan Zhan… yo también quiero marcarte… —le susurró. Lo único que recibió como respuesta fueron los fuertes  embates de WangJi y, sin pensarlo, hundió su rostro en el cuello de jade de su amado y mordió con fuerza, sintiendo su respiración agitada, reaccionando al dolor:

—¡Desvergonzado…!

—Te lo mereces… por no hacerme caso… —Entre gemidos, apretó sus piernas alrededor de la cintura de WangJi. Ya se le iba a ocurrir una excusa para su hermano, pero ese no era el momento para pensar en esas cosas—. ¡Ah, Lan Zhan...!  Sigue… ¡sigue…!

                            ***

—No quiero que te vayas… —susurró Wei Wuxian, con pena. WangJi, sin mirarlo a la cara, para no ceder a su deseo de tomarlo en brazos y llevárselo de allí, lo ayudaba a vestirse.

—Toma, Wei Ying… —Sobre una de las mesas de la biblioteca había algo envuelto en una tela blanca—, lo dejaste olvidado en WeiLan. —Era la flauta de jade que le había regalado Lan XiChen—. Wen Ning está cerca de aquí. Si necesitas ayuda, toca una melodía y él vendrá. 

—¡Pero Wen Ning debe ir a Gusu…!

—No irá. Va a quedarse cerca. Está escondido afuera; nadie va a encontrarlo.

Se dieron un último beso y se abrazaron con fuerza, y Wuxian salió de la biblioteca, tratando de contener su angustia. Cuando llegó a su habitación, su cuerpo se aflojó y sintió todo el cansancio de ese día lleno de miedos y emociones. Quería dormir, pero antes debía quitarse los rastros de las horas de sexo con Lan Zhan.

Se desnudó con lentitud: todo su cuerpo dolía. Como supuso, vio que tenía marcas: dedos en sus cintura y sus caderas, la mordida de su hombro, que le dolió cuando pasó sus dedos sobre ella; también tenía los labios hinchados y con un leve sabor a sangre.

—Es un bruto… —Sonrió, negando con la cabeza.

                        ***

Lan WangJi llegó a WeiLan. SiZhui lo esperaba, nervioso:

—Padre, ¡por fin llegaste…! Nos fuimos de la residencia Jin después de que terminó la reunión de cultivadores. No pudimos encontrarte…

—No te preocupes, SiZhui —le respondió el líder de WeiLan—. Estaba con Wei Ying.

—Sí, lo imaginé. Pero tenía miedo de que los guardias de la secta los encontraran —Sizhui parecía avergonzado—. Escuché algunos comentarios entre ellos, padre...

—¿Qué comentarios?

—Los hombres… —El chico dudó—. hablaban mal de él, y se reían. Lo llamaron maldito manga cortada, padre…

Lan WangJi suspiró antes de hablar:

—¿Sabes lo que significan esas palabras…?

—Sí, padre… —respondió SiZhui, mientras bajaba la mirada. 

—Hay cosas que tú no sabes sobre él, hijo. Pero te prometo que cuando sea el momento, te las diré. Ve a dormir; es muy tarde.

—Sí, padre… —El chico hizo un movimiento para irse, pero dudó, y luego volvió a mirar a su padre—. ¿Wei Wuxian corre peligro en la secta Jin?

Lan WangJi hizo un gesto afirmativo, sin mirar a su hijo:

—Necesita encontrar a alguien…

—¿Quieres que busque la manera de que tenga compañía? Puedo destinar a algún cultivador de nuestra secta para que sea su acompañante. Podríamos decir que es su sirviente, o algo así.

—No. A Wei Ying no le gustaría. Wen Ning está cerca de él. Puede llamarlo con su flauta.

—¡Pero, padre! ¡Eso no es tan seguro! ¿Y si le quitan la flauta, o lo golpean y lo desmayan? ¿Y si le atan las manos…? 

Lan WangJi escuchó a su hijo, contrariado: había un montón de posibilidades que había pasado por alto. Estaba más tranquilo, seguro de que a su alma gemela no iba a pasarle nada teniendo la protección del General Fantasma, y ahora su hijo volvía a sumirlo en el miedo y la inseguridad.

                         ***

Sudoroso después de una ardua práctica de lucha con espadas, Wuxian se fue a su habitación a lavarse y cambiarse de ropa para el almuerzo. Tuvo cuidado en cerrar la puerta: no quería visitas indeseadas. 

Limpio y fresco, vestido con un hanfu ligero, peinaba su largo cabello delante de un espejo de bronce pulido, cuando vio una sombra que pasaba por detrás suyo, reflejada en el brillante metal.

—¿Quién…? —Pero no tuvo tiempo de nada: sintió un perfume suave y le vino un súbito mareo. Cayó al suelo, y antes de perder el sentido estiró la mano tratando de tomar la flauta de jade, que por desgracia estaba demasiado lejos de su alcance.     

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora