Capítulo 51- Cadáveres furiosos

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—Lan XiChen se equivocó bastante con su hermano jurado, pero tú también te equivocaste con el tuyo, Lan Zhan.

—Así parece. Pero aún no me queda claro por qué me ayudó. ¿De qué le servía?

—Le servías, y mucho —respondió Wei Wuxian. 

Los motivos de Nie Huaisang no eran demasiado claros: tal vez solo quería tener a alguien que lo protegiera. Después de perder a su hermano, era probable que hubiera aprovechado la oportunidad de acercarse a Lan Zhan para sentirse seguro, o tal vez lo había hecho solo para parecerse a MingJue, que tenía a otro de los jades de Lan como hermano jurado. Pero había una tercera posibilidad, que a Wei Wuxian le pareció aún más factible:  si en algún momento del pasado, cuando recién había comenzado a planear su venganza, a Nie Huaisang se le había ocurrido resucitarlo a él, también debía cuidar a Lan Zhan, que era el único que podía evitar que lo mataran si lo descubrían.

Fuera como fuere, los dos sabían que ese hombre era mucho más perverso de lo que suponían: había manejado muy bien sus hilos para llegar al punto en el que estaba.

Wei Wuxian no tenía pruebas, pero estaba casi seguro de que se había aprovechado de la locura de Mo XuanYu para manipularlo, y lo que WangJi más odiaba era que aparte de haberlo usado a él, también se había aprovechado de su hijo. Ya no iba a ser su hermano jurado, y pensaba prohibirle que se acercara a SiZhui o que entrara a WeiLan en el futuro.

Jin GuangYao, moribundo, aún intentaba explicarse con Lan XiChen, que estaba tan sorprendido que seguía junto a él y lo escuchaba, sin entender. De pronto, el herido lo tomó por sorpresa: lo abrazó y lo arrastró con él hacia el ataúd sellado por Wei Wuxian. Su propia sangre manchó el sello y lo rompió, y el cadáver de Nie MingJue volvió a salir con renovada furia y lo tomó del cuello con una mano, mientras extendía la otra hacia el líder de GusuLan.

Nadie supo por qué, y el propio Lan XiChen se lo iba a preguntar por mucho tiempo, pero luego de intentar llevárselo con él a la muerte, cuando vio la mano del cadáver furioso ir hacia su cuello, Jin GuangYao tuvo un último rapto de generosidad y lo empujó lejos, para salvarlo.

El cuello del líder de la secta Jin hizo un ruido seco cuando su enemigo lo quebró con una sola mano, como si fuera una rama, mientras Lan XiChen caía en brazos de WangJi. 

Nie MingJue, aún sosteniendo en el aire el cuerpo de su enemigo, lo observó con los ojos blancos y vacíos. Pronto Jin GuangYao también despertaría, transformado en otro cadáver furioso. 

—¡Lan Zhan! ¡Rompe la estatua de la diosa GuanYin! —gritó Wei Wuxian, que debía encerrarlos y suprimirlos antes de que fuera demasiado tarde.

XiChen aún estaba en shock, pero Lan WangJi lo dejó para correr a romper la gran escultura, que cayó con estrépito sobre los cadáveres y los encerró en el ataúd. Wei Wuxian volvió a hacer el sello con su sangre, esta vez sobre la estatua.

Todo se volvió un caos: a un tiempo llegó un grupo de cultivadores de las otras sectas, alertados por el perro espiritual, que había corrido a buscar ayuda. Jin Lin recibió a su mascota con alegría, pero cuando vio que Wei Wuxian se escondía detrás de Lan WangJi, temblando de miedo, le ordenó que saliera del templo. 

Los juniors de GusuLan corrieron a sostener a su confuso líder y entre todos lo ayudaron a salir al patio. SiZhui, con su grupo de cultivadores, se apresuró a ir con su padre. Pero antes de llegar a él, algo llamó su atención: la flauta que Wei Wuxian sostenía en su mano. Sabía que la había visto antes, pero no pudo recordar dónde ni cuándo.

—Hijo… —lo llamó Lan WangJi. El chico pareció volver en sí, y lo observó con preocupación:

—Padre, ¿estás bien?

—Sí, hijo. Estamos bien.

En un rincón, y aún tirado en el suelo, Nie Huaisang los observó: a pesar de que intentaba hacerse el asustado, sus pequeños ojos brillaban. Sabía que había perdido la amistad del líder y del segundo al mando de WeiLan, pero le importaba bien poco: su victoria había sido completa.

Wei Wuxian se quitó la cinta con la que cubría su brazo, para observarlo: la última marca de la maldición de los cortes había desaparecido, por fin.

                           ***

Un mes más tarde:

La reconstrucción de WeiLan aún estaba en proceso: la residencia, casi destruída, necesitaba tantos arreglos que hasta sus líderes, Wei Ying y Lan Zhan, estaban colaborando en las reparaciones, aunque se distraían bastante con las bromas de Wuxian tanto hacia su alma gemela como hacia SiZhui.

La reputación del antiguo Patriarca de Yiling y actual líder de WeiLan se había restaurado, y en el mundo de la cultivación corrió la noticia de que solo había sido una víctima del verdadero villano: Jin GuangYao.

Wei Wuxian sabía que en el mundo las cosas eran blancas o negras: no había tonos de gris en la opinión de la gente. Una vez él había sido la peor escoria del mundo de la cultivación, y el culpable de cosas que había hecho, pero también de otras en las que no había tenido nada que ver.

Ahora Jin GuangYao era la nueva escoria: a pesar de que sí había hecho muchas cosas malas, su vida, en la que había sufrido agravios y ofensas de todo tipo, lo había transformado en lo que era. Pero pensar que él también podría haber sido una víctima ya no le importaba a nadie, y durante mucho tiempo, en el mundo de la cultivación se iba a denigrar su nombre y el de su madre.

                          ***

Lan SiZhui había recuperado la memoria: un día se apareció ante los dos líderes y les dijo que recordaba cosas del pasado, que estaba seguro de que su apellido era Wen, y también que le parecía reconocer la flauta Chenqing. Cuando por fin pudo comprobar quién era en realidad, y quién había sido Wei Wuxian en sus primeros años de vida, se abrazó a él, emocionado. 

—Ya no llores, muchacho tonto… —le dijo Wei Ying, mientras lo sostenía con afecto.

—¿Qué dices? Si tú también estás llorando… —respondió SiZhui, sin soltarlo.

—Eres igual a mí, A Yuan… Sabes responder rápido. —Los dos terminaron riendo a pesar de sus lágrimas, y se volvieron a abrazar, mientras Lan WangJi los observaba con una sonrisa.

Pero la felicidad de los tres se vio interrumpida, un día en que llegó a visitarlos una comitiva de GusuLan, con Lan Jing Yi a la cabeza:

—ZeWu Jun no pudo soportar el engaño de Jin GuangYao y se recluyó en la cueva fría, líder de secta —le informo el muchacho a Lan WangJi—. Su tío, Lan Qiren, está demasiado enfermo para hacerse cargo de GusuLan, y le pide que por favor vaya a ayudarnos…

Wei Wuxian se ilusionó ante el pedido del muchacho: si Lan Qiren llamaba a Lan Zhan para que gobernara GusuLan, tal vez había una posibilidad de que su alma gemela por fin se reconciliara con su familia y con la secta en la que había nacido. WangJi no estaba muy seguro de qué hacer, y le pidió consejo:

—Wei Ying, ¿tú qué opinas?

—Debes ir, Lan Zhan. SiZhui y yo terminaremos la reconstrucción de WeiLan. Tu familia te necesita.

—Pero yo no quiero separarme de ti… —Las palabras de Lan Zhan, dichas en un triste susurro,  llegaron al corazón de Wuxian y también le provocaron tristeza. Pero debía ser fuerte y darle ánimos:

—Yo tampoco quiero, pero no será por mucho tiempo, Lan Zhan. Ve a ayudarlos…

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Where stories live. Discover now