Capítulo 49- Venganza

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Lan XiChen ya no deseaba saber más nada, pero debía preguntar: ante las pruebas de que su hermano jurado lo había engañado, no quiso imaginar que también lo había usado como instrumento para cometer sus crímenes:

—¡Explícame, A Yao! ¡¿Por qué te casaste, si sabías que tu prometida era tu media hermana?!

—¡¿Y qué querías que hiciera?! ¡Cuando me enteré de que era mi hermana, ya estaba embarazada de mi hijo y la boda era inminente! ¡Si la repudiaba me iba a transformar en el hazmerreír de todo el mundo de la cultivación!

A pesar de que el líder de la secta Jin exponía sus razones, llorando y pidiendo comprensión, parecía que solo él creía que lo que había hecho era lo justo: su niñez y juventud se habían visto marcadas por la crianza dentro del prostíbulo, las burlas y el maltrato que habían recibido tanto él como su madre, y la indiferencia y el desprecio de su padre.

Para transformarse en el líder de todas las sectas, había hecho cosas terribles: aparte de organizar junto a Su She el ataque de Jin ZiXun a Wei Wuxian, y avisarle del hecho a Jin ZiXuan para que fuera a detenerlos, había hecho que su cómplice controlara a Wen Ning con su música, para que los asesinara.

Sin expresión en el rostro, afirmó que originalmente no había planeado la muerte de su hermano, pero que se aprovechó de la situación. A pesar de que Jin ZiXuan jamás le había hecho nada, y hasta lo trataba bien, él odiaba lo que tenía: el amor de su padre, una esposa que lo amaba, y un hijo perfecto. Él no había podido tener el suyo, ya que había muerto siendo muy pequeño, asesinado tal vez por él mismo, para evitar las habladurías si el niño desarrollaba una enfermedad, producto de la consanguinidad de sus padres. 

También había planeado meticulosamente la muerte de su padre: Jin GuangShan había dicho que su madre era demasiado problemática porque leía libros, y no pensaba comprar su libertad ni reconocer a ese niño del cual ni estaba seguro de ser el padre. Cuando creció, Jin GuangYao decidió transformarse en su mano derecha aunque tuviera que soportar sus humillaciones, solo para estar más cerca de él y asesinarlo en la primera oportunidad que se le presentara.

Jin Lin lo escuchó, asombrado: ese hombre al que consideraba como su segundo padre, y que tantas veces lo había protegido de la ira de su otro tío, era el verdadero culpable de la muerte de sus padres. Sin pensarlo, se acercó a él:

—¿Por qué, tío? ¡¿Por qué?! —llorando, el chico sujetó a su tío de su hanfu y lo sacudió. Pero otra fina cuerda de guqin salió del cuerpo de Jin GuangYao y se enredó en su cuello.

—¡No! —gritó Wei Wuxian al ver a Jin Lin en peligro. Pero la puerta comenzó a sacudirse de nuevo, por unos golpes que resonaron en el templo, y los ojos de Jin GuangYao se abrieron por el terror: las hojas se fueron hacia atrás con violencia, y Wen Ning, que venía luchando contra algo que nadie vio al principio, fue lanzado hacia adentro. Cayó entre Wei Wuxian y Lan WangJi que apenas pudieron sujetarlo para que no se golpeara:

—¡No pude detenerlo, Maestro!

Lo que venía detrás de Wen Ning era el cadáver de Nie MingJue. Con su cabeza cosida al cuello, los ojos blancos y las venas negras que subían desde su pecho y llegaban a su cara, entró con pasos lentos, Baxia, su espada, en la mano, y cubierto por una nube de energía oscura.

Jin GuangYao se puso pálido, y el agarre sobre el cuello de su sobrino se aflojó un poco. Lan WangJi actuó rápido, y con un solo tajo de su espada le cortó el brazo y liberó al chico, que aún en shock, cayó en brazos de Wei Wuxian:

—¡Maldito mocoso! ¿Por qué siempre estás dando problemas?

Nada podía detener al cadáver furioso, que de a uno había eliminado a todos los monjes que custodiaban la puerta y también a los cultivadores que se acercaron para luchar contra él. Wen Ning, el más fuerte de todos, tampoco había podido detenerlo: cuando volvió a atacarlo, Nie MingJue lo tiró lejos. El General Fantasma cayó al lado de Jin Lin, que gritó, asustado, y atrajo la atención del cadáver furioso sobre la sangre de Jin GuangYao, que cubría su hanfu.

Cuando Baxia se alzó para golpearlo, Wen Ning volvió a interponerse para defenderlo. Al ver que el hijo de su hermana estaba en peligro, a Wei Wuxian se le ocurrió una idea:

«Mi cuerpo es el de Mo XuanYu, y también tengo la sangre de Jin GuangYao», pensó, y comenzó a silbar para atraer a Nie MingJue. Lan WangJi también sacó su guqin para seguir su melodía. La única solución era guiar al cadáver furioso hacia el ataúd recién desenterrado, para sellarlo ahí. Al ver que su atención se desviaba hacia él, Wei Wuxian, más tranquilo, le hizo un coqueto guiño de ojos a su alma gemela, mientras se dirigía hacia el fondo del templo.

Lan Zhan le respondió con su guqin, del cual se escapó una nota diferente, y Wuxian sonrió, feliz por la complicidad de su amado.

—¡Estoy herido! ¡Ayuda! —El destemplado grito de Nie Huaisang volvió a distraer al cadáver: Su She, sosteniendo a duras penas a Jin GuangYao, había intentado irse del templo y le había provocado una herida superficial en una pierna, cuando se interpuso en su huída.

Wei Wuxian y Lan WangJi perdieron el control sobre Nie MingJue, que se dio media vuelta para ir tras los pasos del líder de la secta Jin.

—¿Qué podemos hacer, Lan Zhan? ¡Tenemos que controlarlo!

Pero la respuesta no vino de WangJi, sino de Jiang Cheng, que con un gesto rápido sacó algo de sus ropas y se lo arrojó a su hermano: era Chenqing, la flauta espiritual:

—¡¿Qué esperas?! —exclamó, con el mal genio que lo caracterizaba—. ¡Suprime a ese cadáver furioso de una vez, Wei Wuxian!

Lan Zhan se quedó con las ganas de darle a Jiang Cheng el golpe que se merecía, porque tenía otra prioridad: unir la melodía de su guqin a la flauta de Wei Ying, y hacer una música mucho más poderosa para controlar a Nie MingJue, antes de que los matara a todos.

Negro sobre blanco (Mo Dao Zu Shi)Where stories live. Discover now