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Era odio, impotencia, no sabía como descifrarlo, no podía asimilar que los padres de Amanda estaban muertos. Así que por eso no me había llamado ni buscado hasta ahora, pero...¿Quien fue el hijo de puta que les hizo eso? Mi amiga lloraba desconsoladamente en mis brazos, mientras yo, yo no podía creer que unas personas tan maravillas, amistosas, principalmente conmigo se hubieran ido, era imposible ¿Por qué?

—¿Han descubierto quien es? ¿Tienen alguna pista?— pregunto.

Amanda levanta levemente la cabeza y me mira con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. Me dolía verla así tan rota, tan derrumbada. Juro que mataría al estúpido que hizo esto.

—La policía aún sigue investigando, lo que si tienen claro es que fue una asesinato, y el asesino...se quedó con los collares que compartían.—murmuró.

Y partí a llorar yo también, se que debía ser fuerte para ella, pero no podía esas personas estaban en mi corazón. Me habían ayudado tanto.

Mi madre entraba a la sala con dos tazas de las que desprendían un humo indicando lo calientes que estaban.

—Tomen, es té de menta. Les ayudará para sentirse mejor.—nos entregó las tazas y continuó. — ¡Alex!, trae el pastel de limón por favor.

Al momento Alex se encontraba en la sala con el mismo pastel de limón que estaba en mi mesita, del que por cierto, no había probado ni un bocado.

—Esta muy bueno, toma Amanda.— Un entristecido Alex le alcanzaba a Amanda un trozo de pastel.

—Ma..m-ma, me hacia, pasteles...y eran deliciosos. G-gracias...— tartamudeó entre sollozos.

—Mi niña, a partir de ahora yo aré todos los pasteles que quieres para ti.—Alentaba mamá dándole pequeñas palmaditas en la espalda a mi amiga.

—Gracias, me lo llevaré...

—No amiga, hoy duermes aquí.— dije firme.

—Q-Quiero dormir sola...— murmura.

—Dormirás sola en mi habitación, yo iré a dormir con Alex.

Alex me dedico una mirada fugaz con una medía sonrisa en sus labios, y una mirada de aprobación y yo solo incline la cabeza a un lado como respuesta.

—Esta bien ¿Ya puedo ir a tu habitación?— asiento — bajaré a la hora de cenar, no me llamen para almorzar, quiero estar sola, por favor.

—Claro amiga, ve.— susurré.

Y fue corriendo a mi habitación, que tantas veces habíamos estado hay compartiendo, riéndonos, hablando, jugando, peleando, esa habitación  guardaba miles de secretos.

Y un recuerdo llego a mi mente sin evitar hacerme reír melancólicamente.

Melany, Melany.—Entraba corriendo Amanda a mi habitación con un gran entusiasmo.

—¿Que pasa Amanda?.

Papá y mamá me han comprado algo....dice con alegría.

—¿Y que es?

—¡¡¡Taraaaaa!!!— detrás de su espalda saca un tierno cachorrito color marrón y lleno de pelos suaves.

Chico Bueno Chico Malo ©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu