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Ya eran las ocho de la mañana y Alex seguía durmiendo. Yo por mi parte no podía tan siquiera cerrar los ojos, estaba nerviosa, y, sinceramente, también tenía miedo.

El mensaje que había recibido anoche era abrumador al igual que la, lamentable, muerte de Henry. ¿No podía ser Johnny? ¿Verdad? Estaba demasiado nerviosa maquinado miles de alternativas de quién pudo haber enviado tal mensaje.

Por otra parte, no tenía trabajo y, sinceramente, no me gustaba ver a mamá mantenernos. Alex, que tenía veintisiete años no trabajaba, pero tampoco iba a la escuela. ¿Que hacía? ¿Ver a mamá morir cada día?.

En ese mismo instante Alex apareció bajando las escaleras con el pantalón negro que había usado para dormir. Tenía el cabello despeinado y sus ojos estaban achinados, acostumbrándose a la luz del día. Apenas notó que estaba en el sofá de la sala, me dedicó una sonrisa y se dirigió a mí.

—Buenos días— saludó.

—Buenos días Alex.— ¿Por qué se veía tan bien despeinado?

Le dediqué una pequeña sonrisa y agache la cabeza, estaba muy nerviosa y creo que el ya se había dado cuenta porque me miraba con el ceño fruncido.

—¿Que te pasa?

—No pasa nada— me cortó.

—Cuenta y deja el drama.

Es verdad, que dramática era. Además, había prometido contarle todo relacionado con "nuestro" padre. Y la verdad, creo que me sentiría mucho mejor si compartiera el peso con otra persona.

—Un número desconocido a enviado un mensaje, y la verdad creo que fue nuestro padre, pero algo no concuerda. — le enseño el mensaje con mi celular— dice que si me gustaron sus besos y me llamo: princesa.

—¿Has besado a alguien más que no sea yo?.— preguntó y el tono de amargura era claro en su voz.

—Puede que a...— suspire — Johnny...

—Joder Melany.— se paso una mano por la cara frustrado — tranquila, ¿si?, estoy aquí, no te dejaré sola.

Lo miré un momento y no pude más y me lancé a sus brazos para abrazarlo lo más fuerte posible y este me recibió enseguida, su cálido pecho contra mi mejilla hacia que me sintiera segura, de echo, creo que Alex era mi lugar seguro.

—¿..no éstas enfadado..?.— dije frotando mi nariz contra su pecho y pude sentir como sonrió.

—Tal vez celoso, pero enfadado contigo nunca.— me depósito un beso en el cabello.

En ese momento, mamá bajo las escaleras con su vestido azul cielo llenos de flores blancas y sus pantuflas de gato. Nos miró un momento y se dirigió a nosotros.

—¿Desde cuando sois tan cercanos? — preguntó, y pude notar un tanto de burla en su voz.

¿Burla? ¿En mi madre?.

Imposible.

—Desde ahora.— le dije mientras abrazaba con más fuerza a Alex.

—¿Como amaneciste mamá?.— preguntó Alex.

Era extraño, se me había muy entraño besar a alguien que creí que era mi hermano, cuando no lo es, pero aún así, le decimos madre a la misma persona. Incomodo, muy incomodo. ¿Te imaginas que bese a Alex y mamá nos vea?, eso sería definitivamente incómodo y extraño.

Sería ridículo y exageradamente trágico en los ojos de nuestra madre.

—Bien cariño. Melany, ve y has de desayunar.— ordenó.

Chico Bueno Chico Malo ©Where stories live. Discover now