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Melany:

Era muy gracioso ver como Amanda y Luci se ponían realmente nerviosas. Alex, que aún señalaba el moretón en el cuello de Amanda, soltó una pequeña risa a la que no pude negarme a unirme.

—Creo que han empezado a alucinar. — dijo Amanda. Se le notaba nerviosa.

—Y yo creo que estabais haciendo cositas.— dijo Alex reprimiendo una risa.

Casi escupo una carcajada en la cara de las presentes.

Luci miró a Amanda con cara de horror y esta no hizo más que cerrar los ojos y bajar la cabeza.

Silencio.

Durante unos cuantos segundos nos mantuvimos todos en silencio. Hasta que Amanda carraspeo sonoramente y luego levanto la cabeza y nos miro a mi y Alex con una mirada un tanto inquieta.

—Bien.— empezó Amanda.— Soy bisexual.— soltó.

Lo soltó rápido, muy rápido a decir verdad. Alex y yo nos miramos entre si y no pudimos más, rompimos a reírnos en sonoras carcajadas delante de su cara y esta nos veía con confusión. Nos miraba tipo: ª muy gracioso, pues.

Y lo era, osea. Era obvio lo que había dicho, pero nosotros ya lo sabíamos. Pero lo que más nos causaba gracia, es que intentaba negarlo, osea. Te cogí con la mano en la masa, "perra".

—Lo sabemos. —le dije calmando mi ataque de risa.

—¿Lo saben?— pregunta ella confusa.

—Era muy obvio.— empezó Alex.— La forma en la que mirabas a Luci era muy tierna. Además, nos los confirmaste cuando subieron a tu habitación. Es muy obvio. ¿ No crees?.

Amanda nos miro con perplejidad, especialmente a mi, y ni siquiera sabía porque. No era un delito ser bisexual o homosexual, de echo, yo no tenía ningún perjuicio con esas personas. Porque el amor no tiene edad, tamaño, color, raza ni sexo. ¿No es así?

—Yo...creo que mejor me voy.— dijo Luci por primera vez después de estar tan callada.

—¿Ya te vas?— preguntó Amanda olvidándose de nosotros por completo. Esta asintió con la cabeza.— Bien, te acompaño a la salida.

Las dos se perdieron escaleras abajo y Alex y yo nos quedamos quietos parados en el umbral de la puerta de la habitación de Amanda en completo silencio.

Hasta, que por fin Alex decidió romperlo.

—¿Nuestro padre no te ha vuelto a molestar?— preguntó.

—No.— respondí.

—Es un poco raro...¿no crees?

—Si, pero no quiero preocuparme por eso ahora. ¿Bajamos?—le dije suplicante.

—Vamos.

Pero cuando nos giramos listos para bajar las escaleras se me ocurrió algo. No era diabólico, tranquilos. Me giré para quedar cara a cara con Alex y este me miró con el ceño fruncido.

—¿Y si nos damos una escapadita a la playa?.— pregunté algo emocionada.

—¿Segura...?— asentí rápidamente con la cabeza y este me dedico una sonrisa.— ¡Vámonos!

Y sin verlo venir, se agachó y me tomó de las piernas y de la espalda, me levantó y bajó escaleras abajo carcajeándose como un loco.

—¿Estas loco?, ¡nos miran raro!.— le grité también riendo en el proceso.

Chico Bueno Chico Malo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora