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Estábamos en una casa grande en el lago. No tenía idea a que país habíamos viajado, la verdad no me importaba. Pero estaba muy preocupada por mi padre, el se culpó por la muerta de mi madre y yo estaba libre en una casa hermosa.

Mi ahora habitación nueva era muy grande y tenía una vista hermosa la lago que teníamos al lado. Las habitaciones de mis hermanos estaban a los lados.

                                (...)

Alguien empezó a tocar la puerta de mi habitación y unos segundos más tarde Alex y Johnny entraron a ella. Sus cabellos estaban mojados y solo estaban en un pantalón de algodón los dos. Pues ya eran las seis de la tarde, supongo que se dieron una ducha la igual que yo.

—Vamos a cenar hermanita.— dijo Johnny.

Me levanté de la cama y me peine un poco el cabello. Sus ojos estaban sobre mi, pues, solo llevaba ropa interior y una camiseta blanca que apenas me llegaba en donde empezaban los muslos.

—Vamos. — les dije pasando por su lado.

Estaba bajando las escaleras, cuando llegué a abajo la mesa no tenía absolutamente nada. Me giré hacía ellos y me sonrieron.

—¿Y la cena?— pregunté ceñuda.

—Está en el patio de atrás, princesa.— Respondió Alex pasando uno de sus brazos por encima de mis hombros.

Nos dirigimos hacía el patio de atrás, en el transcurso Johnny me dio una nalgada y yo di un saltito y los dos se empezaron a reír de mi. Estúpidos.

Les encantaba molestarme.

Al llegar al patio de atrás, había un colchón blanco y amplio lleno de rosas rojas, una botella de vino y tres copas. Habían tres pizzas en una pequeña mesita al lado.

Los mire a los dos con el ceño fruncido y estos se miraron entre sí. Parecían nerviosos, y a la misma vez emocionados.

Esos dos se veían demasiado bien juntos.

—Vez, te dije que no le iba a gustar.— susurró Johnny dándole un pequeño codazo a Alex por las costillas.

—No me gusta... — me acerque a ellos.—¡Me encanta!. — los abracé a los dos por el cuello y estos instantáneamente correspondieron el abrazo.

Cuando los solté, ellos tenían una gran sonrisa formada en sus hermosos rostros de dioses. Alex se acercó a mi y me tomo el rostro.

—¡Sabía que te iba a gustar!— exclamó plantando un beso en mis labios.

Johnny estaba detrás de nosotros y me miró con una sonrisa de angelito. Se acercó un poco y abrazó la espalda de Alex.

—¿Para mi no hay beso?— preguntó Johnny con una su rostro fungiendo tristeza.

Alex se separó de mi con una sonrisa y negó con la cabeza. Yo me acerqué a Johnny despacio y le di un beso suave en sus labios rellenos, el no dudó un segundo en corresponderme. Sus manos se posaron en mis caderas haciendo presión en ellas.

Los tres nos sentamos en el colchón, yo en medio y mis dos hermanos a los lados. Nos servimos una copa para cada uno y brindamos por la vida.

Hermano, ¿Quieres?— Alex tenía un pedazo de pizza en su boca y Johnny se lo quitó de un mordisco.— ¡Oye!, ¡Era solo un pequeño pedazo!— chilló.

—No seas exagerado.— Respondió Johnny.

Verlos con ese detalle de rosas y todo hizo que algo dentro de mi se removiera.

Chico Bueno Chico Malo ©Where stories live. Discover now