20.

2.7K 221 17
                                    

El beso ha sellado el pacto, no necesitamos decirlo en voz alta porque está implícito en el acto: ninguno dirá nada de lo que está sucediendo en este momento a absolutamente a nadie.

Y sí, eso incluye a Federica.

Desabotono un poco su camisa con dificultad y nos separamos para tomar aire. Su boca ataca mi cuello, lamiendo y besando hasta hacerme delirar. Le saco la camisa y la tiro lejos, acariciando su musculosa piel caliente. Ruedo los ojos cuando su mano viaja hacia mi nuca, tirando con suavidad, pero con precisión mi cabello. Eso solo me despierta aún más el morbo y me genera escalofríos.

Beso sus hombros descubiertos, dándome cuenta de algo que no me había fijado antes: sus tatuajes. Tiene algunos tatuajes en su hombro tonificado, una brújula y otras cosas que no puedo procesar con claridad cuando siento que sus manos se meten bajo mi camisa, acariciando mi cintura. Las empieza a subir y nos alejamos cuando me la quita por encima de la cabeza, acariciando mis brazos.

―Si quieres que me aleje, pídelo ahora porque luego no me voy a detener ―dice, muy cerca de mi rostro y con la respiración agitada. Sus manos se enroscan en mi cintura y las mías van a sus rizos.

―Una vez dijiste que el espacio es solo una palabra que se usa cuando acercarse da miedo ―murmuro un tanto agitada―. Y yo no tengo miedo, Mauricio. Solo sé que quiero esto tanto como tú.

Me quedo extrañando ver su sonrisita triunfante, pero se me olvida cuando vuelve a besarme con mucha más intensidad que antes. Sus manos desabrochan mi sostén y las mías viajan por su perfecto abdomen, deteniéndome en la hebilla del cinturón. Lo desabrocho junto con sus pantalones sin dejar de besarlo y bajo, paseando mi boca por su cuello y relajo mis brazos para dejar caer al suelo mi brasier.

Tira con suavidad de mis cabellos para que alce el rostro y besa con devoción mi cuello. La humedad en mi entrepierna crece más y más, haciéndome alucinar y flotar en una nube.

No puedo evitar gemir cuando siento su lengua recorrer mis pechos, tentándome. Mis manos viajan a sus rizos, pidiéndole más y se adentra uno de mis rígidos pezones a su boca; besando, lamiendo, succionando. Su otra mano le da atención a mi otro pezón, trazando círculos con sus dedos y magreándolo.

No quiero pensar en mañana, cuando amanezca entre sus brazos. No quiero arrepentirme hoy, al menos. Quiero estar en este presente tan rico que me tiene húmeda, temblorosa y erizada.

Desabrocha mi pantalón y con un poco de fuerza lo baja, dejándome en tanga. Sabía que era buena idea ponerme el conjunto rojo, aunque él no parece darse cuenta.

No lo culpo, yo ni recuerdo de qué color era la camisa que tenía puesta.

Se quita su pantalón y caemos en la cama. Su boca se apodera de la mía y gimo cuando siento sus dedos acariciar mi entrepierna por encima de la tela de encaje.

― ¿Cómo hiciste para aguantar tanto, eh? Mira como estás, mira como estoy yo ―dice, restregando su erección en mi centro.

¡Su voz gruesa y ronca me tiene delirando, coño!

Su mano se adentra bajo mi tanga y me remuevo al sentir sus dedos acariciar mi centro. La suavidad de su toque solo hace que mi libido aumente más y más. Sin desatender mi clítoris, introduce un dedo y yo me arqueo, sin tener total control de mi cuerpo. Hoy él se lo ha ganado, él es quien me controla.

Se sienta un momento y tira de mis piernas, haciéndome soltar un gritito por la sorpresa. Me deja en el filo de la cama y besa mis costillas, logrando que me retuerza en mi lugar por el montón de vibraciones que me recorren.

Sus besos siguen bajando hasta llegar a mi ombligo y luego sigue su camino, tirando de mis bragas. Ahora estoy totalmente desnuda y aunque la pena me embarga, no me permito pensar mucho en eso. Ya es muy tarde para retractarme.

A fuego lento | Libro 1|  Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora