Extra único.

1.3K 144 32
                                    

La puerta se abre y el alboroto es increíble. Las risas, los abrazos, los besos; todo se hace notar a mi alrededor y no puedo estar más contenta.

Todos hacen lo mismo con Mauricio y con los niños, mientras Fede me ayuda con las bolsas de regalo que traigo de Italia. Las niñas corren a jugar con sus primitos y yo abrazo a mi prima luego de dos años sin verla.

—La mejor navidad de todas es cuando traes a mis consentidas —dice Fede, sonriendo.

—No sabes cuánto extrañan a la familia. En especial a Mateo y a Elena —digo, mirando a mis pequeños jugar con los pequeños de Federica y Sebastián.

— ¿Estás diciendo que no quieren a Cristiancito y a Darío? —pregunta Fede, alzando una ceja.

—Escuché que nombraron a mis hijos, ¿qué hay con ellos? —interfiere Montse y las tres nos abrazamos, mirando a nuestros retoños.

Mateo es el mayor, luego le sigue Darío, Margarita y Teresa (mis gemelas), Elena y Cristiancito que es el más bebé de todos, está aprendiendo a caminar apenas.

—Nada, que los extrañaba. Además, mira a Cristiancito. ¡Provoca comérselo! —digo y él camina con temblequeos aún, en mi dirección así que lo termino cargando—. Ver bebés me provoca ser mamá de nuevo.

—Pues yo no diré que no a eso, amo hacer bebés —habla Mauricio con socarronería, abrazándome por la espalda.

—Asqueroso —se queja Montse, fingiendo una arcada—. Yo ya cerré fábrica, no podría con otro niño más.

—Ay, yo quiero uno más también por lo menos. Con Elena me di cuenta de que me gustan las niñas —habla Fede, sonriendo—. Aunque... no estoy tan lejos tampoco de cumplir parte del deseo.

— ¿A qué te refieres? —pregunto, frunciendo el ceño.

— ¡Sebastián! —grita mi prima, llamando a su esposo y este se acerca con una sonrisa en el rostro.

— ¡Cuñada! —dice y me abraza. Su bendita sonrisa tierna todavía puede conmigo y Mateo la ha heredado, no saben lo malcriado que lo tengo—. Que alegría tenerlos este año aquí, miren que el año pasado como fueron a Grecia... —se burla, haciéndonos reír.

—Al negocio le está yendo bien, teníamos que tomarnos unas merecidas vacaciones —se excusa Mauricio, acariciando la cabecita de Cristiancito.

—Bueno, se fue la emoción de la cosa ya —se queja Fede, cruzándose de brazos.

—Tienes toda mi atención —le digo, colocando mi mano sobre sus brazos.

—Pues... ¡estoy embarazada! —chilla y yo la acompaño con emoción—. Hicimos todo el proceso con el obstetra para ver si nos sale niña, así que ¡crucemos los dedos!

— ¡Felicidades! —digo, contenta y noto que nadie más lo está—. ¿Solo faltaba yo por saber?

Dah, vives en Londres —me dice y yo ruedo los ojos, riéndome.

—Oye, ¿y Cristián? —pregunto.

—Está buscando los vinos para brindar en la cena navideña, debe estar por... ¡Allí está! —habla Montse y yo volteo en dirección a la puerta donde Cris llega con los brazos atiborrados de botellas de vino.

—Permítame ayudarlo, señor Flores —hablo y le quito algunas botellas de las manos.

— ¡Gaby! —se emociona al verme y deja las botellas sobre el mueble para abrazarme—. Qué bueno que este año si nos acompañes.

—Fraga Italia y Londres va viento en popa, pero pudimos escaparnos —le cuento, estrechándolo un poquito más—. Tus sobrinas favoritas están por allí.

—Les tengo unos regalitos —susurra y yo sonrío.

Unos brazos se enroscan en mi cintura y sonrío al reconocer el aroma a Invictus de mi macho. Alzo el rostro para verlo y él besa la piel de mi hombro, raspándome un poco con su barba.

—Mi madre estaría muy feliz en este tipo de momentos —dice, sonriendo con nostalgia.

—Ella lo está —le recuerdo, acariciando con mi índice la punta de su nariz—. Y debe estar muy orgullosa de que Teresa lleve su nombre.

—Así como tu abuela debe estarlo de nuestra Margarita —me dice antes de darme un pico en los labios.

—Hace poco descubrí que la mamá de Cristián falleció por una balacera en Colombia, por el barrio donde él vivía —digo y miro a mi amigo jugar con los niños y observar a Montse con tanta devoción—. Fue un daño colateral, estaba en el lugar y momento equivocado.

—No creí tener algo en común con Cristián en mi vida —dice y yo ruedo los ojos, negando con la cabeza—. Ahora resulta que ambos amamos a Montse y tenemos a nuestras madres en el cielo.

— ¿Crees que nuestra vida es perfecta? —pregunto.

—Tal vez no lo sea, pero no cambiaría nada de ella —responde y me besa en el cuello, erizando mi piel—. Siempre los elijo a ustedes, mil veces y todos los días.

—Por el resto de nuestras vidas —culmino y le doy un beso en los labios.

El día se pasa entre bullicios por los niños, charlas con mi familia, vinos y comida. La cena navideña transcurre con emoción y los niños se duermen temprano porque quieren que el Niño Jesús llegue rápido.

Nos ponemos manos a la obra para colocar los regalos sobre el pesebre y nos acostamos a dormir con nuestros niños hasta que se despiertan, aún muy temprano y el bochinche empieza de nuevo.

Veo los rostros de los niños, de mis amigos que ahora son mi familia, de mi esposo y de mi madre. Todos ellos con una sonrisa en el rostro y el brillo de felicidad en sus ojos cosas que me hacen darme cuenta de lo afortunada que soy por tener la vida que tengo. Un negocio propio, un esposo increíble, unos hijos maravillosos. ¿Qué más puedo pedir?

—Amor... —habla Mauricio, sentándose a mi lado—. ¿En qué piensas?

—En que te amo —le digo, acariciando mi nariz con la suya.

—Yo también te amo, mi amor. Te amo mucho —dice y me roba un beso.

— ¡Papi, mira! ¡El Niño Jesús me trajo un pony! —brinca sobre nosotros nuestra Tere, contenta.

Él se levanta para jugar con las niñas y yo miro al cielo, agradeciendo por todo lo bueno que me ha sucedido. Es irónico que él y yo, literalmente, empezamos con mal pie y ahora, después de tantas cosas, estamos casados, viviendo en otro país, con dos hijas preciosas.

Lo veo jugar con las niñas y se me hincha el corazón de felicidad. Son mi vida entera y los amo con mi alma.

—Con que del odio al amor sí hay un solo paso, ¿eh? —dice Fede, sentándose a mi lado.

Sonrío cuando Montse se sienta a mi otro lado y niego con la cabeza, soltando una ligera risita.

Definitivamente, eso es algo que no puedo negar.

N/A: Con este extra tienen un vistazo al futuro de toditos, pero... ¿cómo llegaron a ese futuro maravilloso? ¡Es lo que deben averiguar en los próximos libros!

Nos seguiremos leyendo, chiquis :3

A fuego lento | Libro 1|  Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Where stories live. Discover now