42.

1.4K 147 13
                                    

El día de los resultados al fin llega. Me estiro en mi cama con una sonrisa en el rostro y siento un peso sobre mis muslos, bajo la mirada para encontrarme con una pierna gruesa y musculosa, con vellos.

Las piernas de Mauricio.

―Mm, cinco minutos más ―ronronea, atrayéndome hacia él con un brazo.

―No, Mauricio. Se me hace tarde para ir a la escuela ―hablo, sosteniéndome del filo de la cama para no ser arrastrada lejos.

― ¿Sabes lo que podemos hacer en cinco minutos? ―pregunta, tirando de mí con fuerza para colocarme a ahorcajadas sobre él.

― ¿Bañarnos? ―bromeo, entrecerrando los ojos en su dirección cuando siento un bulto duro en mi entrepierna.

―Mejor ―dice y se levanta, tomando mi rostro entre sus manos para estamparme un beso en la boca.

Yo me empiezo a reír y luego batallo para que me suelte, por el jodido aliento mañanero. Sin embargo, no me presta atención y en menos de lo que canta un gallo me está besando y lamiendo el cuello, haciéndome soltar pequeños gemidos de placer.

Su mano viaja a la zona sur de mi cuerpo y se adentra en mis bragas, metiendo un dedo en mi intimidad para lubricarlo y así poder resbalarse por mi centro. Yo gimo en su boca abierta y me arqueo, alzando la cabeza. Su boca vuelve a adueñarse de mi cuello y me muevo de adelante hacia atrás sobre su mano.

―Así es, amor. Búscalo tú ―murmura en mi oído antes de succionarlo y me arqueo más, soltando un largo jadeo.

Me sigo moviendo, aumentando el ritmo y cambiando la dirección varias veces hasta que me siento muy cerca del límite. Le quito la mano de mis bragas y yo la reemplazo, apartando la tela y, con mi otra mano libre, libero su erección. Me entierro sin previo aviso y hasta el fondo, sintiendo su boca abierta y húmeda gemir casi contra mis pechos y yo hago lo mismo, mirando al techo.

Sus manos acunan mis nalgas y clava con un poco de rudeza sus uñas en mi piel, ayudándome a cabalgarlo a un ritmo más acelerado. Puedo sentir el sudor recorrer mi nuca, su respiración chocar contra mi pecho y sus uñas arañarme las nalgas con suavidad. Las emociones son tan fuertes que me llevan al orgasmo en segundos y él me sigue pidiendo más hasta que acaba dentro de mí.

Respiramos agitados, juntando nuestras frentes. Sus brazos se enroscan en mi cintura y mis dedos se pierden entre sus rizos, mostrándole una sonrisa bobalicona.

—Sé que ya sabes los resultados, pero no puedo evitar decir lo ansiosa que estoy por hoy —le digo, sonriendo.

—Y yo no diré nada al respecto para mantenerte a la expectativa —responde y me da un casto beso en la boca antes de nalguearme—. Ahora mismo, el deber nos llama. Detesto tener que encender el celular porque me atosigan en el trabajo.

Me levanto y nos metemos en la ducha para bañarnos, mientras dejamos nuestros celulares encendidos sobre la mesita de noche junto a la cama. Así ya estarán todas las notificaciones y veremos solo las más importantes.

Luego de ducharnos, nos arreglamos y cocinamos juntos. Lo observo mientras se encarga de las pechugas de pollo y no puedo evitar sonreír con bobería. Estamos juntos y felices, así a escondidas. ¿Cómo es que llegamos a esto si lo detestaba al principio? Creo que siempre me preguntaré eso.

Desayunamos juntos y nos trepamos al carro. Cuando ya tengo el cinturón de seguridad, reviso las notificaciones y me asombro al ver que son tantas. ¿Explotó el mundo en un fin de semana y no nos dimos cuenta o qué?

—Gabriela... —habla Mauricio y jadeo cuando veo la noticia. Cubro mi boca y siento mis ojos picar por las lágrimas, así como el pánico sube por mi garganta—. Hey, Gaby.

A fuego lento | Libro 1|  Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Where stories live. Discover now