Capítulo final.

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Mi familia, incluyendo mis amigos, me incluyen en un abrazo grupal y nos felicitan a los tres por graduarnos. Hacen todo un alboroto que me hace reír a carcajadas y nos tomamos muchas fotos debido a la insistencia de Montserrat.

Cristian y ella están muy felices, incluso están pensando en rentar un apartamento porque Sebastián y Fede están en ello. Quieren vivir juntos y me pone muy feliz ver a mi prima contenta, al lado de su príncipe Díaz.

Luego de las fotos, Mauricio nos lleva a nuestra mesa, ya dentro de las instalaciones del restaurante, donde se realiza un banquete en honor a los graduandos. Ya tengo conmigo mi lindo ramo de flores y lo huelo a cada nada, así como a él y su colonia tan divina.

Lo amo mucho y me muero por decírselo, pero todavía no he sentido que ha llegado el momento. Honestamente, una parte de mí no quiere ser la primera en decirlo porque me da miedo presionarlo.

Alguien me abraza por detrás y alzo el rostro para encontrarme con Aarón. Me levanto para abrazarlo a él y luego a Maite, su novia (¿quién lo iba a decir, eh?) e invitarlos a que se unan.

Juárez también fue invitado por Mauricio, y él trajo consigo a su novia, Elena, una compañera de trabajo de Federica que conoció debido a que le tocó ser su abogado para poderse librar de su ex novio violento.

Ella me cae bien y Juárez la cuida como si fuese de cristal, a ella le gusta mucho y me parece que se ven muy lindos juntos.

Luego de brindar y demás, la celebración sigue y esta vez ponen música. Mauricio, por supuesto, me invita a bailar y lo hacemos al ritmo de Juan Luis Guerra, por lo que me rio mucho.

—Ahora sí te puedo besar, no me vengas con que no —me pide y yo afirmo porque también se me antoja su boca—. Me haces muy feliz, mi reina. Como nunca lo he sido antes.

Y entonces, me besa. El mundo se evapora a mi alrededor cuando su boca se encuentra con la mía. Jamás pensé encontrar tanta felicidad en mi vida y gracias a él, el machito creído que me enamoró al demostrarme que debajo de esa capa protectora había un muchacho solo y triste, necesitado de luz y amor.

Suspira sobre mis labios cuando se separa de mí y junta su frente con la mía. Mi corazón aun late fuerte por él y respiro hondo, tratando de regular mi respiración.

—Te amo, Gabriela Arellano —confiesa y ahí sí siento que mi estómago se prende en fuego y mi corazón da una voltereta digna de una olimpiada dentro de mi pecho—. Te amo muchísimo.

Mis ojos se llenan de lágrimas y sonrío, abrazándolo con fuerza y lo siento reírse. Vuelvo a unir su boca con la mía en un beso corto y suspiro, aliviada.

—No sabes cuántas ganas tenía de decírtelo —respondo y él alza una ceja, divertido—. Yo también te amo, Mauricio Díaz Guerra. ¡Te amo con toda mi alma!

***

De regalo de graduación, Mauricio me regaló una hermosa filipina negra con un bordado de margarita donde debería ir un logo de algún restaurante. Además, tuvimos una noche muy apasionada en el rancho donde me hizo el amor hasta la saciedad, comimos pizza y bebimos vino.

Ahora, me encuentro viendo el contrato de trabajo de Fraga Restaurant, debatiéndome en si aceptarla o no. Ya todos saben que soy la pareja del señor Díaz y que lo nuestro es muy en serio, así que no debería ser ningún problema para mí.

Muerdo la punta de la tapa del bolígrafo y estoy por firmar cuando recibo una llamada. Contesto sin ver, observando las letras impresas frente a mí.

— ¿Diga?

Good evening, is this Gabriela Arellano? (Buenas tardes, ¿hablo con Gabriela Arellano?)

Me enderezo en mi lugar al reconocer el acento británico y eso captura la atención de Mauricio, quien está tan distraído con el trabajo que ni siquiera se ha dado cuenta de mi indecisión por firmar el contrato.

A fuego lento | Libro 1|  Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Where stories live. Discover now