27.

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Nos acercamos a nuestros acompañantes, quienes hablan con Mauricio y Charlotte. Montse no luce para nada contenta y no lo disimula, yo tampoco es que lo haga mucho.

La música vuelve a tomar vida, esta vez sonando "Put your head on my shoulder" de Paul Anka. Mauricio se acerca a mí y extiende su mano para que baile con él. Yo acepto con una sonrisa tímida y nos acercamos al centro.

Aarón le pide a Charlotte que baile con él y ella acepta a regañadientes, sin dejar de vernos.

―Te estoy viendo, ¿eh? ―me habla Mauricio, mientras danzamos de un lado a otro―. Deja de acribillarla con la mirada, ella no me importa ―me dice y besa mi sien.

―No hagas eso... ―lo regaño, mirando a nuestro alrededor―. Recuerda que estás regalando pasantías y yo ya estoy dentro, ¿eh?

―Haré como que no estás desviando el tema ―me dice, sonriendo con diversión.

―No lo hago ―respondo, mirando directo a sus ojos mieles―. Ella es la que nos acribilla a nosotros.

―Lo sé. Solo le he prestado atención a la mujer más sexy y hermosa de la noche ―dice, casi rozando su nariz con la mía sin despegar nuestras miradas. El corazón se me acelera en el pecho y me sonrojo―. Viste de rojo y, resulta ser, que es más atrevida de lo que pensaba. Además... es muy buena en la cama.

―Mauricio ―advierto, escondiendo mi cara en su pecho y riendo.

―Bueno, en la cama solamente no. Hasta sobre el escritorio ―dice, haciéndome reír aún más.

Me quedo ahí, pegada a su pecho, bailando con lentitud. Su corazón está un poco acelerado, como el mío cada vez que lo tengo cerca. Alzo el rostro para verle, solo eso. Él baja un poco la barbilla y me mira; solo danzando, perdidos en la mirada del otro hasta que la canción termina.

La nebulosa se interrumpe cuando tiran de su brazo, alejándolo un poco de mí. Parpadeo para volver a la realidad, notando que es Charlotte quien le habla.

―Cariño, recuerda que ya es hora del banquete ―le habla, acariciando su brazo con cariño―. Disculpa, tía. Es que ya es hora de sentarnos en nuestras mesas a comer.

―No te preocupes ―respondo, mirándole con la ceja alzada.

―Oye, no te conozco de ningún lado. ¿A qué te dedicas? ―pregunta, señalándome.

― ¿No te han dicho que es de mala educación señalar a la gente? ―le pregunto, cruzándome de brazos―. Soy estudiante de gastronomía.

― ¿Y quién te acompaña? ―pregunta, sonriendo con hipocresía.

―Mi jefe. Trabajo como mesera en Café Toscano, ¿por qué?

―Ah, pues porque sería la única forma de que vinieses a un evento como este ―responde, mirándome arriba abajo.

Abro la boca, ofendida y estoy por decirle sus cuatro verdades a la cara cuando Mauricio se interpone entre nosotras, tomándome por los brazos.

―A ver, ¿qué coño sucede aquí? ―escucho una voz a mis espaldas.

―Nada, nada. Le preguntaba a la meserita que cómo entró a un evento como este, solo eso ―responde la rubia a Montse.

―A ver, pendeja ―se le acerca Montse y Mauricio suspira, derrotado―. La que tú llamas meserita es mi mejor amiga, que a diferencia de ti, no es una perra traidora. Así que, la que no tiene por qué estar aquí eres tú. Fuiste la última opción, porque ya se tenían que tomar medidas desesperadas.

La rubiecita transforma su cara a una llena de coraje y mira a Mauricio, esperando que la defienda. Él se encoge de hombros antes de hablar.

―A Gabriela fue la primera persona que le envié la invitación ―admite y yo miro a Montse, sorprendida. Ella asiente, sonriéndome―. Y sí, pensé mucho en si invitarte o no, porque nos traicionaste de la peor manera. Sin embargo, no tengo asperezas contigo y por eso puedo tolerar tu presencia.

A fuego lento | Libro 1|  Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt