Epílogo.

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Cuatro meses después...

Vivir en Londres es tal cual te lo pintan en las películas: una maravilla. Es una ciudad costosa, no lo voy a negar, pero mi visa me permite estudiar y trabajar, así que he logrado mantenerme.

Además, Mauricio me ayuda aunque yo le diga que no es necesario. Sin embargo, es un Díaz, no se le puede decir que no a la gran mayoría de las cosas, porque como yo soy una Arellano, él tiene que aceptar algunas de mis negativas.

Hace un año llegué a México con una maleta llena de sueños pequeños, todos enfocados en mi carrera y en mi vida profesional. Jamás llegué a imaginar que ese país tan lindo que me abrió sus puertas, me llevaría a conocer al testarudo, guapo y ardiente amor de mi vida.

Un tropiezo, eso bastó para que el universo dijera "ustedes son el uno para el otro, aunque ahora no lo vean" y la pasión fue la corriente que nos llevó a este amor tan fuerte y grande que sentimos.

Hace cuatro meses, llegué a Londres con una maleta más grande para hacerle espacio a mis nuevos sueños, aunque tuve que dejar a Mauricio atrás por un tiempo hasta que él venga a visitarme.

Fraga ya está a punto de abrir su tercer restaurante, no lo hicieron antes porque primero decidieron abrir Fraga Desserts, la pastelería de Sebastián y Federica, que forma parte de la cadena familiar. Esta parejita ya vive arrejuntada desde hace un tiempo y, la verdad, estoy esperando que en cualquier momento me digan que voy a ser tía porque esos dos son unos conejos.

Montserrat y Cristian, por otro lado, están haciendo su maestría en Grecia y también viven juntos. Mi amigo me dice que ver su sueño hacerse realidad es algo que jamás imaginó, pero que volvería a México para continuar con su novia la vida que el destino les tenía preparado.

Por mi parte, todavía no sé si volvería a México. Por supuesto, lo extraño, pero sigo sin saber si es la misma añoranza que le tengo a Venezuela: muero por volver, revivir todas mis costumbres, pero no me quedaría allí porque ya nada me retiene a mi país de origen.

En cambio, en México, por supuesto... me esperan Mauricio, mi mamá, mis primas y mis tíos, mis amigos. Me espera mi vida entera, una que adoro con el alma.

Probablemente sí, volvería a México. Después de todo, Londres será un lugar al que pueda volver más adelante, pero la vida se esfuma entre los dedos como humo y no hay nada que pueda detenerlo.

Vaya, limpiar mesas me pone muy pensativa...

En el pequeño café donde trabajo como mesera, ya es la hora del cierre. Así que verifico que todo esté en orden mientras me quito el delantal y lo guardo en su lugar.

Me despido de algunos compañeros y me doy media vuelta para encaminarme a la salida y colocar el cartel de "cerrado", ya que el dueño se va un par de minutos después de que yo salga. Soy la penúltima en irme porque me ofrecí, la verdad es que me gusta el lugar.

En lo que coloco el cartel, una persona se detiene frente a la puerta de vidrio y retengo mi respiración, sintiendo que el pecho se me quiere salir por la boca.

Él... está aquí, ¡vino a visitarme después de cuatro jodidos meses!

Abro la puerta, ocasionando que la campanita sobre mi cabeza anuncie el movimiento de la madera y me abalanzo sobre sus brazos. Él me estrecha con fuerza y me da una vuelta en el aire, para luego plantarme de nuevo en el piso.

—Hola, mi... —no lo dejo terminar, estampo mi boca contra la suya y siento como vibra al reírse. Le lleno la cara de besos y lo abrazo con fuerza porque lo extrañé demasiado—. Yo también te extrañé y como no tienes idea, mi reina.

A fuego lento | Libro 1|  Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Where stories live. Discover now