30.

2.7K 237 15
                                    

GABRIELA

El fin de semana fue increíble. Siendo honesta, no quería que terminara y Mauricio tampoco, al parecer.

Sus manos acunan mi cintura, ejerciendo una ligera presión que envía cosquillas a la zona sur de mi cuerpo, mientras me besa. Se separa de mí, mordiéndose el labio para no sonreír pero falla en el intento.

―No quiero que te vayas ―admite, suspirando―. ¿Crees que puedas volver a quedarte conmigo otro día?

―Tal vez ―respondo, sonriendo con diversión―. Ahora debo caminar lo que queda hasta la escuela, señor Díaz. Ya nos veremos por ahí ―me despido, guiñándole el ojo.

Me doy media vuelta para retomar mi camino, pero tira de mi mano pegándome a su pecho. Nuestras narices rozan y mi mirada le recorre el rostro hasta llegar a sus ojos.

―Un último beso ―suplica, tomando mi rostro entre sus manos―. Tal vez vaya a visitarte en tu hora libre.

―No, Mauricio ―digo, esquivando sus besos―. Hey, tenemos que ser discretos, ¿recuerdas? No quiero crear rumores, sabes que no los toleraría.

―Sí, lo sé. Arrojarías madrazos a diestra y siniestra ―se burla, acercándose para darme un pico en los labios.

―Bueno, ya. Voy a llegar tarde ―me despido, dándole otro pico en los labios antes de retomar mi camino.

Suspiro, tratando de borrar la sonrisa en mi rostro porque sé que mis amigos se darían cuenta. Los imagino preguntándome qué ha sucedido, qué me ha puesto tan feliz y no sabría qué responder.

¿Cómo le explico a Montse que estoy feliz porque he tenido el mejor fin de semana de mi vida junto a su hermano? Y no como amigos, sino como amantes. ¿Cómo lo tomaría ella? ¿Me detestaría? ¿Le agradaría la idea? ¿Y si le agrada qué? No es como si Mauricio y yo fuésemos a formalizarnos en algún momento.

―Ya veremos qué sucede, Gaby ―dice, tomando mi barbilla entre sus dedos para que le mire―. Dejemos todo fluir, ¿está bien?

Sacudo mi cabeza para dispersar esos pensamientos locos. El señor Díaz tiene razón, lo mejor es que todo fluya hasta donde tenga que fluir.

Me escondo tras un árbol cuando estoy cerca de la escuela. ¿El motivo? Pues hay una parejita besándose muy apasionada sobre una motocicleta que reconozco. Me cubro la boca para no soltar una risotada por lo que acabo de descubrir: Montse y Cristian andan enrollados, ¿quién lo diría?

Miro la hora en mi teléfono, dándome cuenta de que estamos casi sobre la hora y capaz estos dos tórtolos ni se han fijado. Marco el número de mi mejor amigo, con total vergüenza, pero lo hago por su bien.

Ambos se separan con rudeza y Cristian le dice algo a Montse, quien asiente para que conteste.

― ¿Cris? ¿Cómo estás? Voy un poquito tarde, ¿el chef Guzmán ya llegó? ―pregunto, escondiéndome lo mejor que puedo tras el árbol.

―Eh, no lo sé. Yo ya estoy cerca, te aviso cualquier cosa ―dice, suena un poco nervioso y tengo que morderme la boca para no reírme.

―Vale, vale. Yo también estoy cerca, nos vemos entonces ―le digo y cuelgo.

Ambos se trepan a la motocicleta y él acelera hacia la escuela. Yo sigo mi camino, soltando algunas risitas por lo que acabo de presenciar y niego con la cabeza. Llego justo a la hora y me cambio a rayo veloz por el uniforme, entrando como alma que lleva el diablo a la cocina.

El chef Guzmán entra como cinco segundos después y suspiro de alivio, colocándome junto a mi amigo.

―Hola, Gaby ―me saluda, sonriéndome.

A fuego lento | Libro 1|  Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Место, где живут истории. Откройте их для себя