Capítulo 3

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Paige

Solo han pasado dos horas y creo que estoy flotando en una nube. Es más, ni siquiera noté que era hora de almuerzo hasta que Joseph me lo sugirió. No podía decirle que no tenía nada que comer, así que solo asentí. El tiempo lo podía aprovechar recorriendo la universidad.

Por más que miraba y caminaba por este lugar, menos podía creer que en realidad estaba aquí. Recorrí unos pasillos, llegué a unos laboratorios, baños, cuarto de conserje, también me adentré a otro jardín lleno de orquídeas. Mis favoritas.

Cuando fue la hora caminé sin problemas hasta la biblioteca central. ¿Pueden creer que además de esa había otras tres? Aunque las otras eran más pequeñas y centradas a una carrera en particular. Joseph me sonríe cuando me ve. Parece de unos sesenta años y ya se el blanco comienza colorear su cabello y bigotes. La verdad es que ya no siento ese rechazo en su mirada con el que me recibió, pero es entendible. Saber el valor de los libros en la Era de la tecnología era una labor difícil.

—¿Te divertiste? —me pregunta cuando llego a su lado y veo que comienza a caminar tirando de un carrito.

—Es realmente hermoso. Me encantaría poder estudiar aquí. —reconozco siguiéndolo.

—¿Y por qué no postulas? —me pregunta curioso mientras saca unos libros que están en el pasillo incorrecto.

—No puedo costeármelo. —reconozco imitándolo, pero en el estante que queda a su espalda—. Trabajaré y una vez que tenga el dinero... estudiaré.

Hay unos segundos de silencio y entiendo que ha decido dejar la conversación hasta ahí. Saco uno de los libros de la estantería al leer el nombre. Esquilo. The Oresteia. Casi me quedo sin aire. Jamás pensé que podría tener entre mis manos esta trágica trilogía.

—Deberías postular a las becas. —vuelve a hablar Joseph haciendo que deje mi impresión por lo que sujetan mis manos y lo mire—. Puede que sea una universidad privada, pero siguen reconociendo y premiando el talento.

—Pero no tengo ningún talento. —suelto confundida. Veo como Joseph deja de hacer su trabajo y me mira atento.

—Pues la Paige que se presentó en la mañana que hablaba hasta por los codos no diría lo mismo. —dice haciendo que yo sonría.

Después de un rato dando vueltas con Joseph enseñándome algunas de las tareas que debería realizar decide irse al mesón en dónde debe registrar los libros que se llevan. Me comenta que, aunque todavía no comienzan las clases, muchos estudiantes vienen para adelantarse con la materia o volver a familiarizarse con el estudio.

Me paseo por los pasillos intentando ordenar los libros que los estudiantes dejan en cualquier lado. No lo entiendo, si no te llevas el libro ¿cuesta mucho volverlo a su lugar? No me quejo. Su falta de modales hace que me pueda entretener paseando de un pasillo a otro.

Cuando saco un par de libros queda un agujero en el estante y me fijo en el chico que se encuentra sentado frente a mí. Lo recuerdo, aunque no le presté atención al principio es quien me desconcentra de mi labor. Me demoro más de lo habitual para poder estudiarlo unos segundos. Se encuentra con su cabeza sumergida en un libro, aunque desde aquí no puedo ver cuál. Garabatea algo en su cuaderno y lo veo mover el lápiz impaciente.

Miro a mi alrededor esperando que nadie me haya visto observándolo, pero nadie aquí tiene tiempo para eso. No hay nadie con él, lo cual me sorprende enormemente. Esta vez no puedo evitar fijarme en su rostro. Es realmente hermoso. Su cabello es castaño, lo que contrasta a la perfección con el verde de sus ojos. Tiene el ceño fruncido y hace ese gesto con la boca cuando piensa.

RêvasserieWhere stories live. Discover now