Capítulo 4

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Hazel

Bien, estoy lista.

Le he quitado ese jean oscuro a Paige. No me queda tan bien como a ella, puesto que no tengo caderas para lucirlo, pero detrás de un delantal eso no será problema. Mi único problema ahora tiene nombre y parece ser Melisa.

Debo impresionar a Melisa. Si tengo a Melisa, tengo el trabajo y sí que necesito el trabajo. Paige quiere estudiar, yo también, pero sé que el no poder hacerlo le afecta más a ella que a mí. Que Paige trabaje en la biblioteca de la universidad es algo bueno, porque eso quiere decir que puede crear contactos, mientras que yo... Yo me encargaré del dinero.

Mi maquillaje no ha quedado tan mal. Solo espero que Melisa sea ciega, de lo contrario, estaré despedida antes de que tenga la oportunidad. Bueno, que tenga hipermetropía también sirve.

Cuando estoy fuera de la cafetería siento que voy a vomitar. Es mi primera oportunidad de trabajo y se ve muy decente. No quiero arruinarlo y yo soy muy buena arruinando cosas.

Bobby me ve en cuanto cruzo la entrada. Se le instala una sonrisa gigante, pero desaparece al instante cuando una mujer aparece a su lado. Melisa. Tiene que ser ella. La mujer luce joven, debe tener unos treinta y algo. Su cabello es muy negro y luce unas perfectas hondas, pero no es demasiado. Ni siquiera hacen que su cabello se vea desordenado. Cuando se da vuelta y queda a mi vista, puedo notar los labios de un rojo carmesí.

Malos recuerdos.

¿Qué puedo decir de la manera en la que viste? Es que es totalmente perfecta. Parece salida de una revista de mujeres multimillonarias. Lleva unas gafas oscuras que parecieran tener la esquina superior del exterior en forma de punta. Estas gafas se bajan cuando estoy a su lado.

—Buenos días. Mi nombre es...

No alcanzo a terminar cuando ella se mueve con una velocidad impresionante dejándome con la mano estirada. ¿Está detrás de mí inspeccionándome? Si es que espera encontrar algo impresionante allí... estará desilusionada. 

—¿De dónde vienes? —me pregunta cuando sigue mirándome, esta vez, mi cabello.

—Norburn. —respondo sintiendo como me jala suevamente, pero con total intención, el cabello.

Demonios, Bobby se quedó cortó cuando me la describió.

—Bella ciudad. Con bastante clase. —responde algo complacida.

Si hay una sola cosa que puedo decir de Norburn es: una mentira. Quizá por eso le agrada, porque solo es apariencia. Una vez que vives allí y conoces a las personas puedes estar seguro de que allí se entierran los secretos más perturbadores.

—¿Hace cuánto vives aquí? —me pregunta, pero ni siquiera me da la oportunidad de responder—. Trabajaras jornada completa.

Veo a Bobby intentar debatir, pero tampoco le da la oportunidad a él. ¿Jornada completa? ¿Eso quiere decir que estaré aquí hasta las diez de la noche? Voy a abrir la boca, pero Bobby me pellizca haciendo que lo mire mal. No digo nada. Boca cerrada, dinero en la mano. Recuérdalo.

—Necesito saber de qué estás hecha y para eso necesito la opinión de mis trabajadores. —aclara haciendo que Bobby la mire ofendido, pero agrega con rapidez—: A Bobby cualquier cosa le impresiona.

Intento reprimir una sonrisa. Incluso cuando ese comentario ha pretendido ofenderme también, siento que el más ofendido ha sido él.

Tómalo como mi venganza por no dejarme protestar, Bobby.

—Si mis trabajadores te aprueban. —continúa con desinterés—. Podrás tomar el turno que quieras. Incluso con Bobby.

Bobby sonríe complacido, pero ¿acaso no la escuchó? Debo agradarles a todos sus trabajadores. Con Bobby fue cosa fácil, tal como dijo ella, no tuve que hacer nada. ¿Qué hay del resto? ¿Y si me odian? ¿Y si están decididos a hacer que no me contraten?

RêvasserieWhere stories live. Discover now