Capítulo 12

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Hazel

Los ojos del llamado jefe se mantienen fijos en mí y eso me provoca náuseas, pero debo controlar mis expresiones faciales, no debo demostrar duda. No había otra escapatoria. Era eso o morir y habíamos batallado mucho como para darnos por vencidas ahora.

Todavía tenía un propósito que cumplir y estaba convencida en que así lo haría, aunque eso fuera lo último que hacer antes de morir. El solo hecho de pensarlo me daba fuerzas para no quebrarme delante de él.

—Asia. —habla nuevamente el jefe haciendo que la chica asiática lo mire—. Te encargarás de Paige.

Mi estómago se contrae al escuchar eso. Sea lo que sea que signifique eso en su lenguaje, no parece ser bueno para nosotras, por lo que, inconscientemente, me apresuro a dar un paso hacia ella, pero antes de que pueda lograrlo se escucha otro disparo.

—Si vamos a trabajar juntos tenemos que comenzar a confiar en el otro.

Su voz suena sarcástica. Ambos sabemos que eso jamás pasará.

No importa cuántas veces escuche ese sonido, vuelve a estremecerme como la primera vez que lo hice.

—Intentaré ser amable, como ustedes no saben cómo funcionamos. —explica volviendo a guardar su arma—. Trabajamos en parejas. Asia se encargará de guiar a Paige, así como Lance te guiará a ti.

Le doy una mirada rápida a Lance. Él ya se encuentra con sus ojos puestos en mí y una gran sonrisa en el rostro. Me asusta su amabilidad. En mi corta vida he aprendido a temerles a las caras bonitas.

—Ni muerta. No trabajaré con ella. —habla Asia rápidamente haciendo que vuelva a mirarla a ella—. Sabes que eso no va a pasar. No puedes obligarme.

Genial. Hemos estado menos de una hora aquí dentro y ya tenemos enemigos.

Mientras observo a la chica un escalofrío me estremece. Soy mala con los rostros, pero puedo asegurar que la he visto antes. Quiero equivocarme y ruego hacerlo.

Por más que intento sacar esas ideas de mi cabeza, no logro hacerlo. Unas facciones tan delicadas como las de ella, no pueden pasar desapercibidas.

Esto no fue una coincidencia. Estuvimos muertas desde un principio.

—Todavía me debes un favor. —la amenaza el jefe con sutileza—. Empiezan esta noche. Ahora, todos salga. Lance, llama a Alessio.

Comienzo a dar la vuelta, pero, entonces, mi cuerpo se congela y podría jurar que mi corazón se detiene.

Aunque suene ilógico, había logrado mantenerme totalmente compuesta desde que entendí que si no lo hacía moriríamos, pero entonces el simple hecho de escuchar ese nombre me paraliza. La única razón por la que nadie lo nota es porque soy empujada por alguno de los extraños guardias que hay allí.

Paige me mira, pero ninguna dice nada. No es seguro, no aquí.

—Tranquila, te ayudaré en todo. —me susurra Lance antes de desaparecer.

Asiento intentando contener las lágrimas.

Siento como todo dentro de mí comienza a colapsar. Y como si todo lo que vivimos no hubiera sido suficiente, es esto lo que termina por hacerme querer llorar.

—Deben tomar esto. —ofrece uno de los chicos con lentes raros. Miro a Paige y ella me devuelve la mirada confundida—. Solo las hará dormir unos minutos.

¿Qué demonios es esto? ¿Cómo pueden esperar que beba para quedar inconsciente con ellos a cargo? El pensamiento me hace querer vomitar. Los ojos oscuros de Paige me buscan con desesperación.

RêvasserieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora