Capítulo 29

12 1 2
                                    


«Ella es buena, pero miente. Ella está rota, pero no pide ayuda...»
She used to be mine - Chloe Adams

Paige

Hazel me acababa de textear que estaba hecho. Finalmente, Hazel había conseguido acceder a los datos del chico que estaba investigando. Eso me hizo respirar y sentir aliviada. A pesar de que eso no significaba que nuestro trabajo estuviese completo, era algo.

Dejo de pensar cuando diviso a Asher acercarse a mí.

—¿Cómo fue que accediste a venir a la biblioteca?

Él hace una mueca extraña, pero no responde. Poco después del almuerzo decidí mandarle un mensaje. Pensé que no me respondería, pero lo hizo. Aunque lo que más me extrañó fue que accediera a hacer el trabajo en la biblioteca. Bueno, una diferente. Se nota mucho más vacía y moderna. Además, tiene pequeños espacios para trabajar y no ser interrumpidos.

—Bien, terminemos con esto.

Me pregunto si ya le habrá contado a Raine que debe hacer el trabajo conmigo. Nunca he ido a la casa de Raine, aunque no he dejado de fantasear con ella. Quizá sea tan perfecta como ella. No me extrañaría que fuese de postal.

Asher no habla mucho y el tiempo que llevamos avanzando, no ha sido muy productivo. Digo, hemos avanzado, pero casi no hemos discutido. Me hace sentir extraña. Lo más interesante de los trabajos en equipo es cuando se generan las diferencias y cada uno defiende su punto de vista. Con Asher eso no ha pasado.

—Creo que nuestro personaje tuvo algún trauma de niñez. —digo en voz alta queriendo captar su atención, pero no lo consigo—. Si prestas atención a sus rasgos, la manera en la que reacciona a ciertas situaciones en donde requieren una respuesta emocional...

—No todo se relaciona con traumas. A veces las personas son como son porque sí.

Me sorprende su acotación, pero también me emociona. Al fin algo que discutir.

—La mayor parte de la personalidad del ser humano la moldea el ambiente que lo rodea. —me explico con tranquilidad—. Es más probable que un niño que vio a su padre golpeando a su madre termine aprendiendo esos rasgos agresivos que alguien que nunca presenció eso.

—Tú lo dijiste. —responde cerrando los libros—. Probable. No es seguro.

Quiero seguir debatiendo, pero noto como comienza a tomar sus cosas para irse.

—Tengo práctica.

Es lo último que suelta antes de darse la media vuelta.

—Eh, espera.

Tomo mis cosas a la velocidad de la luz, porque él no parece querer escuchar lo que tengo que decir. No quiero dejar trabajo para después, quiero avanzar. El movimiento provoca una queja interna. Digamos que Asia dejo más que un rasguño en mí.

—¿Cuándo nos volveremos a juntar?

Mi pregunta suena tonta. Quizá muy abierta a interpretación, porque un par de chicas que se encuentran en el pasillo se quedan mirando.

—Me escribes.

Y sin más se va. Esta vez decido no seguirlo, porque ya veo que no obtendré otra cosa. Tendré que ser yo la que insista de nuevo. ¿Será que realmente debe entrenar? ¿o esa fue simplemente su excusa para evadir el trabajo?

Supongo que no lo sabré. Así que camino de vuelta a la biblioteca con Joseph para avanzar y así poder obtener más horas libres.

Ordeno los libros que han dejado tirados en la mesa y los llevo a sus respectivas secciones. Me siento más pensativa que otros días. No he podido hablar con Hazel y creo que está siendo hora de que lo haga. Quizá no me quiera escuchar, pero no puedo dejar que pase más tiempo.

RêvasserieWhere stories live. Discover now