Capítulo 7

12 3 0
                                    

Paige

—¿Dónde te habías metido? —pregunto en cuanto veo a Hazel abrir la puerta.

Mi amiga no responde, ni siquiera me mira, es como si yo no estuviera ahí. Es como si no hubiera estado desaparecida hasta las tantas del anoche sin siquiera haber avisado. Cierra la puerta y la veo ponerle llave.

Entonces levanta la mirada y puedo ver el terror que hay en sus ojos. Creo que una sola vez vi esa mirada en ella y lo que vino a continuación no fue nada bueno.

—¿Qué sucede? —pregunto esta vez más preocupada. Al principio lo estaba un poco, pero ahora siento una extraña sensación recorrer mi cuerpo.

Hazel no responde de inmediato, lo primero que hace es ir hacia la ventana, la única ventana que tenemos en esta pequeña pieza que hemos arrendado y se asegura de algo. ¿De qué? No podría saberlo con seguridad.

Entonces me mira. No se ha sentado y sé que está a punto de contarme algo, pero también puedo notar cómo planea hacerlo. Lo está pensando mucho. ¿Puede ser que no la hayan admitido en el trabajo? Pero entonces, ¿por qué llegó a estar hora? ¿Por qué parece ser que hubiera visto un fantasma? ¿Tendrá que ver con sus pesadillas?

—Vi algo. —dice al fin. Sabe que con eso no dice mucho, por lo que me mantengo callada esperando que me explique—. Yo... venía saliendo del trabajo y la maldita Mindie me hizo botar la basura.

No está siento coherente, porque... ¿Quién es Mindie? Eso es muy clásico de Hazel. Cuando está demasiado nerviosa y no sabe cómo decir algo comienza a dar información innecesaria.

—Vi cómo mataban a alguien.

Un frío y crudo escalofrío recorre mi cuerpo en cuanto termina de decir esas palabras. Ahora estoy oficialmente alarmada.

—Yo no debí haber estado ahí, pero entonces escuché que alguien se quejaba y fui a ver. —me explica caminando de lado a lado en la habitación—. Lo estaban golpeando y después lo mataron.

—¿Quiénes?

—¡No lo sé! —exclama exasperada dejándose caer en la cama—. Pero... puede que uno de ellos me haya visto.

Solo basta que diga eso para que el hemisferio derecho de mi cerebro comience a trabajar. Si algo en lo que soy buena es leyendo y, créanme, he leído este tipo de libros como para saber que nada bueno vendrá ahora.

—¿Estás segura de que te vieron? —pregunto intentando no dejarme llevar por la parte más imaginativa de mí.

—No lo sé, quizá no, porque me habrían atrapado, ¿no? —me mira queriendo asegurarse de que pienso lo mismo.

—Supongo... —respondo para nada convencida—. Lo importante es que estás en casa. ¿Escuchaste algo más?

—Nombres. —dice para luego mover los labios como si estuviese pronunciado algo, pero no tan fuerte como para que yo pueda oírlo—. ¿Qué hacemos ahora? No podemos irnos, no tenemos dinero.

Exacto, además por primera vez creo que soy buena en algo y amo mi trabajo, aunque sea lo menos importante en estos momentos. No quiero que esto resulte como la última vez. Hazel tiende a arrancar cuando hay problemas, es su primer instinto cuando se ve sobrepasada.

—Está bien. —digo dándole riendas al hemisferio izquierdo de mi cerebro—. Debemos tranquilizarnos y esperar lo mejor. Tienes razón, si mis conocimientos sobre novelas de suspenso están en lo correcto... te habrían matado.

Es increíble, pero eso parece tranquilizar a Hazel, porque suspira aliviada.

—Tienes razón. Estaremos bien, solo debemos... alejarnos de los problemas. —reconoce ella dejándose caer completamente en la cama para luego taparse el rostro con las manos—. Yo no volveré a asomarme en ese callejón o en ningún otro, mucho menos de noche y tú seguirás trabajando en la biblioteca. Juntaremos dinero y estudiaremos.

RêvasserieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora