Capítulo 13

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Paige

Es lunes, por lo que Hazel me encamina hacia la universidad para trabajar en la biblioteca.

Las cosas desde ese extraño evento han estado distintas. Ninguna de las dos ha hablado de lo que pasó. El viaje a casa en el auto de Lance se sintió eterno. Él no dejaba de hablar y reír por lo que decía, pero realmente nunca le presenté atención. Muchas veces sentí mis ojos picar y dudo que lo haya podido notar. Todo estaba igual para él.

Pero yo no podía sentirlo así. Cuando ese hombre me tomó y me obligó a caminar hacia esa habitación no supe qué pensar. Estaba segura de que no había manera de salir de esa. Estaba lista para morir, entonces vi a Hazel. En el momento en el que vi su rostro supe que no podía solo morir, al menos no sin pelear. Ella estaba aterrada, pero estaba de pie.

Cuando llegamos a la casa ninguna habló, solo entramos y nos dejamos caer en la cama. Ni siquiera recordé que no había ido al baño en varias horas y que, probablemente, mi vejiga me pedía a gritos vaciarse. Yo no sentía. Ni el dolor de haber sido golpeada parecía importar. Aunque de igual forma me tomé los analgésicos que Lance me dejó. Ni siquiera me aseguré de que eso fuera. Solo sé que después de eso no recuerdo más.

No fue hasta cuando desperté en la mañana que noté lo mucho que me dolía el costado izquierdo, incluso dudé el veredicto de Lance de "ninguna costilla dañada". Hazel ya se encontraba de pie. No me extrañó, porque sé que no duerme bien, es más, me extrañaría saber que duerme más de dos horas.

El camino es silencioso. No sé quién será la primera en hablar, seguramente será ella o quizá esta mañana no será.

—¿A qué hora saldrás?

Por un momento creo que me he imaginado su voz dirigiéndose a mí, pero cuando la miro y observo sus cejas alzadas me doy cuenta de que realmente espera una respuesta de mi parte.

—Joseph no me dijo. —recuerdo intentando hacer memoria de los acontecimientos de mi vida antes de que todo se fuera al tacho de la basura. Sí, verdad, inventario—. Te avisaré al móvil de Bobby.

Ella solo asiente y separamos caminos. Entiendo que aún no haya dicho nada de lo que ocurrió anoche. Todo sucedió tan rápido y fue tan descolocante, además, ahora no parece ser un momento para hablar de cómo casi morimos.

No tardo en llegar a la universidad. El punto de separación con Hazel no me deja mucho rango de diferencia. A veces me cuesta un poco respirar, por lo que el jadeo de caminar comienza a ser evidente, pero no es hasta que veo lo que me espera que siento que pierdo el aliento.

—No me llamaste.

Sus ojos están diferentes. Ya no tienen el mismo brillo del viernes y de todos los otros días. Están... decepcionados.

—Lo siento, lo olvidé.

Claro que lo olvidé, como una maldita estúpida lo olvidé. Todo lo que había sucedido desde aquella noche me hizo olvidar que comenzaba a tener una vida. Una muy buena vida. Una vida en donde parecía haber alguien al que yo le importaba, alguien además de Hazel.

—¿Lo olvidaste? —me pregunta incrédulo reponiéndose de la pequeña escalerita en donde me esperaba—. Pasó un fin de semana entero, Paige, y tú vienes diciéndome que lo olvidaste. Vaya, me alegra saber cuánto te importa mi amistad.

—Nolan, en serio, solo...

¿Qué puedo decir? Jamás perdonaría a alguien que simplemente me dice que se olvidó por completo de mi existencia. Me dolería como el demonio y digamos que no saldría mejor contar lo que realmente sucedió.

RêvasserieWhere stories live. Discover now