Capítulo 6

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Hazel

Bobby tenía razón. Graham no habla.

Tal como se me fue recomendado, no me metí con Mindie. A diferencia de lo que Bobby había pronosticado, sí hubo mucho que hacer. Graham se mantenía en la caja registradora y Mindie amaba pasearse, así que ser la camarera del turno era su cosa favorita.

En cuanto a mí... Limpiar era una de mis tareas más repetitivas. No me quejo, ya que eso no implica relación con las personas. Me estaba gustando pasar tiempo en la cocina. Ana y Pedro son amables y siempre parecen tener una sonrisa en el rostro. Lamentablemente mecomentaron que no trabajaban todo el día y que por hoy se quedaron más tiempo. Órdenes de Melisa.

Bien, lo entiendo, Melisa quiere que mantengan los ojos abiertos. Soy la chica nueva y solo quiere asegurarse de que todo siga perfecto en su cafetería. Cualquier empresario lo haría.

—Hazel, te necesitamos adelante. —me llama Graham cuando estoy ayudando en la cocina. El colorín me mira un poco confundido, pero no pierde tiempo y vuelve a su puesto.

—¿Qué pasó? —pregunto cuando me he lavado las manos y llego al lado de Graham.

—Es hora del café de la tarde. —me explica el chico haciendo que yo mire hacia el reloj. Siete de la tarde en punto—. Es la hora peak de este turno.

Asiento sin necesitar mayor información. A Mindie parece no gustarle la idea de mí paseándome por el lugar como ella, pero no es tan estúpida como para no entender que es necesario. Además, insisto, no represento ni la más mínima amenaza para ella.

De repente siento mi estómago revolverse, lo que provoca un sentimiento de querer vomitar. Me acerco hacia el mesón en el que Graham sigue trabajando. Tomo uno de los vasos de cartón y me quedo helada.

—¿Pasa algo? —pregunta el colorín mientras sigue recibiendo dinero y dando cambio.

—Me pidieron un Latte. —le contesto sin dejar de mirar la máquina que está frente a mí.

El chico no parece entender, por lo que deja de prestarme atención. Graham me da miedo y Mindie parece ocupada para preguntarle cómo se supone que debo preparar un Latte. Suena aterrador. El colorín parece molestarle que siga sin moverme, porque vuelve a hablar.

—¿Cuál es el problema? —lo miro aterrada y parece bastarle—. ¿No sabes preparar un Latte? —niego con la cabeza y él se mueve con agilidad hacia la máquina—. Demonios, Bobby.

Sé que debe estarse lamentando que Bobby me haya traído para ponerme a prueba. No lo culpo, tampoco me querría aquí, pero necesito el dinero, necesito este empleo y necesito agradarles.

—Aprendo rápido. —suelto acercándome a él para observar cómo prepara el famoso Latte, pero a él no parece interesarle enseñarme, porque no me explica nada.

Observo como la gente empieza a acumularse en la caja y se me ocurre que quizá pueda ayudar en eso. Cuando lo propongo no parece gustarle la idea, pero no le doy tiempo para responder y me instalo en la caja.

Maldición, debería dejar de ser tan impulsiva de repente, pero la verdad es que las ganas de quedarme con el trabajo me están haciendo cometer estupideces.

Cuando mis ojos caen en la computadora le doy unos cortos segundos para reconocer el sistema, no parece complicado. Le sonrío al caballero que se encuentra frente a mí y busco el número de su mesa en la computadora. Ahí está su cuenta. Le digo el valor y él paga con tarjeta de crédito. Otra complicación para mí. Gracias a Dios sé cómo se utiliza, porque en mi tiempo tuve muchas bajo mi poder. Justo en ese momento llega Graham y me dice que él continua. El Latte está en el mesón, así que lo tomo y voy a dejarlo donde corresponde.

RêvasserieWhere stories live. Discover now