Capítulo 21

13 0 0
                                    

«Ellos no te lastimarán más, siempre y cuando los dejes ir...»
Matilda - Harry Styles

Paige

—¿Por qué tengo que ir? —le pregunto a Hazel mientras busca en mi ropa algo que ponerse.

—Porque no quiero ir sola, además, trabajamos en esto juntas, ¿no?

Hoy en cuanto llegó abrió su boca y sonidos salieron de ahí. Casi me fui de espalda cuando eso sucedió, pero no quise hacer un gran escándalo de eso por miedo de que volviera a cerrarse. Además, no es como si hubiera comentado algo de esa noche, así que supongo que hará como si nada hubiera pasado.

Es buena en eso.

—Bien, solo por la comida.

Veo una leve sonrisa que se desvanece con rapidez. Siento ganas de ir hacia ella y abrazarla. No puedo soportar sentir que estoy fuera. Nunca fue así, nunca hasta ahora.

El timbre de la puerta suena y mis ojos se mueven alarmados hacia ella. Ambas estamos alertas hasta que vuelve a sonar. Nos paramos y caminamos hacia allí, entonces miro por la lentilla y mi boca quiere caer al piso.

¿Alessio? Miro a Hazel y ella me mira de forma interrogativa. Entonces abro la puerta para que ella misma aclare sus dudas.

Los ojos de Alessio viajan hacia Hazel y ahí se quedan por leves segundos. Creo que ni ellos mismos lo han notado, pero algo raro se siente en el aire. ¿Qué sucede aquí?

—Llegaron los refuerzos.

Bah, habría sido impactante que esas palabras vinieran de la boca de Alessio, pero no. Lance se introduce en nuestro departamento luego de hablar, mientras que el chico mudo se queda quietecito.

—¿Refuerzos? —pregunta Hazel.

—Tienen un trabajo, ¿no? —contraataca él.

—Sí, nosotras. —le corrige mi amiga.

Lance solo sonríe y niega con la cabeza, pero por alguna extraña razón sus ojos divagan hacia una cara diferente. Es sutil, pero lo noto. Y el silencio inunda la habitación.

Entonces Hazel no discute más y pasa por mi lado en dirección a su habitación. Entonces Alessio me mira, bien, al menos sigo aquí.

—¿Quieres algo de beber?

El chico mafioso llega sin saludar y yo le ofrezco de beber. Este mundo no me merece.

Él solo niega con la cabeza y mira hacia otra dirección. Bien, creo que tampoco tiene intención de entrar.

—Creo que me iré a vestir. —digo sin pensar y luego me retracto—. No es que esté sin ropa o algo, digo, a ponerme otra. Más como cambiarme.

Alessio ni se inmuta, solo asiente. Bueno, no es como que esté en mi lista de deseos agradarle al mafioso. Este sería el segundo al que no le agrado. Debería ver si le agrado a Lance, digo, para seguir sumando.

Cuando salgo de mi habitación el ambiente parece estar muy raro, ya que nadie habla y es extraño porque a Lance no le para la lengua nunca, pero supongo que es una oportunidad que hay que aprovechar.

Hazel y yo nos subimos al auto de Lance y Alessio se va solo. Ese chico siempre está solo, me pregunto por qué, si se supone que todos trabajan en parejas.

La fiesta es aburrida y parece que nada importante vaya a pasar, tampoco es como si hubiese estado prestando demasiada atención, porque el papel que no dejo de tocar pica por mi piel y una extraña sensación se cuela por ella.

Miro impaciente, Hazel parece estar muy ocupada hablando con ese tipo del que me contó mientras que Alessio hace su trabajo sentado más allá con sus ojos pegados en ella. En cuanto a Lance, ha desaparecido.

Si me voy, nadie lo notaría y Dios que me está costando tener mi trasero anclado a este sofá. Me levanto y voy al baño. Cuando llego allí salpico mi rostro con agua para refrescarme y ver si así puedo dejar de pensar tanto en ello. No pasa nada más interesante en toda la noche, más que yo muriendo por no estar allí.

A la mañana siguiente Hazel no se encuentra, así que no demoro más en decidirlo. Lo haré.

Cuando estoy en el bus comienzo a sentirme culpable por haber tomado algo de dinero de Hazel. Sé que se molestará, pero cuando al fin pueda explicarle todo, lo entenderá. Sé que lo hará. Suspiro mientras jugueteo con el papel que parece bastante gastado.

Aún no puedo creer que solo estemos a un par de horas en bus y, aunque hubiese querido, no puedo dormir. En mi mente pasan una y otra vez diferentes escenarios de cómo podría salir todo. Ninguno termina bien, pero cuando se trata de ella... sé que debo hacerlo.

El viaje demora un poco más de 2 horas y cuando estoy frente a la dirección que contiene el papel siento que vomitaré. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué pensaba? ¿Tocar la puerta? De seguro él no querrá verme, de otra forma, no me habría abandonado. Pero solo quiero verla... saber que está bien.

Entonces la puerta se abre y yo corro a esconderme detrás de un arbusto.

—¡Papá, no está frío!

Su voz me paraliza y me asomo un poco más para observarla. Entonces sus perfectos rizos dorados me saludan y siento mi corazón contraerse.

Siento la necesidad de salir de mi escondite y correr a abrazarla, pero me contengo, porque nada de eso saldría bien. Además, no es un buen momento para que sea parte de mi vida ni yo de la suya.

—¿Qué te dije de salir a la calle sola?

Entonces mis ojos se ponen acuosos. Él toma de la mano a Grace y ella sonríe ampliamente.

—Solo quería demostrarte que el abrigo no es necesario. —responde ella.

Lo observo con detención. Parece feliz. Ambos lo son ahora. No lo dudo, yo también lo sería si habría podido escapar de esa ciudad ilesa, pero, aunque no lo quiera, todo lo que ocurrió allí aún me persigue.

—Bueno, creo que de todas maneras deberías usarlo. —insiste él, pero Grace no protesta, solo pone mala cara que no le dura mucho. Es imposible, no sería Grace si no tuviese su brillante sonrisa.

Los veo desaparecer por la siguiente esquina mientras yo me hundo en el césped mientras lágrimas recorren mi rostro. Mi corazón se siente en agonía, triste y desolado. Esta sería la vida que yo tendría de no ser por ella. Esto es lo que ella me arrebató.

No debí venir. No debí hacerme esto. Pero, por otro lado, necesitaba verla. Necesitaba asegurarme de que estaba bien, feliz. Esbozo una leve sonrisa al recordarla. Era todo lo que quería por ella, aunque debo reconocer que me duele pensar que pudo seguir su vida sin mí. Me pregunto si por las noches, mientras papá le cuenta su historia favorita, si todavía pregunta por mí...

Entonces los recuerdos de ese último día llegan a mí. Veo su rostro empapado en lágrimas y escucho sus gritos. Por inercia cubro mis oídos y cierro los ojos con fuerza esperando que acabe pronto, pero no estoy segura de que eso pueda pasar.

Rêvasserieحيث تعيش القصص. اكتشف الآن