Capítulo 14

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Hazel

Es sábado en la tarde cuando me encuentro leyendo un libro que me encontré en la recepción. Me prometí ojearlo y luego devolverlo al lugar en donde lo encontré. Supuse que nadie lo extrañaría hasta dentro de unas horas.

Cuando siento un ruido en la puerta aparto el libro con rapidez. Mis ojos viajan alarmados hacia la entrada y en el momento en el que comienzo a ver la perilla girar me levanto de un brinco.

—¡Demonios, Lance! —grito poniendo una mano en mi pecho cuando su cabellera nevada aparece por la puerta.

—No estás en toalla. —afirma con decepción mientras me escanea. Lo miro sin entender—. Pensé que sería algo nuestro.

—¿Qué haces aquí? —pregunto haciendo caso omiso a su comentario—. Y más importante aún, ¿por qué tienes una llave?

Veo la comisura de sus labios elevarse y cerrar la puerta tras de él para luego caminar hacia el sillón y desplomarse en él.

—¿Y Paige? —pregunta revisando el lugar—. El jefe las mandó a llamar.

Me da un escalofrío cuando escucho esa frase. Entonces Paige se asoma en unos shorts cortos y un polerón bastante ancho que logra cubrirlo.

—Vaya, ustedes sí que saben recibir a los invitados. —comenta sin despegar los ojos de las piernas de mi mejor amiga, por lo que me planto frente a sus ojos con los brazos cruzados—. Vamos, Haz, no te pongas celosa.

—Ve a vestirte. Tenemos que irnos. —le aviso a Paige ignorando la vocecita de Lance.

Cuando la rubia de mi amiga está lista, bajamos. Cuando nos subimos al auto y este comenzó a andar nos miramos extrañadas. Miré varias veces a Lance por el espejo retrovisor, pero no parecía prestarle atención.

Nunca nos puso una venda. Nunca nos dio algo de beber.

—Son parte de esto ahora, Hazel. —habla finalmente Lance, pero sin mirarnos—. Si se equivocan... están muertas.

Paige y yo nos miramos y volvimos a tragar. Ya no había vuelta atrás.

—Mis agentes en cubierto. —nos saluda el jefe cuando llegamos—. Tenemos cosas que discutir.

La puerta se cierra tras nosotras y doy un respingo. Miro con rapidez para verificar si él lo ha notado, pero parece no haberlo hecho.

El jefe hace un ademán hacia las sillas para que nos sentemos y así lo hacemos. El lugar no acababa de ponerme tensa. Esta vez estoy en una situación diferente, por lo que no puedo evitar mirar con detención la habitación en la que estamos.

Mis ojos viajan curiosos por todo el lugar. Está lleno de cuadros con arte abstracto. La pieza es un poco oscura, lo que hace que sienta mi cuerpo encogerse igual que una planta marchita. No puedo dejar de pensar en las cosas que oculta este lugar.

—Como lo saben, el lunes comienzan la universidad. —comienza con una sonrisa burlona—. Como son nuevas en esto, no trabajarán solas, eso ya se los había dicho. Quiero informes y avances. Ustedes buscarán los contactos y nosotros nos encargaremos del resto.

—¿Qué es exactamente lo que quiere? —pregunta Paige sorprendiéndome, porque yo tampoco lo sé.

—Hay un negocio que ha dado frutos, pero nosotros no lo hemos probado. —explica con sus ojos puestos en mi mejor amiga—. Queremos acceso a tarjetas, cuentas bancarias, todo lo que nos pueda proveer dinero.

—¿Robar? —pregunto sin darme cuenta de lo que estaba haciendo en voz alta. Sus ojos maliciosos viajan a mí.

—Estarán rodeadas de familias con mucho dinero. Mucho de ese dinero, se darán cuenta, de que no ha sido ganado de forma legal...

RêvasserieWhere stories live. Discover now