Especial Navideño [Aemond]

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El príncipe Aemond esquivó a su hermanito Daeron, dejó que el pequeño Joffrey lo alcanzara con ayuda de su padre Laenor y se permitió contemplar al dulce Lucerys. Un suspiro profundo se le escapó al igual que una sonrisa de oreja a oreja, el mundo juraba detenerse en ese preciso momento. Porque no escuchaba los planes de Aegon y Jacaerys contra Ser Cole, o las quejas de Daeron por tener encima a Joffrey, ni las bromas de su hermana Rhaenyra con Laenor o el rechinar de las espesas armaduras de los guardias. Ellos desaparecieron, se hicieron borrosos para él. Solo captaba la risita tierna de Lucerys en su mente, admiraba y memorizaba cómo sus rulitos castaños se pintaban de blanco por los copos de nieve, cómo sus manitas se alzaban al cielo y se movían delicadamente en el intento de atrapar más copitos, sus mejillas y naricita se tornaban roja por el frío, y esa mirada infantil y tan llena de ilusiones terminó por envolver a su corazón de una plenitud que volvía a conocer -como si fuese la primera vez.

Sus ojos violetas volvieron a brillar, se preguntaba si alguna vez su corazón dejaría de sentirse tan emocionado por saberse pleno y tan feliz. Porque con Lucerys lo experimentaba cada día; en las veces que escapaban de Ser Cole, en sus intentos de que él domara algún dragón, en las noches que compartían una nueva fábula de la Antigua Valyria, en esas mañanas en las que Lucerys lo visitaba con alguna fruta nueva o con las condenadas moras, incluso en las pequeñas discusiones que él causaba solo para verlo enojarse. No, su corazón no podría dejar esta emoción y el que mantenga su sonrisa boba le concedía la razón.

La princesa Rhaenyra se acercó a su segundo hijo, le empezó a susurrar al oído e hizo que el pequeño Lucerys centrara su atención directamente en Aemond. Lo que avergonzó al platinado, sus mejillas se tornaron rojas y sus manos detrás se movieron inquietas -esto al ver que el dulce Lucerys caminaba en su dirección, su corazón latía con tanta rapidez. Él jamás había sentido la necesidad de desaparecer -hasta en ese momento, se sabía descubierto.

Se imaginó de todo en la corta espera por Lucerys, jamás que el menor le diera besitos tiernos en ambas mejillas y en la puntita de su nariz. Volvió a quedarse estático, su respiración se detuvo y su corazón estaba por salirse del pecho. Lucerys estaba frente a él, de puntitas y con esa sonrisita que no podía ser igualada por nadie en este palacio, capital y continente; el príncipe Aemond se quedó sin palabras.

—Es nuestra primera nevada, Mond, y hay una leyenda sobre ella. —El dulce Lucerys habló con emoción, las palabras de su madre estaban en su cabecita. Lo que hacía estallar a su corazoncito de felicidad. —. Se dice que si la pasas con la persona que quieres, su amor se volverá verdadero y estarán juntos por toda la eternidad.

— ¿Así? —El príncipe Aemond apenas comprendía, no había escuchado sobre esa leyenda. No sabía mucho del invierno, en la capital apenas llovía o amanecía nublado. Este también era su primer invierno, había tanto que contar y vivir.

—Sipi, y debe sellarse esa leyenda con besitos.

Aemond sonrió divertido, titubeó unos segundos y terminó por decidirse al buscar tener a Lucerys por toda la eternidad, él era la persona que quería. Así que, acunó su dulce rostro con ambas manos, la acercó más a él y le devolvió cada besito inocente -añadiendo uno más en la frentecita.

—Nos tendremos por toda la eternidad, Luke. —El mencionado respondió abrazándolo con fuerza, Aemond volvió a sonreír y corresponderle. Aegon y Jacaerys se habían quedado sorprendidos, era la primera vez que Aemond mostraba esos gestos tan tiernos e inocentes con Lucerys -usualmente era el último quien lo hacía por ambos. —. Te lo prometo.

—Confío en ti, Mond.

Rhaenyra los llamó, era momento de acercarse al comer. El dulce Lucerys no tardó en tomar de la mano a Aemond, caminar juntos. El platinado no se apartó, ciertamente tener a Lucerys a su lado no solo le brindaba plenitud, sino seguridad. No temía encontrarse con su abuelo Otto o con su propia madre, pareciera que contaba con la valentía de un caballero que ha vencido miles de guerras.

LEGÍTIMO DERECHO [LUCEMOND]Where stories live. Discover now